El centro bancario y financiero internacional
Publicado 2003/12/28 00:00:00
- Javier Martínez-Acha
Nuestras autoridades diplomáticas y consulares deberían ser adecuadamente instruidas y capacitadas ... y Panamá sea conocida como una plaza bancaria y financiera internacional segura y al mismo tiempo transparente...
Desde su creación en la década del ‘70, el centro bancario de Panamá ha experimentado una etapa de crecimiento sostenido que atravesó coyunturas de estabilidad y crisis política, alcanzando finalmente su consolidación. Aún así, el centro bancario inició el nuevo siglo con deserciones importantes, por razones estratégicas, que en nada favorecen el fortalecimiento de nuestro mercado financiero y, por ende, el desarrollo económico y social del país.
Hay que tener en cuenta que nuestro centro bancario y financiero amerita alcanzar el calificativo de prestigioso, si queremos impulsar su crecimiento dinámico e impulsar su modernización, lo que no se logrará sin crear las condiciones necesarias para el retorno de algunas instituciones bancarias que nos han abandonado, tales como el Lloyds de Londres, Chase Manhatan Bank de USA, UBS de Suiza, ABN Anro Bank de Holanda, Santander Central Hispano de España, y otras, cuyos nombres, tanto por su volumen de negocios como por su presencia internacional, no pueden estar ausentes de un centro bancario y financiero internacional que se precie de ser competitivo y por ello atrayente.
La consolidación del sector ha venido acompañada de tales deserciones, lo que ha provocado, entre otros, efectos negativos en el mercado laboral especializado, aumentando de manera alarmante el desempleo en un sector de altos salarios.
Por otra parte, la concentración del sector, generada por las fusiones, y el debilitamiento de la competencia, en razón de los abandonos que comentamos, tiene un impacto significativo en el consumo y la inversión al encarecerse así el costo del dinero.
Téngase presente que por cada punto porcentual de incremento en los préstamos locales se pagan unos 200 millones adicionales en intereses, lo que implica una reducción del consumo y la inversión por esa misma cantidad. No en balde la leve reactivación de la economía norteamericana se apoya en una política económica estimulante del consumo y la inversión, cuyo eje central es el dinero barato. Y consumo e inversión son los motores de la generación de empleo.
No creo que haya que argumentar mucho para entender la necesidad de elaborar una estrategia nacional orientada a la recuperación de las instituciones financieras que nos han abandonado y atraer nuevos bancos.
El centro financiero panameño sigue siendo un puntal de nuestro desarrollo, pues goza de ventajas comparativas tan atractivas o más que las de sus competidores. Está en nuestras manos la implementación de medidas que fortalezcan y aumenten dichas ventajas comparativas.
La creación de una institución académica especializada en banca y finanzas internacionales, abierta a jóvenes ejecutivos de todo el continente y el mundo, aunque con especial énfasis en la formación de un mercado laboral altamente especializado en Panamá, sería uno de los primeros pasos que deberíamos dar en la dirección correcta. La enseñanza y el dominio de lenguas, tales como el francés, el alemán, el japonés y, por supuesto, el inglés, debería ser requisito previo para el egreso de tal institución. A la par, debe implementarse una política educativa efectiva que masifique la enseñanza del inglés tanto en nuestros bachilleratos como en nuestras universidades, en las que el bilingüismo debe ser una exigencia para la obtención de las licenciaturas.
Necesitamos impulsar iniciativas que le permitan al país construir una verdadera infraestructura de servicios financieros, promoviendo la creación de gestoras de activos financieros que no estén sujetas a las estrictas regulaciones bancarias pero salvaguardando el interés del cliente, posibilitando el acceso a la custodia global a través del Banco Nacional, creando la bolsa electrónica regional de valores, con procedimientos para custodia y compensación.
Debemos facilitar, por otra parte, que en Panamá se puedan cerrar físicamente transacciones financieras y bancarias en otras monedas duras ( que sean monedas de curso legal), con el propósito de abaratar los costos del intercambio de divisas, dando así un nuevo impulso, en forma indirecta, a la promoción del turismo.
Todo lo anterior requiere de una legislación moderna, estricta y transparente, que facilite y al mismo establezca controles rigurosos e internacionalmente aceptados, posibilitando, además, que los registros de instrumentos financieros off shore de los principales mercados financieros del mundo se hagan en Panamá.
Hoy en día, Dublín y Luxemburgo son plazas que registran billones de divisas fuertes de distintas gestoras de dinero.
Por otra parte, nuestras autoridades diplomáticas y consulares deberían ser adecuadamente instruidas y capacitadas para que puedan promover esta actividad y Panamá sea conocida como una plaza bancaria y financiera internacional segura y al mismo tiempo transparente, dilucidando así las interesadas confusiones creadas por nuestros competidores.
