Panamá
Cuando el caballo marino llegó al río
- Stanley Heckadon-Moreno
- /
- opinion@epasa.com
- /
Los linderos de mi mundo infantil eran el Volcán Barú al norte, donde nacía el rio y su desembocadura en el Golfo de Chiriquí, la Boca de Los Espinos o La Boca.

Por generaciones la gente de las costas e islas del Istmo navegaron a vela sus botes y cayucos. Los de los ríos a palanca y canalete. Duro era viajar así. Al mediar el siglo XX un invento lo facilitó enormemente.
Así recuerdo este cambio en la finca de mis abuelos a orillas del selvático río Chiriqui Viejo.
Los linderos de mi mundo infantil eran el Volcán Barú al norte, donde nacía el rio y su desembocadura en el Golfo de Chiriquí, la Boca de Los Espinos o La Boca. A poniente, como motas blancas, se veían los cascos blancos de los vapores bananeros que llevaban la fruta al exterior. Mas al oeste estaba Punta Burica, lindero con Costa Rica e Isla Burica que se decía tenía huacas y un faro hecho por los americanos en la Segunda Guerra Mundial.
Soñaba salir a pescar a la mar a pescar y ver el paisaje chiricano tierra adentro con su volcán y la Serranía que dividía las aguas entre ambos mares.
Un verano, en 1952, mi tío Toño y unos palanqueros partieron en marea en el bote de la casa hacia río Piedra para tomar un carro a David y traer el esperado invento. Anochecía cuando escuchamos gente en bote subiendo a palanca y canalete y el reír y carajear de mi tío.
Amarramos el bote al palo de calabazo, bajamos la gran caja de madera. Esa noche casi no duermo. Desayuné a la carrera las tortillas y almojábanos de maíz amarillo y el queso blanco de casa. Tenía que ver abrir la caja. De ella salió un deslumbrante motor fuera de borda verde marino. Su cubierta tenía una etiqueta roja con letras blancas que rezaba Johnson Sea Horse 15 hp. Tenía 15 caballos de fuerza.
No creía que algo tan chico tuviese la fuerza de tantos caballos. En su caparazón también aparecía el dibujo de un caballo alado. Palpamos todo, sus botones, la hélice, el arranque, el timón, la palanca de cambios y el tanque rojo de gasolina.
Para este motor mi abuelo mandó a hacer un bote especial con el mejor carpintero de Rivera, Juan Bulla. Un nica diestro en labrar botes con hacha y azuelas. Acordaron que sería de Espavé, de 11 varas de largo por tres de ancho. Varas de cuatro palmos de índice a pulgar. También de la madera para las curvas y la realza de la borda. Terminado el bote lo trajimos hasta el rio rodándolo sobre rolos de balso.
VEA TAMBIÉN: http://Denuncias por maltrato al adulto mayor aumentan en un 49% hasta mayo de 2022
Me convertí en el asistente de marinero de mi tío. Un día mi abuelo nos mandó a Puerto Armuelles a compra barril de Diesel de 54 galones para las guarichas de la caseta de ordeño. Valía el galón 11 centavos. Gume, un vecino, dijo que quería ir a vender unas latas de tomates y Pancho Monroy unas sandias. Aportarían a la gasolina. Salimos de madrugada. Yo alumbraba con el foco las empalizadas. Ya en La Boca ubicamos la canal. Esperamos la creciente por si las olas nos volteaban y la marea nos echase a tierra. Esquivándolas salimos a la mar. Mi tarea, achicar el agua con una totuma.
Cerca a Puerto le rogué al tío pasar cerca a los barcos para admirarlos y ver sus nombres. Unos amarrados al muelle cargaban racimos y otros esperaban turno anclados. Estaban bautizadas estas naves por ríos, ciudades y montañas centroamericanas: Atenas, Antigua, Almirante, Choluteca Comayagua, Esparta, Limón, Sixaola, Motagua, Talamanca, Ulua y Calamares. Un mundo por conocer.
Todos ondeaban en su mástil la bandera panameña. Decidí que sería capitán de barco y le daría la vuelta al mundo.
Colocamos las compras en el bote. Frente a la playa de los pescadores y al otro lado de los rieles estaba el sector rojo llamado El Bajo o el Bayú. Mi tío, Gume y Pancho decidieron tomarse una pinta y esperar la marea. El cantinero dijo que por mi edad solo me servirían gaseosas. Era día de pago y las cantinas estaban abarrotadas de muelleros y trabajadores bailando con las muchachas y bebiendo. De las rocolas sonaban a todo volumen valses de Olimpo Cárdenas, rancheras de Pedro Infante, guarachas, boleros y mambos cubanos, merengues dominicanos y vallenatos picantes de Cesar Castro y su acordeón.
VEA TAMBIÉN: http://Dirigencia de educadores en Veraguas espera una respuesta concreta en la reunión de este lunes
Las muchachas en nuestra mesa pedían plata para un trago, cigarrillos o la rocola. Perdimos la marea de la tarde y tuvimos que esperar la crecente de la noche. Como la noche estaba clara veíamos la fosforescencia de las olas al romper en la playa y en particular en la Boca de Majagual por donde entramos y tras cruzar el vericuetos de sus manglares salimos al Chiriqui Viejo. Al otro día nos preguntaron por qué la tardanza. El tío dijo que la mar estuvo muy brava impidiéndonos salir. De la Flor del Banano y El Ancla nada dijo.
Para comentar debes registrarte y completar los datos generales.