Justicia
Cuidemos el planeta Tierra: vivir o extinguirnos
- Silvio Guerra Morales
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- Ramiro Guerra Morales
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Cada vez que escuchamos a las más altas autoridades del Canal de Panamá expresarnos la enorme preocupación que los embarga en torno a los niveles bajos de agua dulce necesaria o indispensable para la operación del Canal, quedamos aterrados.
![Nos hemos convertido en los autores de nuestra propia destrucción. Foto: Archivo.](https://www.panamaamerica.com.pa/sites/default/files/planeta_tierra_contaminacion_clima.jpg)
Nos hemos convertido en los autores de nuestra propia destrucción. Foto: Archivo.
No hace mucho tiempo, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) hizo un enérgico llamado de atención a todas las naciones dado que poco se está haciendo para cumplir con el decálogo de medidas para evitar el colapso de la tierra.
Los desastres naturales, merced al cambio climático, están a la vista; el sobrecalentamiento de la tierra sigue en ascenso; la capa de ozono se nos presenta con agujeros que van en aumento; y, toca decirlo, la industria química sacando productos que causan estragos en la población.
Como consecuencia de estos fenómenos se advierte cómo inmensos bloques de zonas de hielo se han descongelado aumentando con ello el nivel del mar y, por otra parte, los mares tomando porciones de tierra firme, viéndose afectado, de modo directo, los cordones poblacionales que habitan a orillas de los mares o de sus costas.
Cientos de ríos han desaparecido y el agua indispensable para el consumo humano escasea por doquier.
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Esto es realmente alarmante, apocalíptico.
Debemos tener presente que no somos un mundo aislado o una isla.
Panamá ya sufre las consecuencias de estos fenómenos.
Cada vez que escuchamos a las más altas autoridades del Canal de Panamá expresarnos la enorme preocupación que los embarga en torno a los niveles bajos de agua dulce necesaria o indispensable para la operación del Canal, quedamos aterrados.
Se nos advierte, por otro lado, que muchos ríos han muerto y las potabilizadoras, algunas de ellas condenadas a ser chatarras, pensamos de inmediato en los miles de panameños con dificultades para acceder al vital líquido.
Recordamos, en ese sentido, lo expresado en un artículo que fue publicado hace ya algunos años, "La Dialéctica de la Naturaleza" (Autoría de Ramiro), donde, parafraseando a Kofi Annan, se sostenía que eso de los "desastres de la naturaleza" es un verdadero eufemismo, por cuanto que el artífice y autor, responsable directo, en primer grado, de estas crecientes embestidas de la naturaleza, realmente somos nosotros, los seres humanos.
Sin duda alguna que hemos perdido la noción o el concepto de que somos la parte pensante de la naturaleza –homo sapiens-homo fabere –pensantes y constructores- y, por otra parte, tristemente nos hemos convertido en el elemento o factor más irracional en la naturaleza.
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Nos hemos convertido en los autores de nuestra propia destrucción.
Y qué decir de los locos, cabezas huecas que dirigen Estados y naciones.
Se les advierte abogando por la destrucción de enormes porciones de reservas forestales, auténticas selvas, que son los pulmones del planeta.
Uno de esos dirigentes ha señalado, sin reparo alguno y hasta con cierto desparpajo, con absoluto irrespeto a los que pensamos un poquito y pretendemos ver las cosas más allá de nuestra nariz, que todo esto es falso; que es puro cuento chino esto del desastre de la naturaleza como consecuencia del cambio climático y, llama poderosamente la atención, que si a Jair Bolsonaro, el recién electo presidente de Brasil, si no se le frena, terminará dando curso, a la destrucción de la Zona del Amazonas.
Aquí en Panamá, lo denunciamos, también tenemos a los Bolsonaros.
Todos sirviendo, con un apetito voraz, a la gula asombrosa de un capitalismo salvaje que nada le importa con el planeta Tierra, con la gente que lo habitamos.
A esa gente no se le puede llamar derecha o derecha extrema ni fascistas.
Preferimos llamarlos "Soldados del Apocalipsis".
Son bestias salvajes, voraces, que hacen el trabajo sucio de traer la destrucción y la miseria.
A todo lo anterior, agregamos, la real amenaza es lo que algunos científicos, ya han señalado: Que ante la eventual ocurrencia de una guerra nuclear, el planeta (también léase "nosotros") retrocederá (si es que no vuela en mil pedazos) en miles de años.
Al parecer, la mentalidad colectiva, pero irracional, de una cultura suicida está ganando espacio y aceptación.
Sin embargo, es de acotar que todavía estamos a tiempo de poder salvar nuestra casa grande: La Tierra.
O, de una vez por todas, empezamos a tomar conciencia de la necesaria tarea de cuidar nuestros bosques, fuentes de agua viva: ríos, riachuelos, quebradas, pozos, ojos de agua, etc., o, cada día más, nos aproximamos a la orilla de un precipicio del cual, en caída o en picada libre, no hay posibilidad de sobrevivir.
La Justicia, en este sentido, tiene mucho que decir: simplemente que sus decisiones se hagan respetar con energía y autoridad.
Si no es así, mala suerte corremos los que aún creemos en ella.
Abogados.
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