Recuento histórico
De Garzas, Àguila Harpía, Murales y Juegos de Antaño
Las garzas que Ricardo Miró obsequió a su amigo presidente Belisario Porras, que luego se convierte como Palacio de las Garzas simbolizan así las concepciones de la memoria histórica del país y de su prolongada historia de agresión que han sido ignoradas o malinterpretadas.
- Rommel Escarreola Palacios [email protected]
- - Publicado: 30/7/2019 - 12:00 am
En foto de archivo, una visita de niños al Palacio de las Garzas. La llegada de las garzas a la casa presidencial, se produce durante el tercer periodo del mandato del presidente Belisario Porras (1920-1924). Foto Cortesía.
La presencia y traslado de las garzas que habitaban el palacio presidencial al Parque Municipal Summit ha suscitado, una polémica entre la ciudadanía.
Unos defienden su permanencia en el palacio presidencial como símbolo de la nacionalidad y otros defienden su traslado por razones ambientales.
Es importante, para ello, hacer un recuento histórico para conocer la presencia de las garzas en el palacio presidencial y el carácter simbólico que representa en la cultura histórica nacional.
El palacio presidencial ubicado en el barrio de San Felipe fue construido en 1673 y, desde entonces, ha sufrido muchas transformaciones no solo en su fachada y estructura, sino como institución pública.
Ha pasado por incendios (1756), luego fue en el siglo XIX, la Escuela de Varones (1872-1875), Casa de Gobierno, sede del Banco Nacional, hasta que el 3 de noviembre de 1903, día en que nos separamos de Colombia fue convertida en sede del Palacio Presidencial.
Pero el gran misterio que rodea a la ciudadanía es de dónde salieron las garzas.
¿Será una superstición de algún mandatario para el éxito de su administración, un simple capricho de un mandatario?
La respuesta es no.
La llegada de las garzas a la casa presidencial se produce durante el tercer periodo del mandato (1920-1924) de Belisario Porras, quien recibe el obsequio, de parte del poeta Ricardo Miró, amigo del entonces presidente, de una pareja de garzas traídas de las selvas del Darién para adornar el patio de acceso al Palacio en 1922.
Pero porqué el poeta Miró se le ocurrió regalar unas garzas al entonces presidente de la República.
Si nos miramos desde la perspectiva del ciudadano del siglo XXI, nos parecería ridículo tal obsequio.
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Sin embargo, para esa época obsequiar garzas no resultaba una postura ridícula y menos de una personalidad como Ricardo Miró quien gozaba de tanta popularidad en esa década entre la población panameña por sus poemas que describen la naturaleza y fauna panameña como el ruiseñor, la gaviota y las garzas, elementos estos que sustituyen a la fauna exótica del cisne y la cigüeña, de la corriente evasiva de la poesía modernista.
Para conocer la simbología de las aves que en este caso es la garza hay que conocer la estética del modernismo.
Hay que destacar que el poeta Ricardo Miró pertenece a la tercera generación moderna, también conocida como generación posmodernista, según Aristides Martínez.
En este sentido se incluye en la etapa mundonovista, es decir surge el sentimiento americanista al emplear la naturaleza americana, en vez de países lejanos y exóticos.
Hay que destacar que Ricardo Miró crece con los inicios de la vida republicana.
Él escribe su poema Patria en 1909 a seis años de la separación de Colombia y faltando cinco años de la inauguración del Canal de Panamá.
Las interpretaciones que hacen de su poema “Patria” se acogen siempre sobre dos ejes temáticos: amor a la patria y nostalgia de la patria.
No obstante, según su hijo, Rodrigo Miró, en el discurso que hiciera en la Academia Panameña de la Lengua, el 25 de octubre de 1978 como miembro, Patria en su contexto histórico, evoca un amor a la patria y nostalgia de la patria, pero estos no fueron los motivos más importantes de ese poema, sino el contexto político cultural de nuestro país durante los 6 primeros años de vida republicana, donde el poeta cuando fue director de Nuevos Ritos, el 15 de abril de 1908, se sentía desengañado, por lo que tuvo que fungir de cuentista, de crítico, de corrector de pruebas, para engañar a la América, para hacerle creer que no nos volvemos yanquis por minutos.
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Con ese estado de ánimo maltrecho viaja a Europa, en noviembre de 1908, recién cumplido 25 años y escribe el poema Patria.
Si bien es cierto que cinco años antes Ricardo Miró había visto, con regocijo, a su patria convertirse en un país independiente, pronto esa alegría se transformó en dolor por las acusaciones que señalaban a Panamá como un protectorado de los Estados Unidos de América, obtenido con dinero y un canal.
Por lo que Ricardo Miró, que siempre simboliza su yo lírico mediante aves como garza y la gaviota, era un panameño no solo agobiado por la nostalgia, sino por el ultraje a su honor nacional.
Dentro de este contexto histórico-político, la figuración de las aves que reinan en su poema véase la garza, el poema del ruiseñor, la última gaviota representan el espíritu de un poeta abatido por la presencia norteamericana y admira la fauna nativa que presenta lo nacional, como se advierte en este fragmento de la garza.
Miró se aferra al simbolismo y descubre en él, la forma de expresión de una identidad que se forja con norte de la construcción del nuevo Estado.
Las garzas me enloquecen... Su blancura,
su mudez, el dolor que las aqueja,
me empujan a quererlas con ternura...
Yo tengo la infinita desventura
de amar lo que se va, lo que se aleja...
En este sentido, las aves como la garza, que representan la naturaleza panameña, simbolizan no solo la elegancia pictórica y nìvea, sino en el trasfondo representan la identidad nacional panameña, así como el águila harpia que adorna nuestro escudo nacional, la Flor del Espíritu Santo, la flor nacional.
Las garzas que Ricardo Miró obsequió a su amigo presidente Belisario Porras, que luego se convierte como Palacio de las Garzas simbolizan así las concepciones de la memoria histórica del país y de su prolongada historia de agresión que han sido ignoradas o malinterpretadas.
Son expresiones del amor terruño, la añoranza y la ilusión que revitalizan el sentimiento patrio.
Las paradojas del cosmopolitismo y las ansiedades de la tecnología moderna han producido la alienación de la penetración cultural que impide la comprensión del legado histórico como el que acabamos de referirnos sobre el obsequio de las garzas del poeta Ricardo Miró al presidente Porras, dado que, en la actualidad, la identidad nacional es convertida en mueca con el fin de cancelar la memoria histórica.
La nueva inquisición trata de borrar el sentir nacional para traficar como mercenarios y acabar con la cultura.
Ni el Águila Harpía, ni las estatuas de los juegos de antaño secuestradas del Parque Omar tienen significado, y menos los murales de 37 artistas plásticos destruidos a mazazos que existía en el mencionado parque por la anticultura en una fiesta de aquerare de superflua improvisación y vergonzante supuesta renovación cultural.
La anticultura nos lleva, entonces, a la muerte de tres garzas y el robo del Águila Harpia, la misteriosa desaparición de las piezas arqueológicas de la caja fuerte con un valor de $ 200.00.00 del Museo Reina Torres de Araúz.
Esto sin olvidar las estatuas del antaño con un peso de 70 toneladas que salieron caminando del parque Omar, esto unido al grave e imperdonable cierre de museos.
Profesor de Filosofía e Historia.
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