Cambios
Deseos y compromisos de Año Nuevo
Vivimos en un Panamá profundamente desigual en el que uno de cada tres niños se encuentra en condición de pobreza multidimensional, carenciado de varias de sus necesidades y derechos humanos...
Cambios
Vivimos en un Panamá profundamente desigual en el que uno de cada tres niños se encuentra en condición de pobreza multidimensional, carenciado de varias de sus necesidades y derechos humanos...
Unos 146,111 trabajadores y trabajadoras se encuentran desempleados, mientras que 716,113 de los que lograron obtener una ocupación se encuentran en condiciones de informalidad. Foto: Víctor Arosemena. Epasa.
El primer día del nuevo año, el 1 de enero, es una fecha en que tradicionalmente nos deseamos mutuamente prosperidad, en la que también pensamos en cuáles serán nuestras metas y compromisos para el año que se inicia.
La inmensa mayoría de los panameños y panameñas deseamos cosas sencillas, pero fundamentales.
Todos quisiéramos vivir en un país en que cada uno de sus habitantes, nuestros hijos, nietos, vecinos y conciudadanos, puedan tener acceso pleno a la seguridad alimentaria, a la educación de calidad, a un empleo decente con un ingreso que permita llenar las necesidades básicas de la familia, a una salud que asegure una vida activa y prolongada, a vivir en un ambiente de paz con seguridad ciudadana, a tener una institucionalidad efectiva, un gobierno guiado hacia el bien común y un sistema de justicia imparcial y eficiente.
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Se trata, lastimosamente, de deseos que han venido siendo frustrados sistemáticamente.
Vivimos en un Panamá profundamente desigual en el que uno de cada tres niños se encuentra en condición de pobreza multidimensional, carenciado de varias de sus necesidades y derechos humanos, en el que, además, 400,000 personas se encuentran, en medio de una supuesta abundancia económica, en condiciones de subalimentación.
Vivimos, además, en un país en que 146,111 trabajadores y trabajadoras se encuentran desempleados, mientras que 716,113 de los que lograron obtener una ocupación se encuentran en condiciones de informalidad.
Se trata de un problema que impacta principalmente a los más jóvenes.
Baste recordar que la desocupación afecta al 16.7% por ciento de los jóvenes que están entre los 20 y 24 años, cifra que se eleva hasta 24.5% cuando se trata de mujeres que se encuentran en esas edades.
En la educación se vive una clara situación de precariedad.
Es así, que según el Banco Interamericano de Desarrollo, el 46.0% de los jóvenes con suficiente edad para haber completado la educación media no lo han logrado.
A esto se suma que, de acuerdo al Banco Mundial, un niño que nace hoy en nuestro Panamá solo tiene en promedio la posibilidad de desarrollar el 53.0% de sus capacidades productivas.
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Panamá es hoy un país con una institucionalidad en condiciones críticas.
El gobierno se ha constituido en palanca de acumulación de ganancias para los sectores económicamente dominantes que financian las campañas políticas, regidas estas por un sistema electoral corrupto al servicio de dichos sectores.
El deterioro del sistema de justicia no solo es evidente, sino que el mismo se ha convertido en una institución perversa.
Una prueba evidente del desastre institucional del país son los recientes y dolorosos hechos ocurridos en muestro sistema penitenciario.
No se trata que el país no tenga los medios para resolver sus problemas de equidad social.
De hecho, de acuerdo al Banco Mundial, somos un país de altos ingresos, con un ingreso nacional bruto anual por persona de más de $14,230.
El problema es la concentración de los mismos, que nos lleva a ser el sexto país con mayor desigualdad en el mundo.
El Estado tiene la posibilidad de resolver el conjunto de los problemas sociales.
Esto se podría dar si, por ejemplo, se utilizaran adecuadamente los más de $ 1,700.0 millones que le entrega este año el Canal de Panamá al Gobierno central, a lo que se sumarian los más de $4,700.0 millones en impuestos que los malos empresarios le evaden al fisco.
A esto se tendrían que sumar los efectos de la corrupción.
Nuestro compromiso de año nuevo es entonces claro: luchar con todas nuestras fuerzas por cambiar el actual modelo socioeconómico.
El primer paso es derrotar el proyecto oligárquico de reformas constitucionales.
Feliz Año Nuevo para todos en la búsqueda de la democracia, la justicia social y la sostenibilidad ambiental.
Economista.
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