Destino manifiesto: ¿Panamá: república o colonia?
- Silvio Guerra Morales
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A mi propio modo de entender, luego de la Independencia de Panamá de España en la que se centró, como epílogo de la misma, meta y logro obtenido, la fecha de 28 de noviembre de 1821 y , también, luego de la Gesta Separatista de 3 de noviembre de 1903, fecha en que decidimos constituirnos como República, soy de la opinión que todos los episodios de verdadera transcendencia política en lo que atañe a nuestra soberanía externa e interna, han estado marcados por una aborrecible intromisión e intervención de los Estados Unidos de América en los asuntos que nos competen como Estado Soberano e Independiente, Republicano y con un Gobierno Unitario, Democrático y Representativo, al tenor de lo que, literalmente, expone y prescribe el Artículo 1 de nuestra Constitución Nacional.
Basta recordar, a guisa de ejemplos, el ignominioso tratado Hay Bunau Varilla de 1903 (Y su Cláusula de Perpetuidad), del cual se ha dicho que ningún panameño firmó; del mismo modo la repulsa popular del Tratado Filós Hines de 1947 (Al final, por la presión masiva de más de 20 mil personas en las calles el día de su discusión, unánimemente fue rechazado el convenio de bases militares que se pretendía imponer); la gesta criminal e ignominiosa de nuestros estudiantes acontecida en fecha de 9 de enero de 1964; en enclave colonialista de los Estados Unidos de América que mantuvo, durante décadas, bases y estamentos de su ejército y de su policía, a lo largo y ancho de nuestra geografía nacional y que, con la celebración de los Tratados Canaleros de 1977 (Tratados Torrijos Carter y el Tratado de la Neutralidad Permanente del Canal de Panamá), creíamos había llegado a su fase final, al momento de su extinción, ese enclave colonialista del cual la nación norteña había hecho uso y abuso, de manera solapada, constante y abierta respecto a nuestro territorio, a nuestra población, a nuestras instituciones republicanas, a nuestra identidad nacional.
Ningún enclave colonialista, todo así lo indica, lamentablemente, concluyó con los Tratados Torrijos Carter. El intervencionismo no ha cesado. Sigue y continúa, con nuevas formas, nuevos métodos. Los Estados Unidos de América no ha parado de entrometerse en nuestros asuntos internos y, hoy, más que nunca, nos dicen qué hacer y qué no hacer en nuestra vida nacional y política, inclusive jurídica. Ahora, sin remilgo ni tapujo alguno, el señor Trump se enfila a despojarnos del Canal. Amenazas o inventos, intimidaciones o agenda vedada, no lo sabemos. Pero podemos a partir de esas declaraciones formular posiciones claras e indubitables.
No hay que ser miope para darnos cuenta de que hoy, a como ayer, las pretensiones del expresidente norteamericano James Monroe (Conocido por su consigna de "América para los Americanos"), aún no han pasado al rincón de los recuerdos, sino que sigue siendo la tónica que caracteriza las relaciones entre la República de Panamá y Los Estados Unidos De América.
Me causa, mucho pesar, escuchar y leer a quienes se autoproclaman líderes de opinión, calificativo que las furias mediáticas les han consignado y las cuales no dan espacio ni escenario a quienes disienten o no se avienen a sus intereses, expresar que cuando Estados Unidos, a través de sus altas autoridades y voceros, algo dice de Panamá o de un panameño, ya ello deviene o constituye una sentencia con tránsito la cosa juzgado, es decir, palabra santa y divina, en materia política y jurídica que no cabe cuestionarse ni contradecirse.
¡Qué poca proyección de nuestra propia historia tienen algunos supuestos analistas sociopolíticos¡Analizan, no pocos de ellos, todo de manera muy sesgada de la realidad. El ataque a nuestra dignidad nacional, a nuestro patriotismo y a nuestra soberanía, a nuestro Canal de Panamá, hecho por la nación del norte, a través de su recién electo Presidente Donald Trump, es algo que ni las autoridades panameñas ni los propios panameños podemos dejar a un lado como si nada sucediera. Ya han salido, en estrepitoso mugido, y no pocos se alegran y aplauden con estribillos de la más aborrecible demagogia política lo que se hace en contra de nuestro país y de la dignidad nacional. Hasta dicen que qué bueno que los EE. UU. retome el Canal. ¡Vaya manera de reaccionar!. Porque en lugar de condenar la intromisión y el intervencionismo, el irrespeto, a nuestra nacionalidad y soberanía, hasta aplauden al Tío Sam.
Nuestro vino es amargo, cierto, pero es nuestro vino y somos los panameños los que tenemos, sin renuncias, el sagrado derecho a decidir nuestros asuntos. Como bien dice mi dilecto amigo y profesor Doctor Julio Yau: ¿Qué es lo que realmente tenemos en Panamá: Embajadoras o Metiches? (Título de su Artículo de Opinión publicado en el Diario Digital El Periódico en fecha de 31 de enero de 2023). Respóndase Usted mismo amigo.
No, no nos equivoquemos. Por favor. Hay mucho más de trasfondo. Detrás de Trump hay un discurso vedado de inherencias sin límites. Todo arranca por atacar a Panamá atacando a la República Popular China. ¿Qué vendrá en el futuro inmediato? Amanecerá y veremos. ¡De momento a llenarnos de gallardía y defender a capa ya espadas nuestra soberanía y a nuestro Canal!
¿Continúa vigente la Cláusula a Perpetuidad del Tratado de 1903? ¡Dios Bendiga a la Patria!
Nota: El día 3 de febrero de 2023 El Panamá América publicó este artículo del Dr. Silvio Guerra. Hoy, con algunos leves cambios, en aras de actualizarlo, en base a las declaraciones abyectas del señor Donal Trump, quien tomará posesión como Presidente de los EEUU el día 20 de enero de 2025, se vuelve a publicar merced a su plena actualidad y vigencia.
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