Panamá
Cruzando el Canal de Panamá
- Jaime Figueroa Navarro
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Durante mi conferencia titulada "Turismo post Covid-19" en el Salón Los Corales del Club Unión el martes pasado, despuntaba varios proyectos que agilizarían radicalmente el turismo en Panamá, exhumándole del letargo en que se encuentra, desde siempre, por ausencia de una acertada planificación.
Persistentemente durante mis disertaciones en Panamá y allende realzo que fue el descubrimiento de Balboa y no el de Colón, el de mayor transcendencia en la historia universal y el pleno desarrollo comercial del globo terráqueo.
Resultado del ojeo del jerezano Balboa sobre la cima del cerro Pechito Parao en el Darién istmeño, bosquejando al que bautizó como Mar del Sur, azulado boceto sobre el golfo de San Miguel, aquel 25 de septiembre de 1513, se adelanta de raíz la historia del desarrollo de los pueblos.
En 1522, el rey Carlos V de España, encarga un estudio de viabilidad para la construcción del Canal de Panamá que se transformó en realidad tras casi cuatro siglos cuando el buque Ancón fue el primigenio en navegar sus aguas el 15 de agosto de 1914.
Durante mi conferencia titulada "Turismo post Covid-19" en el Salón Los Corales del Club Unión el martes pasado, despuntaba varios proyectos que agilizarían radicalmente el turismo en Panamá, exhumándole del letargo en que se encuentra, desde siempre, por ausencia de una acertada planificación.
Anotaba que, en conmemoración del quinto centenario del descubrimiento del Pacífico, portando el sombrero de presidente de la comisión de turismo de APEDE, a mediados de 2013 lideré la primera expedición de empresarios panameños en escalar el cerro Pechito.
Parao en Darién, sitio que por su histórica importancia y ecológico verdor debiese convertirse en un fulgurante imán al turismo panameño. Y sigo preguntándome, no solo cuantos ministros de turismo le han visitado, sino quienes más.
Resultado de la expansión del canal, el 26 de junio de 2016, próxima a cumplir 6 años, su configuración turística aun permanece en el desfasado centro de visitantes de Miraflores, que a pesar de percibir la luz al final del túnel de la pandemia, aun no apertura sus exhibiciones ni su teatro y facilidades contiguas.
Obviamente, la Autoridad del Canal de Panamá reitera su sagrada misión de agilizar el pase de embarcaciones a través del istmo, labor que efectúa con mayor eficiencia y profesionalismo que a lo largo del capítulo norteamericano. Pero el turista, aquel puñado de limitados visitantes que nos honran con su visita, clama, exige y resalta durante nuestras pesquisas desde hace años, su deseo de avizorar los tránsitos de los mega buques a través de las nuevas esclusas.
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Ello podría complementarse con la erección de un parque ecológico hermético, que le liberaría de los chubascos de nuestra temporada lluviosa, símil pero optimizada versión del parque Ecorium de Corea del Sur, en las cercanías de Cocolí. Convirtiéndose en el mejor de su especialidad a nivel mundial, proyecto que multiplicaría por millones el numero de visitantes anuales a Panamá.
Así como el diario The New York Times nos describe como "an embarrassment of natural beauty" (una vergüenza de belleza natural), debiésemos plasmarlo en un sitio que nos permita revelar nuestra flor del espíritu santo, floridos guayacanes y robles, ranitas doradas, ñeques e iguanas, adornadas por azuladas mariposas para optimizar nuestro verdor en un atractivo sin par en el mapamundi.
Continúa siendo el transito a través del canal de Panamá, el destino más popular entre cruceristas, a pesar que porcentualmente son pocos los cruceros que tienden anclas en el istmo. Un proyecto como el anteriormente mencionado seguramente convertiría a Panamá en escala obligatoria de todos.
En ausencia de su ejecución y porque el tiempo es de esencia en la vida, nos vemos obligados en nuestro caso particular en reservar un crucero de 21 días originando en Seattle, Washington en la costa pacifica norte de Estados Unidos, con destino Miami, a bordo del Norwegian Encore en octubre próximo, para transitar por vez primera las nuevas esclusas del canal y poder clamar a nuestros nietos que logramos aquel ineludible hito pendiente durante nuestra vivencia.
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