Sentencias
El grito de los jueces
- Silvio Guerra Morales
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...la verdad de los jueces, que se plasma en las sentencias, no es para complacer a los medios de comunicación social, apetitosos por el sensacionalismo perverso de una mentira, y menos a minúsculos sectores que han hecho de la diatriba un oficio y, en alguna medida, hasta un modus vivendi.
Las recientes declaraciones, hechas a través de un comunicado, formuladas por el licenciando Leslie Loaiza, Juez Décimo Quinto en lo Penal, en el Primer Circuito Judicial de la Provincia de Panamá, no pueden quedar en el olvido o desapercibidas en la conciencia nacional, máxime que las cosas que se han llegado a expresar llevan ínsitas, cuando no el hartazgo, una incomodidad que raya casi con la obstrucción de la administración de justicia.
Como llevo casi tres décadas y medias, no tan solo litigando en los tribunales de mi país, sino también de ser un crítico constante a nivel judicial, político y social, recabo para mí un mínimo de derechos para referirme a las declaraciones del juez Loaiza.
En ese orden de ideas, el primer desiderátum de este respetable operador de la justicia en Panamá, radica en su primaria pretensión, dirigida a unos medios de comunicación en especial, a fin de que no tergiversen o falseen la verdad respecto a la asignación de los llamados "casos de alto perfil", supuestamente, a determinadas instancias judiciales.
Sabiamente, el señor juez Loaiza no quiso expresar los nombres de esos medios de comunicación, merced a su prudencia y objetividad, pero la sociedad panameña es testigo prodigiosa, directa y ocular, de qué medios se está refiriendo el señor juez.
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Así, un juez valiente ha salido al paso de las críticas injustas cuando no calumniosas e injuriadoras, espetándoles en sus propios rostros que los repartos de los expedientes ingresan por una oficina denominada Registro Único de Reparto (RUE) y luego, de forma aleatoria, quedan radicados en uno o cualquier otro juzgado.
En el mismo sentido, el conocimiento de uno u otro caso, sea o no de alto perfil, por claras reglas de competencias definidas en el Código Judicial e, igualmente en el Código Procesal Penal, tratándose de la acumulación de procesos, puede quedarle a un juzgado determinado.
En esta específica situación no es porque con intención fraudulenta o dolosa se le haya remitido el expediente, sino que las reglas de acumulación se permite que se adjudique a determinado juzgado.
El juez Loaiza no ha dejado por fuera hacer mención de una clara ponderación e importancia respecto al protagonismo que juegan los medios de comunicación social en la opinión pública, por lo que destaca, en su comunicado, que la información o noticia que brinden a la sociedad nunca puede estar al amparo de tergiversar o falsear la verdad respecto a un procedimiento penal.
Ponderando cómo se valoran las pruebas y cómo se respeta la bilateralidad y la contradicción en los procesos que se atienden, Loaiza advierte que las sentencias o decisiones emergen únicamente de la convicción que las pruebas causan en la inteligencia del juzgador.
Somos de la opinión que el operador de justicia penal, simplemente, se hastió de las injurias y ataques difamatorios de los cuales ha venido siendo víctima silenciosa merced a las decisiones que ha adoptado en casos en los que ha resuelto en apego al Derecho y a la Ley.
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El juez Loaiza también los exhorta, como buen maestro, a que, tanto los jueces como los medios de comunicación, respeten y cumplan el compromiso con la verdad.
¡Decir la verdad!
Sin duda alguna, como diciéndoles que la verdad de los jueces, que se plasma en las sentencias, no es para complacer a los medios de comunicación social, apetitosos por el sensacionalismo perverso de una mentira, y menos a minúsculos sectores que han hecho de la diatriba un oficio y, en alguna medida, hasta un modus vivendi.
No obstante, el juez Loaiza da buena aplicación a un viejo aforismo, primer principio del Derecho Público, cuya aparición se remonta a la época del Imperio Romano, que predicaba "Salus populi suprema lex est" (La salvación del pueblo es Ley suprema), por ello, Loaiza nos advierte: "Nuestro deber es para con el pueblo panameño y con la administración de justicia".
Por demás, seguro estoy, lo exteriorizado por Leslie Loaiza, plantea la angustia de la mayor parte de los jueces en el Órgano Judicial, inclusive de magistrados, que por temor a la diatriba y a la indisposición de la que puedan ser sujetos en medios de comunicación, no se atreven a hablar.
Los jueces no pueden quedar solos en su laberinto.
Ya es hora de que despierten y reaccionen.
En la medida que teman y sucumben ante la diatriba perversa e injusta y actúen timoratos, sin duda, que menos independencia judicial tendremos.
Abogado.
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