Panamá
Cuervos y mirlos
- Alonso Correa
- /
- [email protected]
- /
Hay corrientes oscuras inundando constantemente la psique del hombre, ríos de brea arrasando las nociones que creíamos creer.
Hay corrientes oscuras inundando constantemente la psique del hombre, ríos de brea arrasando las nociones que creíamos creer. Somos criaturas que, por haber nacido de las bestias, tenemos facetas que nos aterran, partes de nuestra consciencia que procuramos mantener escondidas de la luz.
Las reprimimos en nuestras entrañas, nos tragamos la bilis que brota de sus palabras, luchamos con nosotros mismos día a día para poder mantener el control sobre nuestros impulsos.
Estamos en una constante batalla con la cueva de nuestra cabeza, peleando con las sombras que aparecen en los murales sin darnos cuenta de que podríamos escapar, salir de la caverna y descubrir un mundo nuevo fuera de la penumbra de la lucha. Estamos tan atados a seguir pendientes de las sombras que no reconocemos los patrones tan simples que la vida nos lanza a la cabeza, nos hemos vuelto prisioneros de nuestra propia conformidad.
Vivimos pensando que todo pájaro negro es un cuervo, aterrados de busca, de investigar, de maldecir, de bailar, de jugar. Nos amarramos a una rutina por la simpleza mental que representa, por nada más. Porque una rutina, aunque nos drene el alma, siempre será más sencilla que vivir sin miedo.
Pero los barrotes de nuestra cárcel no son para que nosotros no escapemos, sino que para que nadie entre; nos hemos vuelto los esclavos perfectos, esos que creen ser libres en su confinamiento. Le rehuimos a la experimentación, nos desagradan aquellos que viven en la lejanía de la exploración constante. Y, lejos de lo que se puede llegar a entender de estas líneas, no me refiero al hecho de dejarlo todo y largarse a donde el cielo se refleje en la luz.
Con la frase "la lejanía de la exploración constante" estoy hablando de lo que nos hace humanos, la esencia primordial de toda ciencia, la reflexión, el debate, la duda; eso que nace desde la más primigenia curiosidad.
Ya no alimentamos nuestro pensamiento, ya no le prendemos fuego a nuestros santuarios. El conformismo mata, nos oxida, nos pudre. La única manera de combatirlo es saliendo allá afuera, lejos de las sombras de la caverna, y cautivándonos con la belleza de la prístina luz del amanecer. ¿Qué sentido tiene no convulsionar los pilares de nuestra identidad, metamorfosear nuestras creencias, tirar abajo unos ideales y descubrir que entre los escombros de lo que una vez fuimos, está escondida la fortaleza para construir un pensamiento único, renovado y funcional?
Solo la guerra total, de esa que tanto se escribió en la época napoleónica, contra el enemigo atrinchera en nuestra cabeza, nos hará líderes de nuestro discernimiento. La reclusión parcial de los impulsos solo hace que la presión sea mayor, el enfrentamiento nos libera de ellos. Desprendernos del miedo a descubrir la manera como somos realmente es la llave de la puerta de la condena de la libertad. Asumir la responsabilidad de nuestra personalidad es tomar el volante de nuestro vehículo mortal. Y esto es algo de lo que mucho ya se ha dicho, así que no hace falta que profundice en el cómo.
El miedo a enfrentarse a uno mismo es natural, como el dios que se enfrenta a sus 12 pruebas. Pero es la única forma para arrancar al parásito de nuestra alma. La caverna es profunda y estrecha, la salida está escondida detrás de la niebla de la incertidumbre, densa y viscosa, la guerra será dura e igualada, ese el problema de enfrentarte a ti mismo, que te conoce de la misma manera, la lucha se hará aterradora y desconocida. Pero si no salimos, si no nos atrevemos, si no nos acercamos, los pájaros negros seguirán siendo cuervos.
¡Mira lo que tiene nuestro canal de YouTube!
Para comentar debes registrarte y completar los datos generales.