Desconocimiento
Delincuencia: sistema acusatorio y sofismas
- Silvio Guerra Morales
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...no se trata tan solo de incompetencia o de incapacidad, sino de indiferencia para advertir el fondo del asunto y aún cuando se conozcan las causas y las raíces de la creciente ola de criminalidad, simplemente no se abordan o atacan de manera frontal.
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Todo el problema del sistema radica en que no pocos fiscales siguen operando con las reglas del viejo, oprobioso y engañoso sistema inquisitivo. Foto: Archivo.
Cuando se pierde el contexto racional de las cosas: sean hechos, situaciones concretas, problemas, en fin, corremos el riesgo de poner "soluciones" que, en forma y fondo, son verdaderos engaños.
Los hechos son siempre cuestiones sometidas a la interpretación.
De allí que un hecho puede ser advertido por una o más personas de tal o cual forma, entre tanto, otros lo verían de distinto modo y, consiguientemente, harían interpretaciones de ese hecho presentándolo y describiéndolo conforme ha sido percibido por el observador o intérprete.
De modo tal que la inteligencia, la posición del observador del hecho, su capacidad rigurosa de análisis, los estados emocionales o pasionales, son, entre otros, factores que hay que considerar para analizar un hecho y presentar soluciones a los problemas que se hayan generado.
Recientemente, se ha dado a conocer, por diversos medios periodísticos, que el Gobierno introducirá reformas importantes, y no pocas, al nuevo modelo de juzgamiento penal panameño y cual es el sistema procesal penal de corte acusatorio.
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Ello ha sido cobijado, según se nos ha informado, en las mentes de altos jerarcas del Ministerio de Seguridad, de la Policía Nacional, del Ministerio Público y otros estamentos del Estado relacionados con el tema de la seguridad ciudadana y de la justicia.
Ya, semanas atrás, el propio ministro de Seguridad había hecho señalamientos, a mi juicio, un tanto apresurados, expresando que la culpa estaba en este sistema porque la Policía capturaba a los delincuentes y los jueces los soltaban.
Aclaro que a este argumento siempre se ha recurrido, en todos los gobiernos, para tratar de eximirse de toda responsabilidad frente a la incapacidad o la incompetencia para afrontar el grave problema de la creciente criminalidad.
Aunque soy del criterio que no se trata tan solo de incompetencia o de incapacidad, sino de indiferencia para advertir el fondo del asunto y aún cuando se conozcan las causas y las raíces de la creciente ola de criminalidad, simplemente no se abordan o atacan de manera frontal.
Aunque suene cansón, pero hay que repetirlo, el sistema educativo sigue fallando, anda de tumbo en tumbo.
Se trata de un sistema que se quedó en el pasado y sigue predicando el falso paradigma de que la educación funciona memorísticamente sembrando en los muchachos datos que inclusive, muchos de ellos ya han pasado por el filtro de estricta rigurosidad científica y filosófica y han sido, cuando no modificados, desmoronados.
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Al decir de Foucault, la educación se ha "normalizado", se ha hecho costumbrista.
El sistema ha venido funcionando sin filosofía.
Las instituciones educativas adolecen o carecen de principios y reglas que orienten o fijen hacia dónde se quiere conducir a la niñez y juventud de nuestro país.
Nada se dice de cuál es el tipo de hombre que queremos formar con singular énfasis en las materias o profesiones que se requieren en el país y en el mundo.
Todo ello en función de una patria grande y sólida en los pilares de la educación.
Si Soren Kierkegaard definió los estadios por los que atraviesa el hombre: estético, ético y espiritual –religioso-, al menos esto podría servirnos para idear un método en la educación encaminado a llevar al niño, al joven, al adulto hacia una trayectoria de superación personal que lo concluya como una persona que ha vivido, ha sabido vivir y ha colaborado con la familia, la sociedad, con el Estado.
El mal o los padecimientos de la justicia penal en nuestro medio no se encuentra, de ninguna manera, en las normas procesales o en las leyes penales.
No, por allí no es la lectura que hay que hacer.
Reformas al sistema acusatorio: las que sean, siempre y cuando no adulteren la esencia de este sistema: el fiel apego y respeto a los principios y reglas del garantismo constitucional y penal.
No podemos retroceder, no puede haber marcha atrás.
Fiscales ni jueces, policías ni investigadores pueden prestarse a este intento oprobioso de destruir el sistema pretextando que se combatirá la ola de la delincuencia.
Esto es un engaño.
Todo el problema del sistema radica en que no pocos fiscales siguen operando con las reglas del viejo, oprobioso y engañoso sistema inquisitivo.
Aún no terminan de comprender que las reglas del juzgamiento penal cambiaron.
Aún no les ha amanecido.
La luz aún no ha iluminado la oscuridad procesal en que viven.
Y soslayan que la defensa del sistema acusatorio es un canto a la dignidad humana.
A la libertad.
Que los atropellos y los allanamientos sin límites y con saña, alevosía y maldad, deben pasar o quedar en la historia negra de nuestro juzgamiento penal
Abogado.
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