Análisis
Demografía y migración
- Luis Alberto Camaño J. (Docente universitario)
Uno de los problemas más agudos y preocupantes a los que se enfrenta la humanidad del siglo XXI es el crecimiento de la población mundial, con su secuela de inmigraciones entre naciones, e incluso entre continentes, motivados por problemas políticos en sus países de origen o por la búsqueda de una mejor calidad de vida (como lo experimentamos en Panamá, en la actualidad).
Para cualquier país, por más alto grado de desarrollo económico y tecnológico alcanzado, un aumento incontrolado de su población, ya sea por un crecimiento vegetativo o por causales de inmigración externo, plantea una serie de previsiones que hacer en sus planes de desarrollo para sus gobiernos, pues estos incrementos rápidos de población significan fuertes presiones para los sistemas de salud, educación, vivienda, transporte y empleo.
En Panamá, el crecimiento poblacional, según el censo del 2010, se estimó en 3,350,000 habitantes y para el 2025, la población será de más de cuatro millones en un área de solo 75,517 kilómetros cuadrados, lo que significará hacer un uso muy racional y estricto de los recursos naturales y económicos del país.
Es de destacar también la desigual distribución de la población en el territorio, manifestándose por un lado una gran dispersión en el área rural con su característica presión particular sobre las áreas de nueva colonización (tierras nuevas montañosas ocupadas por los bosques tropicales) y, por otro, las regiones de inmigración tradicional como el área metropolitana, que ha afectado ya en forma grave las cuencas hidrográficas de los ríos Juan Díaz, Pacora, Cabra, Matías Hernández, Chagres y el lago Alajuela, nuestra principal toma de agua, amenazado ahora por concesiones para la explotación de piedra caliza en sus cercanías.
Desde otra perspectiva, las consecuencias de la movilidad de la población de las áreas rurales de producción agrícola y ganadera hacia las áreas urbanas presentan un fenómeno particular, en el cual cada vez menos habitantes del agro tienen la responsabilidad de producir con técnicas tradicionales, de rendimiento limitado, alimentos para un gran contingente de población en continuo aumento.
Las consecuencias de estos desplazamientos internos de población, provocados por disparidades en el desarrollo regional del país, son aún peores, pues importantes contingentes de población rural, sobre todo de jóvenes en edad productiva, abandonan el agro para buscar mejores condiciones de vida y futuro en el área metropolitana, que al no encontrar, por falta de una preparación técnica, se ven marginados de las oportunidades que brinda a la población local los altos índices de crecimiento de la economía panameña, convirtiéndose en obreros, muchas veces, mal remunerados y explotados, que no tendrán acceso a una calidad en la vivienda, en la salud y en la educación para su familia, quedando expuestos a los problemas sociales por todos conocidos y que reproducen la pobreza en forma cíclica y permanente.
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