Relatos
Doña Amada y su claustrofobia
- Bernardina Moore
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Amada, era viuda y vivía sola, no tenía hijos, no era muy sociable por eso no tenía muchas amistades. La niñez de Amada se desarrolló con ese estilo de vida que la marcó para siempre. Cuando muere su esposo se agrava su claustrofobia, por eso salía a ver pasar la gente.
Veía la imagen de una mujer sentada como en un muro y gente caminando de un lado para otro.
Al despertar, ahí estaba fija en mi mente.
Si viera algo más claro me sería más fácil descifrarla pero, así ocurre, se congela ante mí y ya está.
Les comparto.
Esta señora de unos cincuenta y cinco años, calculo más o menos, a quien llamaremos Amada para acogerla con cariño en nuestro relato. Vivía por ahí cerquita de donde la vi sentada.
Nuestro afán será enterarnos por qué una señora de su edad se encontraba a esa hora ahí solita, es más habitual ver a jóvenes “parqueando”, como ellos dicen en su lenguaje callejero, a altas horas de la noche en sus tertulias juveniles, pero a una dama y sola, no.
Nos enteramos que era viuda y vivía sola, no tenía hijos, de tenerlos tal vez no estaría allí a solas a esa hora de la noche.
Aquí el fenómeno era que de día nadie veía a Amada fuera de su casa, solo cuando alguna necesidad lo requería, no era muy sociable por eso no tenía muchas amistades.
Amada fue desarrollando una claustrofobia a raíz de los castigos que le imponía su madrastra encerrándola en su habitación por horas cuando era una niña, con el tiempo se desesperada y no soportaba el no poder salir y pedía perdón por faltas que no había cometido con tal de que la dejaran salir.
La niñez de Amada se desarrolló con ese estilo de vida que la marcó para siempre, tanto así que cuando su madrastra falleció su padre la internó en uno de los mejores colegios para señoritas, pero su claustrofobia no mejoró porque a diferencia de las otras jóvenes que salían en vacaciones con sus familias, ella permanecía allí porque su padre no tenía tiempo para ocuparse de ella.
Cuando alcanzó la mayoría de edad y se gradúo, su padre le compró un apartamento para que fuera independiente.
Amada siguió estudiando y se enamoró y se casó, pero a raíz de su problema fue creando una gran dependencia hacia su marido no soportada estar sola en una habitación con las puertas cerradas aún en los momentos de mucha intimidad.
Al ver que no quedaba embarazada, se sometió a varias pruebas que dieron por resultado que era estéril, no es relevante mencionar el motivo.
Pero eso la hizo apegarse más afectivamente a su esposo que lamentablemente falleció a raíz de un problema del hígado.
Desde entonces Amada no soportaba por nada la soledad nocturna y prefería sentarse en su sitio habitual a ver pasar a la gente de un lado para otro.
No obstante, haber heredado una considerable fortuna al morir su padre, vivía una vida sin motivos aparentes.
Una noche de las tantas que permanecía en su murito, le llamó la atención ver a una joven sentada en una banca del parque cercano que había en el lugar y parecía tener un niño en sus brazos.
A Amada le intrigó la escena por la hora que era y curiosa se encaminó hacia allá y encontró a la joven llorando, se sentó a su lado y con mucha prudencia le preguntó cuál era su problema, la joven seguía llorando y no le paraba bola, entonces Amada, tratando de romper el hielo preguntó: ¿es niño o niña?
La joven respondió sin dejar de llorar: es niña.
Amada tomándose su tiempo le dijo: no veo que el llanto esté ayudando en nada al problema que a simple vista se ve que tienes, toma este pañuelo y sécate esas lágrimas y si te parece cuéntame qué motiva tanto llanto de unos ojos tan lindos.
¡Santo remedio!
Con semejante piropo se acabo la lloradera, lamentablemente así somos las mujeres.
Mire señora, no la conozco pero me inspira confianza, por eso le diré sin muchos detalles, por no parecer grosera con usted, soy una de las muchas víctimas de las malditas pruebas de amor que piden los muy infelices para conseguir lo que quieren, ahora cargo con la consecuencia de mi debilidad que no tiene culpa de nada.
Vivía con una señora que le molestaba el llanto de la bebe y me mandó de patitas para la calle.
Y como el parque es libre de aquí nadie me va a echar.
A Amada se le partía el corazón y para disimular su emoción y dolor le dijo: ¿ Me dejas ver la nena?
Al verla quedó admirada por lo linda que era y, sin pensarlo dos veces y movida por un gran sentido de solidaridad y compasión, le propuso: Si todo lo que me has dicho es cierto y no hay ningún problema ni lo habrá, te ofrezco vivir conmigo que vivo sola y darle a ti y a tu hija un hogar digno para ambas. ¿Qué te parece?
No creo que haya necesidad de detallar lo que aconteció después, porque es obvio que lo imaginan.
Escritora.
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