Darle su merecido
- Monseñor Rómulo Emiliani cmf.
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En la justicia humana hay que darle su merecido a cada uno por sus actos. Y en la justa medida. Por eso los jueces deben ser totalmente imparciales y no dejarse llevar por sus sentimientos, emociones, prejuicios y no permitir presiones de la opinión pública ni de ningún poder alguno para dictar sentencia. Esto es lo ideal. Pero sabemos que hay juicios mediáticos; que los medios de comunicación, incluyendo a las redes sociales, tienen una gran influencia en la opinión pública y pueden condenar o absolver a una persona antes de un juicio. Y el juez debe ser una persona íntegra, de gran personalidad, de criterio sólido, de vasto conocimiento jurídico, que imparta justicia de la manera más pura posible, resistiendo toda fuerza externa interesada en hacer prevalecer sus intereses particulares. Aquí está el ideal y por eso un Estado de derecho apoya al sistema judicial y lo tiene como columna vertebral de su ordenamiento social. Las leyes y el cómo se ejecuten, cómo se cumplan, cómo se respeten nos harán ver qué clase de pueblo y país tenemos. Cuando reina la injusticia, la trampa, el soborno, el poder del más rico, las influencias, los apellidos, la mentira y la calumnia, y las leyes no se cumplen, viene el caos, el desorden total, y se tambalea todo el ordenamiento social, cayendo en el dominio de la fuerza tribal más grande, sea económica, política, racial o religiosa. Y desde tiempos inmemorables, hasta el día de hoy, inclusive, la tribu dominante usa la fuerza, sea de un hacha de piedra o de misiles, de las flechas o los aviones de combate, de la honda o los grandes capitales para ejercer dominio. Por eso el poder de las leyes y el cumplimiento de las mismas es lo que puede frenar, sujetar y controlar las fuerzas tribales vengan de donde vengan.
Pero las leyes divinas siempre se cumplirán y aunque aquí en la tierra haya transgresiones continuas a las leyes humanas, lo que Dios ha señalado como bueno y como malo siempre será igual y todos aquellos que consciente y libremente falten a esas leyes serán juzgados con severidad de acuerdo a la gravedad de su desobediencia. Nadie se escapará del juicio divino. Y hasta la última tilde de la ley divina se cumplirá y su desacato será juzgado de manera totalmente justa. Por eso habrá un juicio final donde Dios con su eterna sabiduría juzgará a todo ser humano de acuerdo a sus obras. Claro que Dios es misericordioso y lo perdona todo, pero si hay arrepentimiento auténtico y corrección del comportamiento. Pero cuando ya uno muera, no habrá posibilidad de arrepentimiento y pedir perdón. Deber ser todo hecho en vida, ahora que estamos a tiempo.
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