El coronavirus en la economía de Panamá
Lo peor que podemos hacer es desandar el motor de nuestra economía, por lo vulnerable que pudiéramos ser al estornudo de las grandes potencias.
- Aldo Brunette
- - Actualizado: 06/4/2020 - 10:28 pm
Llegó a nuestro país, lo menos deseado, y en las circunstancias menos apropiadas, ya que al igual que el resto del continente americano, nuestra economía atravesaba por una de las más largas ralentización en el movimiento de sus actividades de importación y reexportación, asolada de manera pausada, por políticas de disminución del gasto público, impulsadas por el nuevo gobierno del presidente Laurentino Cortizo.
El COVID-19, el cual tuvo origen en el fabricante planetario de bienes de consumo, dejará una estela negativa en el flujo de nuestra economía, el cual va afectar los repuntes económicos alcanzados en los últimos10 años y que nos mostró al mundo como un país de crecimiento económico sostenible. Una infección respiratoria (COVID-19) va a transformarse en un verdadero rompe huesos financieros, si el Ejecutivo como árbitro de la Economía, no toma iguales medidas de urgencia, que, pasada la tormenta, nuestro desenvolvimiento económico no se vea afectado grandemente.
El impacto que tendrá la epidemia de coronavirus, sobre los desenvolvimientos comerciales en nuestra nación, se harán sentir, a pesar de que haya quienes prefieran esperar, alegando lo prematuro que sea para establecer la intensidad del daño; los alcances podrán extenderse mucho más allá de las importaciones de mercaderías provenientes de China y del precio de las materias primas, para incidir en el flujo de inversiones, el valor que generen las empresas y nuestras relaciones comerciales con otros países.
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Nuestro análisis, parte de nuestra relación con el gigante asiático, del cual es imposible ignorar o soslayar su estado real como país fábrica del mundo. El crecimiento de China lo convirtió, en apenas dos décadas, en un protagonista de primer nivel internacional, al punto que todo lo que suceda en su economía tiene un inevitable impacto en las zonas que constituyen su demanda de bienes. Esa evolución es la que transforma al coronavirus en una epidemia con efectos económicos y comerciales mucho más profundos que los del SARS (Síndrome Respiratorio Agudo Grave, según sus siglas en inglés) que afectó a China en 2003. Porque más allá de las cuestiones sanitarias, es la importancia que cobró, la ahora segunda economía del mundo en términos de PIB.
Al respecto, el director del Centro de Estudios para el Comercio Exterior del Siglo XXI, Miguel Ponce, recordó que con la epidemia de hace 17 años “se dijo que el impacto en la economía global había sido de $40,000 millones. China perdió 1 punto de su PIB y el mundo alrededor de 1,3%, pero ahora la caída puede ser superior porque el mundo está más integrado que antes”, en otras palabras, somos una economía globalizada.
Y si bien es cierto no se puede cuantificar aún el daño, debemos ver lo que Ponce nos dice que “va a ser el doble que en 2003”, como uno de los efectos menos deseados de la globalización. Si lo que nos dice el director del Centro Estudios para el comercio exterior del siglo XXI y que en su análisis nos agrega que “en 2003 la economía china representaba el 4% del PIB mundial y hoy nada menos que el 16%, además de ser responsable de un tercio del crecimiento global. Asimismo, el crecimiento de su capa media, estimada en unos 300 millones de personas, significó que su participación en el consumo de artículos suntuarios pasara del 10% a más del 30% del total”, Panamá no es un elemento aislado de esa realidad.
La recomendación con sabor a culantro, es actuar y vivir con la mayor normalidad sin desatender las medidas sanitarias que los casos y el momento exige, pero lo peor que podemos hacer es desandar el motor de nuestra economía, por lo vulnerable que pudiéramos ser al estornudo de las grandes potencias. Con esto desapruebo las medidas anunciadas por la ministra del MINSA de desconectar el funcionamiento de las actividades económicas locales de las cuales la gente depende del día a día. ¿Cuánto tiempo puede durar la Pandemia?, expertos hablan de 12 meses más, nuestra pequeña economía dependiente de las ofertas planetarias no resiste esos 12 meses adicionales.
Salvo que el estado asuma la compensación económica, y así mantener los puestos de trabajos y el financiamiento de las políticas públicas y la flexibilización fiscal incluida la reducción de intereses bancarios entre otras medidas que se podrán tomar para disminuir los efectos del covid-19 en nuestra economía.
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Panamá es y seguirá siendo puente del mundo, nuestra especialización económica esta justamente en la generación de los servicios que demanda el mundo en materia de trasiego de mercaderías de un océano (pacífico) a otro (atlántico), por tanto, sería inevitable el no contagio; por consiguiente, es un error funesto, desandar la economía y con ella todo el andamiaje de actividades laterales y colaterales, bajo el supuesto del no contagio.
Corresponde al Gobierno, como administrador del Estado, invertir más recursos en la prevención, control y no expansión del COVID-19, asignando partidas adicionales para que nuestros médicos, enfermeras, e investigadores científicos tengan los insumos correspondientes y en cantidades suficientes para el desempeño de su misión.
Panamá es un país de economía pequeña y de un mercado limitado a la demanda de artículos de consumo, lo que nos dice que sus posibilidades de transformación y producción son limitadas, por tanto, somos un país dependiente del mundo.
El autor es economista y docente universitario
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