Panamá
Del Holocausto al Genocidio
- Gregorio Urriola Candanedo
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- - Actualizado: 25/2/2024 - 12:00 am
La última sesión del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (martes 20 de febrero de 2024), y la votación propuesta para decretar el alto al fuego definitivo en Gaza, a fin de detener la operación de limpieza étnica que está adelantando el Estado israelí contra la población palestina y que ya alcanza a estas fechas unos 30 mil muertos (un 70% menores de edad), muestra el grado de deshumanización al que hemos llegado.
No sólo exhibe la verdadera motivación imperial de los Estados Unidos de América como último responsable de este crimen de lesa humanidad que ya, por enésima vez veta una resolución del Consejo de Seguridad que impide que la ONU cumpla su misión sustantiva de garante de la paz mundial. Este proceder de los Estados Unidos de América expresa su determinación de sostener su "portaviones" geográfico en Medio Oriente.
Y esto, más allá de toda consideración ideológica o de proclividades políticas, este proceder en el Consejo de Seguridad pone de relieve el fin "efectivo" del orden internacional post Segunda Guerra Mundial. Todo parece evidenciar que ya entramos en ese orden pluricéntrico y el fin de la hegemonía norteamericana sobre el resto del mundo, y que un nuevo orden legal será necesario para gestionarlo más allá de los actuales 5 grandes de la ONU.
Ante estos hechos tan lamentables como trágicos, es inevitable preguntarse "¿Cómo hemos llegado hasta aquí?" Y más allá de nuestra antipatía o simpatía por el pueblo judío o el judaísmo -del que el cristianismo es tributario al igual que el propio Islam-¿cómo es posible -repito- que el Estado israelí se haya metamorfoseado del Estado de acogida de los judíos de la Diáspora, y de los sobrevivientes de los hornos nazis y del pensamiento fascista de la "Solución Definitiva", a un Estado cuyos máximo dirigentes proclaman hoy sí y mañana también el derecho divino inalienable a ocupar Palestina.
Y esto es bueno decirlo con todas sus letras pues no se trata de un Primer Ministro extremista desquiciado (Benjamín Nethanyahu), ni de la postura ideologizada de un partido radical sionista, sino de resoluciones del Parlamento israelí (el Knéset) y de que, según encuestas en Israel, al menos una parte muy sustantiva de la población judía en Israel aboga por la guerra "hasta el último palestino" (que eso es en la práctica acabar con Hamás hoy), la limpieza ética y la expulsión de casi dos millones de gazatíes de los territorios legítimamente palestino e ilegítimamente ocupados "de facto" por Israel.
El Estado israelí se niega, con el respaldo militar y financiero de los EEUU y Gran Bretaña, a no consentir la creación del Estado Palestino según lo fijó en su día la resolución No. 181. del año 1947, y las sucesivas directrices de la comunidad internacional a través de las resoluciones de la ONU que otrora también los angloamericanos y sus primos insulares también validaron (Sobre este asunto con gran provecho véase la larga lista en: https://es.wikipedia.org/wiki/Resoluciones_de_la_ONU_sobre_el_conflicto_%C3% A1rabe-israel%C3%AD). Y es que no podemos olvidar que Israel es un estado autoproclamado el 14 de mayo de 1948, reconocido por una gran parte de la comunidad internacional, pero cuya constitución siempre estuvo "amarrada" a la correlativa creación de un Estado Palestino en Palestina, con fronteras claramente fijadas en una resolución del Consejo de Naciones Unidas en 1947, a la cual las naciones árabes se opusieron, pues no vieron equitativa la instauración "su# territorio de un ente jurídico artificial, impulsado sobre todo por Inglaterra y los EEUUU.
Israel aduce que su respuesta brutal es una respuesta al ataque terrorista, de una organización terrorista, y que la guerra es para preservar la existencia del Estado Israelí. Israel olvida que ellos mismos sostuvieron y financiaron Hamás mientras le fue útil hacerlo, es decir, mientras convino a Israel dividir la población palestina entre los partidarios de Hamas y los de la Autoridad Nacional Palestina, es
Cisjordania. También conviene recordar que tal como los propios judíos emprendieron acciones terroristas contra los ocupantes ingleses (recordemos los grupos de David Ben Gurión y Moche Dayán en su día) que administraban esos territorios antes de 1964, hoy los palestinos gozan del derecho de combatir por todos los medios a su alcance a un Estado que los sojuzga y somete, y que además permite asentamientos de colonos radicalizados judíos que arremeten impunemente con los pobladores originales de esos territorios.
Cierto es que el ataque terrorista del pasado 7 de octubre de 2023 es eso, un ataque terrorista, y como tal tiene nuestra repulsa más absoluta y debe merecerla de cualquier humanista en todo el mundo. No obstante, el asesinato de 1300 mil judíos y el secuestro de 250 persona, no excusa el bombardeo indiscriminado de población civil, la destrucción sistemática de las ciudades, escuelas, hospitales, mezquitas, iglesias y demás infraestructura (territorio arrasado, imposible de rehabitar de inmediato), y la sistemática supresión de la ayuda humanitaria para 2 millones de gazatíes que malmente sobreviven hoy en toldas al sur de Gaza, casi exánimes.
Además, que Israel haya ya sondeado a Egipto o al Congo para reubicar a esos 2 millones de personas, indican con claridad prístina que se trata de un genocidio y de una guerra de limpieza étnica cuyo único fundamento es la supuesta restitución a los judíos del Siglo XXI de la promesa de Yahvé en el año antes de Cristo. Esto no lo puede ni de aceptar nadie en su sano juicio. Tanto más cuanto también se sabe que en el lecho marino frente a Gaza contiene minerales importantes y son vitales para el desarrollo de la vida económica de un eventual Estado palestino ribereño del Mediterráneo, razón económica que también explica esta sinrazón.
Ciertamente el lobby judío es poderoso en los EEUU y en casi todo el occidente, donde financian partidos, y ponen y quitan gobernantes según sus intereses, y su larga mano manipula medios masivos de comunicación y sostiene gobiernos o los declara non gratos según callen temerosos o se atrevan a denunciar los crímenes que aquí denuncio. Pero desde el , las naciones civilizadas del orbe (y no sólo en Occidente) sino en todo el mundo, de África a China, de la India los propios EEUU, deberían retirar sus delegaciones diplomáticas da Israel y cortar toda ayuda militar y económica al régimen genocida de Netanyaju, hasta que pare la guerra, se coloque en Gaza y Cisjordania un contingente plurinacional de fuerzas de paz que controle las fronteras y se convoque una conferencia de paz, con los EEUU, Rusia, China e India y Brasil como garantes, para que las partes, y luego también todas las naciones árabes reconozcan al Estado de Israel, y se abran canales de cooperación entre todas las naciones de la región. , Esto puede tomar algunos años, tal vez una década, pero será siempre preferible al horroroso genocidio que se está perpetrando frente a nosotros.
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