Dios heterónomo y la moral
Publicado 2000/02/27 00:00:00
Desde luego, no es mi pretensión impactar con el título. En la escasez notoria de nuestro lenguaje local, a veces al utilizar vocablos aceptados por la Academia de la Lengua poco usados, en vez de aclarar la comunicación, lo oscurecemos. No es mi intención. "Explico términos".
Heterónomo, adjetivo. Dícese del que está sometido a un poder extraño que le impide el libre desarrollo de su naturaleza. Es antónimo de autónomo. Autónomo es el que goza de autonomía. Y autonomía, el estado y condición del individuo que de nadie depende bajo ciertos conceptos.
En esta tercera ocasión vuelvo al mismo tema que abordé hace tres semanas y era ofrecer más elementos en la persistente discusión que escucho sobre "moral". Se habla mucho de "doble moral" cuando se critica al adversario político o a las figuras protagónicas de nuestro quehacer diario. Me sumo a los que "off the cuft" ("de sus caletres") dan cátedra sobre moral en nuestros medios por cierto bien intencionados.
Hablamos desde una óptica cristiana religiosa. Y la afirmación nuestra, siguiendo a otros maestros del tema, es que la moral depende de la imagen que tengamos de Dios.
Decíamos, anteriormente, y ya descartamos que muchas veces nuestra moral cristiana depende de la imagen de un Dios distante y descomprometido con la vida de los hombres. No es aceptable esta actitud, aunque muy común.
Hoy, queremos también descartar aquella moral que procede de una imagen de un "Dios heterónomo". Un Dios que suplanta la libertad con que dotó a la criatura racional. Un suponer a Dios como "Legislador Universal", que, al crear al mundo, lo ordenó según una ley eterna, que se va dando a conocer por diversos cauces y procedimientos.
¿Cuándo se da esta heteronomía? Hay varios modelos: cuando utilizamos como criterio o la prohibición o el tabú, o la obligación extrínseca, o lo establecido.
Si la moral cristiana se sirve de la mediación de la prohibición y el tabú expresaría sus contenidos necesariamente falseados. Su violación implica sanciones inmediatas de orden mágico religioso. El otro modelo moral es el basado en la "obligación extrínseca", el valor moral está en una voluntad distinta del sujeto.
El querer libre de Dios, el mandato divino, la sanción de Dios, son las mediaciones constitutivas de la moral. Otra mediación sería el legalismo eclesial, la ley positiva, supravaloración de los preceptos positivos. Esta pertenece a le etapa de la época casuística constituyendo el exceso legalista uno de sus principales fallos. Un último modelo sería la moral basado en lo establecido. En la versión eclesial, las mediaciones positivistas han tenido formas específicas: el puesto de privilegio concedido al llamado "argumento de autoridad" (una cita bíblica, un documento del magisterio eclesiástico, (cosa que hacemos con frecuencia), la acumulación de opiniones unánimes de moralistas, la prevalencia de una doctrina oficial al margen de la cual corre muchas veces una doctrina más ampliamente compartida y mejor justificada. Estos y otros parecidos condicionamientos del sabor teológico eclesial son signos manifiestos de la prevalencia de las mediaciones éticas positivistas.
La conclusión de todo esto es "la infantilización de la conciencia cristiana". La persona queda al margen del proceso de decisión. La comunidad cristiana no alcanza grados mínimos de adultez que posibilitan a cada uno de sus miembros ser sujeto de su vocación.
Para que en la evolución moral alcance su madurez, es necesario que el niño pase de la heteronomía a la autonomía. Si esto no sucede, el adulto vivirá en una moral infantil. Y la conciencia de la moral cristiana hoy padece infantilización moral.
La autonomía no elimina "la teonomía". Es decir, su apertura a la trascendencia (a Dios) y su consiguiente fundamentación religiosa. De hecho, se constata en los moralistas cristianos más alertados del momento actual, una tendencia a fundamentar la ética cristiana en las raíces más estrictamente teológicas, pero en las bases plenamente afirmativas de lo humano. Esta fundamentación teológica recibe la adjetivación de "teónoma", y el apoyo antropológico es calificado de "autónomo". Vivir en autonomía moral bajo la mirada amorosa de Dios es una de las exigencias del cristiano en el momento actual. Adoptar una ética rigurosa de respeto a la libertad moral de lo cristiano es para nosotros una condición indispensable para que los razonamientos morales de los cristianos merezcan de nuevo ser escuchados el día de mañana.
