Opinión
¿Dónde está tu hermano Abel?
- Mons. Rómulo Emiliani cmf
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¿Dónde está tu hermano Abel, le preguntó Dios a Caín? Ya en ese momento Caín había asesinado a su hermano y quería ocultar su crimen. Lo hizo porque envidiaba la relación hermosa de Abel con Dios, y así como el diablo envidia al ser humano por su comunicación filial con el Padre en Cristo, Caín optó por asesinarlo. Satanás intenta hacer lo mismo con la humanidad, destruir todo lo que pueda. Por eso hay tanto mal provocado por las tinieblas; tantas guerras, explotación del pobre, enriquecimiento ilícito, abortos, pornografía, confusión sobre el ser masculino y femenino, asesinatos, robos, calumnias, ofensas. La maldad hace estragos en el mundo, y el infierno sigue influyendo negativamente en la creación. Estamos sentados en un arsenal de miles de misiles con ojivas nucleares esperando una maligna orden para destruirnos y acabar con la humanidad. El diablo envidia tanto al ser humano y odia tanto a Dios que ha jurado acabarnos.
El poder de la envidia es muy grande. Que Caín decidiera matar, quitar la vida a su hermano, destruirlo, al único hermano que tenía porque no resistía ver a Abel en un lugar privilegiado junto a Dios, y él muy lejos del Señor lo cegó, le interrumpió su sano juicio, lo hizo caer en unas tinieblas tan grandes y le brotó una agresividad desenfrenada. Era consciente de lo que estaba haciendo, preparando la muerte de su hermano, asesinándolo primero en su corazón, deseándole la muerte. Y luego con saña y precisión letal, lo mató. Prefirió quedarse solo, entristecer profundamente a sus padres, manchar su alma tan brutalmente, empezar una historia de crímenes que no ha parado en la vida de la humanidad, con tal de saciar su sed de envidia y de injusta y malvada venganza, porque su hermano ningún mal le había hecho. Solo porque Abel agradaba más a Dios por sus actos.
El envidioso sufre mucho cuando ve a su próximo crecer, destacarse, triunfar. No soporta eso, porque le hace ver a él que por su mediocridad, dejadez, falta de ideales, de asumir los sacrificios necesarios para triunfar, prefirió quedarse tirado en la cuneta de la vida, vegetando, manteniéndose al margen de todo, viendo el desfile de los victoriosos marchar. Y por eso buscar descubrir cualquier mancha en el ropaje del vencedor, cualquier defecto, error, fallo en el comportamiento del prójimo para atacarlo, hundirlo. El envidioso es capaz de calumniar, ultrajar la fama y el buen nombre de cualquier persona, con tal que no brille. En todo envidioso hay un Caín en potencia, dispuesto a todo con tal de arruinar a su prójimo.
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