Análisis
Discriminación y discapacidad
...organismos nacionales e internacionales que se rasgan las vestiduras y rezan en sus objetivos velar por la igualdad para esta población vulnerable, pues lo siento, la realidad es otra y nos viene demostrando a las claras que algo está fallando.Gobiernos que desprecian una población vulnerable siempre caen en la trampa de dar subsidios...
- Elodia Muñoz
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- - Publicado: 04/10/2018 - 12:00 am
Una protesta de discapacitados por incumplimiento del pago de un bono por parte del Gobierno boliviano.
Participé recientemente en un evento sobre Violencia Laboral y Mujer con Discapacidad Visual, coordinado por la Unión Latinoamericana de Ciegos, (Ulac), arrojando resultados interesantes, hechos como el 'mito del control' que supone la creencia social –errónea- de que resulta posible tener los cuerpos que queremos y de forma asociada lleva a ignorar y a ocultar experiencias tales como el dolor, la enfermedad o el envejecimiento.
El hecho de que existan personas con alguna deficiencia hace que se las estigmatice socialmente porque son el recordatorio de esta falta de control; evocan a la sociedad la posibilidad de que cualquier individuo, aun el más fuerte, puede enfermar.
También resulta una explicación plausible y que conecta con el mito del control, el grado de sobrevaloración social que supone la 'independencia'.
Gentilmente fui invitada por la representante de Panamá para compartir con las féminas, mis experiencias y trayectoria sobre la cotidianidad durante 25 años de servidora pública.
Prometí que en la próxima oportunidad de presentarme en un escenario público frente autoridades supuestamente comprometidas con el tema de Mujer y Discapacidad, expondría el ejemplo de la mujer sin voz y ese histórico momento se presentó.
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Un día rutinario, salí del trabajo como cualquier ciudadana de a pie, movilizándome con mi bastón hasta la parada, tomé el metrobús, al subir, delante de mí iban dos personas, sin embargo, su conductor se rehusó a abrir la puerta, a lo que me impacienté, y pregunté ¿qué pasa?
Nada más y nada menos que no dio paso a una pareja de jóvenes ciegos, su conductor entre improperios, adujo que jamás pagaban pasaje, no obstante, ellos audazmente corrieron y lograron meterse por la puerta trasera.
Cuando pasé la tarjeta y logré sentarme, llegaron mis cavilaciones e interrogantes:
¿Dónde quedan las conferencias, congresos, reuniones a nivel nacional e internacional?, supuestamente para mejorar las condiciones de la mujer con discapacidad.
¿De qué sirven los subsidios a esa mujer ciega que no tiene siquiera para pagarse un pasaje?, fácilmente, es imaginable su entorno personal y familiar.
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En Panamá, es un éxito el sinfín de normas, leyes, convenios y reglamentos en todos los sentidos para garantizar la igualdad de oportunidades y condiciones para la mujer con discapacidad, aparte de los organismos nacionales e internacionales que se rasgan las vestiduras y rezan en sus objetivos velar por la igualdad para esta población vulnerable, pues lo siento, la realidad es otra y nos viene demostrando a las claras que algo está fallando.
Los Gobiernos que desprecian una población vulnerable siempre caen en la trampa de dar subsidios, con objetivos siempre loables y finales siempre lamentables.
Estos programas buscaron calmar temporalmente los ánimos de los desposeídos sin importarles realmente sus problemas sociales.
El coctel está servido para un gran descontento.
El devastador fracaso de estos programas llamados subsidios, debieron ir aparejados con la investigación sesuda, pues, el candidato objeto de estas ayudas, con posibilidades de incluirlo en el mercado laboral, debió ser enrutado hacia un puesto de trabajo acorde con su discapacidad.
No se trataba de echar a todas las personas con discapacidad en un solo saco, como sucedió con las ferias de empleo, donde jamás se logró colocar a una persona con discapacidad visual, ellos también tienen sus diferencias individuales y su autorrealización.
Subsidiar a los que no trabajan aun pudiendo trabajar no fue una buena elección, y sí un craso error, lo cierto es que el trabajo garantiza independencia, autorrealización y, sobre todo, dignifica en el caso que nos ocupa a cualquier persona con o sin discapacidad.
El resultado está a la vista: Gobiernos, cuyo objetivo fue capturar o mantener el poder hoy y no importa qué pasa luego, entonces, se encaminan a transformarse en Estados fallidos, con instituciones y programas sociales deteriorados y desgastados y un galopante descontento generalizado y ni siquiera se puede decir que con el costo de estos subsidios se haya conseguido paliar la necesidad de las personas con discapacidad.
Nada más.
Comunicadora Social
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