Heterónomo, adjetivo. Dícese del que está sometido a un poder extraño que le impide el libre desarrollo de su naturaleza. Es antónimo de autónomo. Autónomo es el que goza de autonomía. Y autonomía, el estado y condición del individuo que de nadie depende bajo ciertos conceptos.
En esta tercera ocasión vuelvo al mismo tema que abordé hace tres semanas y era ofrecer más elementos en la persistente discusión que escucho sobre "moral". Se habla mucho de "doble moral" cuando se critica al adversario político o a las figuras protagónicas de nuestro quehacer diario. Me sumo a los que "off the cuft" ("de sus caletres") dan cátedra sobre moral en nuestros medios por cierto bien intencionados.
Hablamos desde una óptica cristiana religiosa. Y la afirmación nuestra, siguiendo a otros maestros del tema, es que la moral depende de la imagen que tengamos de Dios.
Decíamos, anteriormente, y ya descartamos que muchas veces nuestra moral cristiana depende de la imagen de un Dios distante y descomprometido con la vida de los hombres. No es aceptable esta actitud, aunque muy común.
Hoy, queremos también descartar aquella moral que procede de una imagen de un "Dios heterónomo". Un Dios que suplanta la libertad con que dotó a la criatura racional. Un suponer a Dios como "Legislador Universal", que, al crear al mundo, lo ordenó según una ley eterna, que se va dando a conocer por diversos cauces y procedimientos.
¿Cuándo se da esta heteronomía? Hay varios modelos: cuando utilizamos como criterio o la prohibición o el tabú, o la obligación extrínseca, o lo establecido.
Si la moral cristiana se sirve de la mediación de la prohibición y el tabú expresaría sus contenidos necesariamente falseados. Su violación implica sanciones inmediatas de orden mágico religioso. El otro modelo moral es el basado en la "obligación extrínseca", el valor moral está en una voluntad distinta del sujeto.
El querer libre de Dios, el mandato divino, la sanción de Dios, son las mediaciones constitutivas de la moral. Otra mediación sería el legalismo eclesial, la ley positiva, supravaloración de los preceptos positivos. Esta pertenece a le etapa de la época casuística constituyendo el exceso legalista uno de sus principales fallos. Un último modelo sería la moral basado en lo establecido. En la versión eclesial, las mediaciones positivistas han tenido formas específicas: el puesto de privilegio concedido al llamado "argumento de autoridad" (una cita bíblica, un documento del magisterio eclesiástico, (cosa que hacemos con frecuencia), la acumulación de opiniones unánimes de moralistas, la prevalencia de una doctrina oficial al margen de la cual corre muchas veces una doctrina más ampliamente compartida y mejor justificada. Estos y otros parecidos condicionamientos del sabor teológico eclesial son signos manifiestos de la prevalencia de las mediaciones éticas positivistas.
La conclusión de todo esto es "la infantilización de la conciencia cristiana". La persona queda al margen del proceso de decisión. La comunidad cristiana no alcanza grados mínimos de adultez que posibilitan a cada uno de sus miembros ser sujeto de su vocación.
Para que en la evolución moral alcance su madurez, es necesario que el niño pase de la heteronomía a la autonomía. Si esto no sucede, el adulto vivirá en una moral infantil. Y la conciencia de la moral cristiana hoy padece infantilización moral.
La autonomía no elimina "la teonomía". Es decir, su apertura a la trascendencia (a Dios) y su consiguiente fundamentación religiosa. De hecho, se constata en los moralistas cristianos más alertados del momento actual, una tendencia a fundamentar la ética cristiana en las raíces más estrictamente teológicas, pero en las bases plenamente afirmativas de lo humano. Esta fundamentación teológica recibe la adjetivación de "teónoma", y el apoyo antropológico es calificado de "autónomo". Vivir en autonomía moral bajo la mirada amorosa de Dios es una de las exigencias del cristiano en el momento actual. Adoptar una ética rigurosa de respeto a la libertad moral de lo cristiano es para nosotros una condición indispensable para que los razonamientos morales de los cristianos merezcan de nuevo ser escuchados el día de mañana.
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