Orgullo de país
El Canal de Panamá es de todos los panameños
Desde mis días de estudiante, nunca fue una de mis metas trabajar en el Canal de Panamá. Diariamente veía cómo mis colegas estudiantes de ingeniería pasaban horas
- Guillermo A. Ruiz Q./Ingeniero y analista político
- - Publicado: 14/8/2014 - 12:00 am
Desde mis días de estudiante, nunca fue una de mis metas trabajar en el Canal de Panamá. Diariamente veía cómo mis colegas estudiantes de ingeniería pasaban horas en el entonces centro de reclutamiento llevando sus hojas de vida. Incluso con la aparición de los servicios en línea a través de internet, tampoco ha sido una de las acciones que he realizado. Sencillamente, nunca me llamó la atención.
ES UNA EMPRESA DE PRIMER MUNDO DIGERIDA POR PANAMEÑOS RESPONSABLES, CAPACES Y COMPROMETIDOS. SI MAÑANA PANAMÁ DECIDE AISLARSE DEL MUNDO, CRÉANME QUE SE NOTARÍA.
Y no fue por falta de conocimiento del tema. Por cuestiones familiares, desde la infancia estar en las instalaciones canaleras fue parte de mi diario vivir. Conocí la mayor parte de las instalaciones de la operación del Canal de Panamá antes de cumplir 10 años y bajo la administración norteamericana.
Luego, como estudiante de Ingeniería, tuve la oportunidad de conocer de primera mano cómo aquellos ingenieros de principio del siglo pasado se las ingeniaron para construir una red de túneles debajo de la estructura que conocemos para que el agua viaje por ellos y todo funcione por simple gravedad. Todo absolutamente ingenioso.
Esta maravilla de la humanidad, y sus propios directivos lo reconocieron en su momento, vivió a espaldas del país. Primero por la administración de los Estados Unidos y luego, bajo administración panameña, se convirtió en una especie de país dentro del país, donde los muy privilegiados que trabajaban en la estructura se transformaban en una clase de ciudadanos de primera.
Esto cambió radicalmente con el Referéndum del Canal de Panamá en el cual se aprobó la construcción del tercer juego de esclusas o mejor conocida como la ampliación. Sus directivos y trabajadores, obligados por las circunstancias, comprobaron la realidad anterior y cómo esas acciones pusieron, en algún momento, en peligro el proyecto debido al poco sentido de pertenencia del resto del país con la operación día a día de nuestra principal empresa gubernamental.
Capacitaciones, actividades en todo el país, apertura a visitantes, información al día y mucha comunicación a través de los medios así como eventos culturales de primer nivel son algunas de las acciones que colaboradores de una empresa muy comprometida con el país realizan a diario para que la percepción arriba descrita nunca vuelva a ocurrir.
El Canal de Panamá es de todos los panameños. Por eso, creo que aún nos falta ser más vigilantes sobre su manejo político y administrativo. Debo reconocer que en medio de todo lo que se dice del anterior presidente de la república, puso en manos idóneas administrativamente hablando la operación diaria del Canal de Panamá. Que los propios trabajadores se hayan identificado positivamente con la pasada elección del nuevo administrador es una señal de lo profundamente arraigada que está la meritocracia en esta empresa.
Lo que me preocupa es la forma cómo se sigue eligiendo a los miembros de la junta directiva. No me importa que los panameños que son distinguidos con semejante responsabilidad vengan de partidos políticos. De hecho, prefiero que sea así e incluso si han sido parte de algún gobierno anterior mejor, porque así pueden tener una clara idea de las falencias que tiene el resto del Estado y actuar en función de ellas. Por esto es indispensable que los gobiernos eviten nombrar en dicho ente rector amigos o personas de su confianza que no llenen los requisitos mínimos profesionales y académicos para que la ciudadanía esté tranquila y no nos sorprendan desagradablemente con sobresaltos.
El Canal de Panamá se erige hoy por hoy como el principal símbolo del país y es nuestro sello de marca mundial. Es una empresa de primer mundo digerida por panameños responsables, capaces y comprometidos. Tuve el honor de conocer, que era lo que me faltaba, cómo funciona esa estructura administrativa y puedo dar fe de su entrega a las labores encomendadas.
Mis sueños profesionales nunca estuvieron dirigidos a laborar en el Canal de Panamá. Pero si llegara el día, sería uno de los mayores honores de mi vida, porque no todos los países pueden decir que son útiles para el mundo. Piénselo, hay países que si no estuvieran, nada pasaría. Si mañana Panamá decide aislarse del mundo, créanme que se notaría.
20 años no es nada dice Carlos Gardel. Para nosotros, estos primeros 100 años del Canal de Panamá no es más que el inicio de una etapa de cómo un país se hace grande, aunque geográficamente seamos los más pequeños. Somos grandes porque los panameños así lo queremos y trabajamos para que sea así todos los días. ¡Viva nuestro Canal, Viva Panamá!
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