Reflexiones
A debatir se ha dicho
- Félix L. Figueroa
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... muchos hasta llegaron a decirme que no perdían su tiempo presenciando la misma pen… ni oyendo la misma "cantaleta" de ocasiones anteriores; que estaban cansados de lo mismo de siempre.
Una gran lástima que los organizadores del debate no incluyeran, entre las reglas del juego, que los micrófonos se cerrarían a quienes incurrieran en diatribas e insultos para descalificar a sus compañeros. Foto: EFE.
Después de una Jornada Mundial de la Juventud de la que todos nos sentimos sumamente orgullosos, presenciamos un debate electoral en el que algunos candidatos se dedicaron a sacarse trapos sucios, ofenderse y burlarse de errores cometidos en el pasado.
Esta situación nos obligó a interrogarnos si quienes protagonizaron esos discursos desgastantes, propiciarán la paz que anhelamos vivir los ciudadanos de Panamá, aterrorizados por la inseguridad, empobrecidos por el alto costo de la vida, atormentados por la falta de agua y fatigados por los tranques que son la rutina de cada día.
Para la fecha en que se celebró la actividad, creíamos haber madurado y, por tanto, esperábamos escuchar compromisos y propuestas que se llevarían a cabo a corto, mediano y largo plazo, pero no fue así; por el contrario, nos aburrimos, nos sentimos irrespetados, decepcionados, etc.
Fue poca la ayuda que se nos prestó para cumplir la difícil tarea de hacer una buena escogencia en las elecciones de mayo.
Para asegurarme que no era yo el anormal exigente, investigué en todas las direcciones; pregunté a vecinos, amigos, familiares, trabajadores, taxistas, etc.
Sobre ¿qué tal les pareció el debate?
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Para mi conformidad, muchos coincidieron con mi apreciación y hasta llegaron a decirme que no perdían su tiempo presenciando la misma pen… ni oyendo la misma "cantaleta" de ocasiones anteriores; que estaban cansados de lo mismo de siempre.
Otros, en lugar de responder a mi inquietud, me repreguntaron si eso era un debate, porque ellos entendían que debate venía de debatir y debatir significa formular planteamientos en torno a un tema, sus implicaciones, su cuándo, su cómo y su cuánto, etc.
En este caso, los grandes problemas del país.
En esto tienen toda la razón.
Me sentí orgulloso de esos panameños que al igual que yo, conciben la política con una óptica diferente a la politiquería tradicional, porque exigen revelaciones interesantes científica y lógicamente hilvanadas que hagan recapacitar y determinar cuál es más creíble o como dicen algunos por ahí, el más potable.
Fue una gran lástima que los organizadores del debate no incluyeran entre las reglas del juego que los micrófonos se cerrarían a quienes por las razones que fueren, osaran incurrir en diatribas e insultos para descalificar a sus compañeros.
Esto hay que decirlo tan alto como se pueda en forma repetida para que los aspirantes reflexionen sobre su postura y de ahora en adelante hagan lo que deben hacer.
Ellos bien lo saben.
Hoy no tenemos tiempo que perder.
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