Epicentro
El control de precios -vs- el precio diversificado
... más que un control de precios, se debería migrar a una figura que, sin perder en su amplitud la capacidad aquella de buscar una mejor opción para más gente, respete el interés muy personal del individuo a la elección y a la predilección. Así, el precio ya no se debe controlar, sino más bien diversificar.
- Arnulfo Arias O. [email protected]
- - Publicado: 27/8/2018 - 12:00 am
Consumidor documentado, busca y va tras el mejor precio.
No me cabe la menor duda; hoy, el libre curso de las ideas está al alcance de un botón y se expresa por medios que hasta hace poco hubieran sido inconcebibles.
El dominio del individuo, en cuanto a sus ideas, se expresa de manera clara, contundente y sin limitación de especie alguna, ya sea por la proximidad de su teléfono celular o por PC.
Y esa amplitud de rango en la expresión, en la forma de elegir aquello por lo cual se puede ejercitar predilección, es precisamente lo que el Oliver W. Holmes, magistrado de la Corte Suprema de Estados Unidos, concibió como un libre mercado de las ideas.
Es el individuo el que necesariamente debe desarrollar un gusto por aquellas opiniones que quisiera digerir y es el individuo el que debe rechazar aquello que le resulta intolerante.
De nada sirve, hoy, encuadrar al hombre en medio del inmenso mar, quieto y uniforme, de las ideas masificadas, en las que nadie expresa su opinión, sino que adopta aquella generalizada que le brinda su propia sociedad.
Por ello, ante este libre mercado de ideas, el hombre ha pasado de ser masa que es maleable, como la macilla, al individuo que cuestiona, que pregunta, que expresa su inquietud en aquella forma que le parece más afín a sus ideas.
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En un elemento social de ese calibre, donde ya el individuo cuenta, no podemos, a mi parecer, seguir el campo de las restricciones: qué comer, qué mirar y, sobre todo, qué pensar, porque la idea del individuo rompe hoy con las cadenas que antes restringían su parecer.
Se ha acabado ya el sometimiento, muy pesado, que se hacía grillete para el hombre y que debía uno arrastrar por la presión social que limitaba la expresión del individuo.
Se ha masificado, en alguna medida, la libertad individual del hombre.
En un contexto así, de libertades amplias, al menos en aquello que concierne al pensamiento, a las ideas y a la predilección, se hace obsoleto ese concepto del control de precios.
Aunque sin duda bien intencionado, y recargado de un componente populista que no existe ya, el control de precio distorsiona realidades del mercado, a las que el hombre moderno rinde hoy casi pleitesía; hoy las tiendas vienen hacia el comprador y no que el comprador se vea obligado a ir a las tiendas.
Así, como consumidor documentado, él mismo busca y va tras el mejor precio.
Nadie lo obliga, es parte de su haber moderno, del alcance tecnológico que la vida actual le brinda.
Por ello, más que un control de precios, se debería migrar a una figura que, sin perder en su amplitud la capacidad aquella de buscar una mejor opción para más gente, respete el interés muy personal del individuo a la elección y a la predilección.
Así, el precio ya no se debe controlar, sino más bien diversificar.
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El Estado podría, a través del diálogo constante con el sector privado, buscar la forma por la cual se llegue a implementar la obligación del comerciante de tener un abanico siempre en sus ofertas y de que aquel artículo de más alto precio, tenga siempre alternativa de uno similar en su naturaleza, pero a un precio significativamente más bajo en proporción; por lo menos en todo aquel producto que sea básico para la subsistencia familiar.
Así no se restringe, sino que más bien se llega a la diversificación más plena, que tanto busca el individuo de hoy en día.
Abogado.
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