Panamá
Diferencia entre acceso y suministro de agua potable
ero si consideramos que en nuestra población rural hay una escasez constante y permanente de suministro de agua.
- Arnulfo Arias Olivares
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- - Actualizado: 03/10/2023 - 12:00 am
No me agrada referirme a porcentajes, porque las cifras siempre son una parte descarnada de la vida y, cuando se trata de personas, jamás toman en cuenta al individuo en sí. Sin embargo, nos pintan un cuadro que nos sirve siempre como referencia para entender mejor las realidades de la sociedad en la que vivimos.
Si bien es cierto que un 85% de la población rural tiene hoy acceso a agua potable, no resulta menos cierto que un 70% de esa población no tiene suministro de manera constante.
Muchas veces, con más frecuencia de lo que podríamos sospechar, al abrir la pluma solo pueden recibir una porción muy generosa de aire, y nada más. Si nos ponemos a pensar que el cerebro humano está compuesto por agua hasta en un 83% de su masa, y que el cuerpo está compuesto hasta por un 60% de este líquido, entonces podemos concluir que el agua resulta, en proporción, más importante para el hombre que el propio alimento. Primero el agua, después el alimento; idealmente, los dos.
Pero si consideramos que en nuestra población rural hay una escasez constante y permanente de suministro de agua, ¿de qué sirve entonces que las estadísticas reflejen que tiene acceso a la misma?
En paralelo, sería como tener una auto que pocas veces tiene acceso al combustible. No hay carencia de agua, pero de lo que sí hay carencia es de su suministro. En términos románticos, a la sombra de la fría estadística, nuestra población del campo tiene acceso al agua potable, sí, pero en materia práctica la realidad es que no les llega de manera constante, y por eso debe recurrir a toda suerte de creatividades para almacenarla y contar con ella solo para las necesidades más apremiantes de sus vidas.
Me pregunto por qué, conociendo de antemano de esta realidad, no se avocan los políticos a la implementación de programas que puedan suplir esta necesidad urgente de la población y, sin duda, del cuerpo y del cerebro. ¿Acaso un menor poco hidratado puede utilizar óptimamente su cerebro para asimilar la educación que se le imparte?
Pienso que la falencia de muchos programas políticos, y de las estrategias de salud poblacional en general, es que no fueron preparados en campo, sino en salones muy refrigerados, al calor de la suave luz eléctrica y con una recurrencia a cifras frías que se han recopilado en los estudios esos que terminan siempre dentro de la cavidad metálica y oscura de archivadores.
No es posible que a esta altura, y en este país, en el que la precipitación alcanza cifras astronómicas anuales 223.8 mil millones de metros cúbicos por año, no se haya implementado todavía un sistema comunal de recolección de agua de lluvia, no se hayan articulado en los lugares más remotos e inaccesibles los mecanismos modernos de aprovechamiento de las lluvias para los hogares rurales. Me parece interesante iniciativa la que se ha realizado, por ejemplo, en el Instituto Profesional y Técnico de Monte Lirio, en Chiriquí, con una capacidad de almacenamiento de 75 mil litros de agua de lluvia, el más grande en una escuela a nivel nacional. Pero ¿por qué no se ha llevado esa iniciativa a todos nuestros centros rurales en Panamá, como un tema de urgencia nacional? Exhortamos a los candidatos a puestos de elección pública que le den la verdadera importancia que merece el problema del agua y la escasez de suministro, y que consideren que en nuestro país, catalogado como el quinto en el mundo con mayor precipitación, se pueden buscar los mecanismos modernos y eficientes de asegurar a cada poblador de nuestros campos olvidados el consumo diario y vital de por lo menos 2.7 litros de agua por día, aunque sea de lluvia.
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