Cruda realidad en Darién
- Aurelio Martínez
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- Periodista
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Tuve la oportunidad de ir a Darién para ver el tema de los migrantes y la verdad es que las escenas de esa película son muy tristes y uno se encuentra con muchos testimonios que son muy fuerte para asimilarlos.
Lo más impresionante es ver desde el aire pequeños puntos (personas) moviéndose por la orilla de los ríos en medio de una selva tan inhóspita. Son motivadas por la ilusión de conseguir un mejor estilo de vida para ellos y su familia tras la crisis económica y la falta de oportunidades en sus países de origen.
Fui hasta Peñas Blancas, un lugar incrustado en el cañón de la montaña darienita ahí había gran cantidad de basura dejada a su paso por las personas y definitivamente este es uno de los impactos negativos contra el ambiente de la travesía de los que persiguen ese mal o bien llamado "Sueño Americano".
Después visité Bajo Chiquito, primer puesto de recepción de migrantes, dónde se les hacen pruebas aleatorias de huellas dactilares y biométricas, para detectar delincuentes y terroristas que aprovechan el flujo migratorio para camuflarse y seguir sus operaciones ilícitas.
En este lugar los nativos se encargan de coordinar la entrada y salida de las piraguas que llevan 15 pasajeros y les cobran 20 dólares por el primer trayecto y 25 por el segundo que en total suman unas siete horas de viaje por los ríos.
Bajo Chiquito, un pequeñito pueblo de 500 habitantes, que jamás imaginaron recibir miles de personas mensualmente. Es una especie de mercadito persa, donde venden las llamadas, el wifi, comida, ropa y tantas cosas. El movimiento comercial se enlaza con la tristeza, el dolor y la desesperación de los migrantes que parecen hormigas siguiendo un camino al norte.
Los rostros de cansancio y hambre reflejan en duro transitar de familias enteras y me llamó la atención la gran cantidad de niños y niñas de diferentes edades, madres casi arrastrando a sus pequeños que van llorando sin imaginarse al peligro que están siendo expuestos por sus progenitores.
Pude ver a una familia de cinco integrantes y llevaban cargados sus dos mascotas, dos perros. Muchos me relataron que tenían seis días sin comer nada, otros deshidratados. La verdad es que son cuadros escénicos muy tristes y que deja una gran reflexión de lo que provoca una crisis económica y social y si realmente vale la pena arriesgar la vida en ese peligroso reto de pasar la selva del Tapón de Darién.
Doloroso ver los niños llorando, las personas lesionadas y sus caras muestran una mezcla entre la desesperación de salir de su país y la esperanza de mejorar su futuro a precio que sea. El instinto de supervivencia que todos llevamos dentro.
El 65% de los migrantes en la actualidad son venezolanos, el 7% asiáticos y el 5% de Haití, Ecuador y Colombia. En tránsito ha disminuido en los últimos días, pero todos sabemos que también influirá en el flujo las elecciones en Venezuela y las de Estados Unidos.
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