Panamá tiene todos los recursos necesarios para abandonar de una vez por todas la improvisación en esta materia: ventajas comparativas, recurso humano, experiencia y conocimiento. Se hace necesario elaborar políticas públicas coherentes, especialmente en el campo bancario y financiero, que impulsen el desarrollo económico apoyándose en la modernización de nuestros sectores con mayores potencialidades de crecimiento y generación de empleos de calidad. Y el sector bancario y financiero es uno de ellos.
Hay que tener en cuenta que nuestro centro bancario y financiero amerita alcanzar el calificativo de prestigioso, si queremos impulsar su crecimiento dinámico e impulsar su modernización, lo que no se logrará sin crear las condiciones necesarias para el retorno de algunas instituciones bancarias que nos han abandonado, tales como el Lloyds de Londres, Chase Manhatan Bank de USA, UBS de Suiza, ABN Anro Bank de Holanda, Santander Central Hispano de España, y otras, cuyos nombres, tanto por su volumen de negocios como por su presencia internacional, no pueden estar ausentes de un centro bancario y financiero internacional que se precie de ser competitivo y por ello atrayente.
La consolidación del sector ha venido acompañada de tales deserciones, lo que ha provocado, entre otros, efectos negativos en el mercado laboral especializado, aumentando de manera alarmante el desempleo en un sector de altos salarios.
Por otra parte, la concentración del sector, generada por las fusiones, y el debilitamiento de la competencia, en razón de los abandonos que comentamos, tiene un impacto significativo en el consumo y la inversión al encarecerse así el costo del dinero.
Téngase presente que por cada punto porcentual de incremento en los préstamos locales se pagan unos 200 millones adicionales en intereses, lo que implica una reducción del consumo y la inversión por esa misma cantidad. No en balde la leve reactivación de la economía norteamericana se apoya en una política económica estimulante del consumo y la inversión, cuyo eje central es el dinero barato. Y consumo e inversión son los motores de la generación de empleo.
No creo que haya que argumentar mucho para entender la necesidad de elaborar una estrategia nacional orientada a la recuperación de las instituciones financieras que nos han abandonado y atraer nuevos bancos.
El centro financiero panameño sigue siendo un puntal de nuestro desarrollo, pues goza de ventajas comparativas tan atractivas o más que las de sus competidores. Está en nuestras manos la implementación de medidas que fortalezcan y aumenten dichas ventajas comparativas.
La creación de una institución académica especializada en banca y finanzas internacionales, abierta a jóvenes ejecutivos de todo el continente y el mundo, aunque con especial énfasis en la formación de un mercado laboral altamente especializado en Panamá, sería uno de los primeros pasos que deberíamos dar en la dirección correcta. La enseñanza y el dominio de lenguas, tales como el francés, el alemán, el japonés y, por supuesto, el inglés, debería ser requisito previo para el egreso de tal institución. A la par, debe implementarse una política educativa efectiva que masifique la enseñanza del inglés tanto en nuestros bachilleratos como en nuestras universidades, en las que el bilingüismo debe ser una exigencia para la obtención de las licenciaturas.
Necesitamos impulsar iniciativas que le permitan al país construir una verdadera infraestructura de servicios financieros, promoviendo la creación de gestoras de activos financieros que no estén sujetas a las estrictas regulaciones bancarias pero salvaguardando el interés del cliente, posibilitando el acceso a la custodia global a través del Banco Nacional, creando la bolsa electrónica regional de valores, con procedimientos para custodia y compensación.
Debemos facilitar, por otra parte, que en Panamá se puedan cerrar físicamente transacciones financieras y bancarias en otras monedas duras ( que sean monedas de curso legal), con el propósito de abaratar los costos del intercambio de divisas, dando así un nuevo impulso, en forma indirecta, a la promoción del turismo.
Todo lo anterior requiere de una legislación moderna, estricta y transparente, que facilite y al mismo establezca controles rigurosos e internacionalmente aceptados, posibilitando, además, que los registros de instrumentos financieros off shore de los principales mercados financieros del mundo se hagan en Panamá.
Hoy en día, Dublín y Luxemburgo son plazas que registran billones de divisas fuertes de distintas gestoras de dinero.
Por otra parte, nuestras autoridades diplomáticas y consulares deberían ser adecuadamente instruidas y capacitadas para que puedan promover esta actividad y Panamá sea conocida como una plaza bancaria y financiera internacional segura y al mismo tiempo transparente, dilucidando así las interesadas confusiones creadas por nuestros competidores.
Panamá tiene todos los recursos necesarios para abandonar de una vez por todas la improvisación en esta materia: ventajas comparativas, recurso humano, experiencia y conocimiento. Se hace necesario elaborar políticas públicas coherentes, especialmente en el campo bancario y financiero, que impulsen el desarrollo económico apoyándose en la modernización de nuestros sectores con mayores potencialidades de crecimiento y generación de empleos de calidad. Y el sector bancario y financiero es uno de ellos.
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