El cuco del miedo
Se han escondido o se han ocultado las mentes pensantes, los juicios inteligentes. El miedo ha encontrado a su mejor aliado: Los medios de comunicación, los clásicos y las redes, manejadas por poderosos...
Se han escondido o se han ocultado las mentes pensantes, los juicios inteligentes. El miedo ha encontrado a su mejor aliado: Los medios de comunicación, los clásicos y las redes, manejadas por poderosos...
La pandemia del miedo al contagio, es, en la actualidad, la prueba más evidente de ello y de cómo se adormecen las mentes, se aniquila la inteligencia y se destruye la sociedad. Foto: EFE.
El miedo se ha apoderado de los espacios y de los tiempos. Las circunstancias del entorno, todo, absolutamente todo, está doblegado o sujetado por el miedo. El hombre mismo, sin distinciones de nacionalidades o de costumbres, se encuentra guiado por el miedo.
El miedo se pavonea en todos los escenarios. Se ha irrogado el dominio de las masas, a excepción de quienes han hecho del miedo su herramienta de distorsión, de manipulación y de provecho. Ellos articulan el miedo, lo administran.
El miedo se ha convertido, así, en una especie de somnífero que adormece la mente humana y los espíritus más críticos también parecieran sucumbir ante el miedo. Se han escondido o se han ocultado las mentes pensantes, los juicios inteligentes, los análisis profundos, se han visto impactados por el miedo.
Quedan salvaguardadas las mentes valientes, los espíritus que no han sucumbido ante el miedo. Han enfrentado el miedo, y ninguna sombra del pánico o del terror los afecta. Sobresalen los auténticos cristianos. No le tenemos miedo al miedo. Solo temor a Dios.
El miedo es ausencia de amor. Del amor que fortalece: la propia estima, la estima de los demás. Solidaridad y asistencialismo nada dicen del verdadero carácter del ser humano sin que tales cosas se hagan con inspiración en el amor.
El amor ausenta el miedo. El miedo se aleja cuando el espíritu del amor se mueve. Por ello, Dios mismo, Jesús dijo: Que el temor, el miedo, acarrean castigo, entre tanto, el amor fortalece el alma, el espíritu del hombre.
Vivir sin amor es vivir con miedos. Miedo a todo: miedo al mañana, miedo al presente, pánico al futuro, miedo a tomar decisiones, miedo a establecer o entablar relaciones, sea de la clase que fueren: sociales, familiares, culturales, políticas, económicas, etc...
Pero cuando en el corazón del hombre reina el amor, el amor de Dios, el pensamiento firme y convincente de que hay un Dios que todo lo tiene bajo su más absoluto control, no hay lugar para el miedo, aun cuando los nubarrones del desaliento o la desesperanza se ciernan sobre nuestras cabezas.
VEA TAMBIÉN: La democracia universitaria: el republicanismo del saber
Todo el universo de la filosofía, salvo raras y extrañas excepciones de filósofos cristianos –algunos guiados y hasta apesadumbrados por un carácter político de la fe más que por la espiritualidad basal del cristianismo-, nada han aportado a la necesaria tarea del encuentro del hombre consigo mismo: Lejos de Dios, el hombre ha estado dando vueltas y más vueltas. No ha parado. No se ha detenido.
En constante movimiento, desorientado, y creyendo que camina en los rieles de la verdad, ha soslayado las cuestiones más elementales de la existencia humana y ha omitido considerar al Creador de lo creado: Dios como autor del ser humano y el universo entero.
No podemos perder de vista, en ese mismo orden, cómo, en siglos pasados, el mal llamado "cristianismo", enraizado en el concepto de la persecución, no obstante de haber sido, el mismo, objeto del martirologio y de la más encarnizada persecución desatada en contra de la Iglesia primitiva, cayó en las mismas prácticas y por ello se ha dicho que "el cristianismo acabó con la filosofía clásica" (De esto trata el ensayo en el que la británica Catherine Nixey describe la extinción de la filosofía en la hoguera del fanatismo: La edad de la penumbra. Cómo el Cristianismo destruyó el mundo clásico (Taurus)", demoliendo y destruyendo todo aquello que sonara a anticristiano, desde la literatura clásica hasta sus expresiones científicas.
Por ello, con sobrada razón, ha sido dicho que los filósofos que conocemos de la Academia de Atenas son aquellos que la Iglesia quiso preservar. Delicado esto.
VEA TAMBIÉN: La función de los órganos del Estado
Pero el cristianismo al que nos referimos, no es el clásico, menos el romano ni el apostólico o católico, no por ello este menos sincero y advierto, tachado injustamente, en no pocos momentos, como falsario e injustamente atacados los fieles sinceros y devotos, hombres y mujeres verdaderamente espirituales.
Nos referimos al cristianismo, tal y como lo enseñó Jesús, el Cristo, y lo divulgó la Iglesia primitiva conforme a los evangelios. Se trata del cristianismo que no ha sido objeto de la filosofía, sino un cristianismo que ha invadido a la filosofía para decirle: Todo lo que buscáis o indagáis, absolutamente todo, todo está dicho en los evangelios, en la palabra resplandeciente de la Biblia, como la voz propia del Dios del Edén, del Todopoderoso".
La herramienta del miedo, luego, ha sido instrumento de comunistas y capitalistas, demócratas y autocráticos, cristianos y no cristianos, ortodoxos o heterodoxos, no hay exclusión alguna.
Hoy, terrible, el miedo ha encontrado a su mejor aliado: Los medios de comunicación, los clásicos y las redes, manejadas por poderosos para infundir miedo. Pues el miedo doblega y derrota, ata y aniquila.
La pandemia del miedo al contagio, es, en la actualidad, la prueba más evidente de ello y de cómo se adormecen las mentes, se aniquila la inteligencia y se destruye la sociedad.
Abogado.
Para comentar debes registrarte y completar los datos generales.