Historia
Cristal, reconstruida mil veces
... llegó la policía y esposaron al violento agresor para llevárselo, pero ocurrió algo que nadie esperaba, la fémina empezó a gritar voz en cuello: ¡no quiero que se lo lleven, es mi marido y yo lo amo!
Historia
... llegó la policía y esposaron al violento agresor para llevárselo, pero ocurrió algo que nadie esperaba, la fémina empezó a gritar voz en cuello: ¡no quiero que se lo lleven, es mi marido y yo lo amo!
Ningún hombre, ni siquiera tu papá, tiene derecho a golpearte, abusarte o maltratarte, eso lo castiga la ley. Foto: Archivo.
Muchas personas esperaban transporte en una parada.
De pronto, apareció un hombre arrastrando a una mujer por los cabellos gritándole improperios y golpeándola.
Los hombres que se encontraban en la parada se miraron y sin pensarlo fueron en auxilio de la maltratada, la libraron de su verdugo, unos filmaron, otros llamaron a la policía, el hombre forcejaba para librarse gritando: ¡no se metan, es mi mujer y hago con ella lo que quiero!
En eso llegó la policía y esposaron al violento agresor para llevárselo, pero ocurrió algo que nadie esperaba, la fémina empezó a gritar voz en cuello: ¡no quiero que se lo lleven, es mi marido y yo lo amo!
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Uno de los hombres que la liberó, le preguntó: ¿usted no ve cómo este hombre la traía, quiere que la maten?
¿Cómo se llama usted?
Cristal y ya me han quebrado varias veces y otras tantas me he reconstruido.
¡Santo Dios!
No entendí.
Esta mujer o está loca o de tanto golpe tiene el cerebro atrofiado, la traían peor que a un animal que igual es un delito maltratar y ella no quiere acusar a su verdugo, ¡es increíble!
Igual la policía, después de ver las fotos y los videos, se llevaba al hombre y la mujer seguía gritando: ¡no se lo lleven, él no ha hecho nada!
Y se la llevaron, la gente quedó viendo visiones.
Compartamos quién es Cristal.
Ella, al contrario de otras mujeres, vivía con un abusador, maltratador muy violento que no la amenazaba con matarla ni a ningún familiar suyo.
Pero la golpeaba y la abusaba cuando estaba en estado etílico muy elevado.
Ella lo conoció cuando trabajaba de doméstica en la casa de una familia conocida de él porque era amigo del hijo mayor de dicha familia.
Lo llamaban con el apodo de Albertico.
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Una noche que celebraban el cumpleaños de la hija menor de 16 años, y Cristal tenía que atender a los invitados, se movía constantemente por el salón, a pesar de estar uniformada, se veía muy guapa.
En una ocasión tuvo que llevarle unos tragos a Alejandro (hijo mayor), que se encontraba en compañía de Albertico; al acercarse notó que la miraba como si la desnudara, se puso colorada como un tomate y se retiró apresuradamente.
Albertico le preguntó a su amigo, ¿de dónde sacaron ustedes ese bombón?
Alejandro, con indiferencia, le respondió: ¿te refieres a la doméstica?
No sé, un día al bajar a desayunar la vi sirviendo, yo no acostumbro fijarme en la servidumbre, por muy monas que sean, esas son cosas de mi mamá.
Albertico lo miró perplejo y comentó: oye chico, tú debes ser miope o te pasa algo para pasar desapercibida tanta belleza.
No, lo que pasa es que no pierdo mi tiempo con ese tipo de chicas, aspiro a otras cosas.
Pero, si a ti te interesa por lo babeado que estás, por mí haz lo que quieras, aunque lo veo difícil porque, de todas las que han pasado por aquí mamá dice que es la más seria y decente.
Tú no te preocupes por eso, yo tengo mis mañas para hacerlas comer de mi mano, ya lo verás.
Un día, como cualquiera, Albertico llegó a buscar a Alejandro, tocó el timbre y Cristal abrió y le dijo que el joven no se encontraba, cuando iba a cerrar la puerta, Albertico metió el pie impidiéndoselo diciendo: espera un momento por favor, ella lo miró nerviosa y preguntó: ¿qué desea?
¿Te puedo invitar a un refresco?
¡Spam!
Un portazo en plena cara.
Alejandro dijo desde afuera: ¿qué hice de malo?
Y al no recibir respuesta se alejó.
Cristal, pensativa se decía: mi mamá era muy sabia y siempre me comentaba: hija, recuerda que cada oveja con su pareja, y a mí nadie me va tomar de relajo.
Y siguió con sus quehaceres.
Cuando Alejandro se encontró después con su amigo, este le dijo lo que le había sucedido con Cristal.
Ale río a carcajadas y le dijo: en guerra avisada…, además no es correcto que vayas a casa cuando yo no esté, ella tiene los domingos libres, creo, no sé qué hace ni dónde va, regresa los lunes tempranito.
Albertico comentó: gracias, muy buena información.
Te has encaprichado chico.
No es capricho, a mí ninguna mujer me desprecia de esa forma.
Cuidado, pues, no te vayas a pasar de la raya.
Un domingo de tantos, Cristal, como de costumbre, salía a disfrutar de su día libre, al doblar una esquina Albertico le salió al paso con una hermosa rosa en la mano, ella frenó el paso y se detuvo mirándolo con indiferencia, él ofreciéndole la rosa le dijo: una rosa para otra rosa, ella lo miró fijamente clavándole sus dos preciosos ojos negros y muy segura de sí misma le dijo: ¿qué busca?
¿Se le ha perdido algo que no encuentra?
¡Señorita, qué agresividad¡, solo quiero ser su amigo, si me concede ese honor.
Ella, sarcástica, comentó: amigo es el ratón del queso.
Sí, pero no soy ratón y a mí no me gusta el queso.
Ella sonrió sin poderlo evitar, y como el joven era bien parecido y zalamero, ella bajó la guardia y desde ese momento nació una amistad entre ambos que al pasar de los meses se convirtió en algo más estrecho, a tal punto, que Cristal se enamoró de tal manera que, olvidando el consejo de su mamá, se hizo pareja de Albertico.
Él nunca dejó ver claro su verdadero carácter hasta vivir junto con Cristal, a la cual dijo un día en que se encontraba algo tomado: mira, la mujer siempre debe hacer lo que su marido quiere y nunca oponerse a nada, así no le guste, porque aquí el que manda soy yo, ¿lo grabaste?
La pobre Cristal jamás había tenido pareja, así que no sabía cómo se comía ese plato.
Se llevó varias palizas sin protestar.
Por eso al estar ahora en la delegación de policía donde tenían detenido a la prenda de Albertico, que ella lo defendía a capa y espada confundida por él de cuál eran sus derechos, la llevaron a la psicóloga que le preguntó: ¿usted tiene papá?
No, murió cuando yo estaba pequeñita.
¿Si tu papá estuviera vivo crees que te tratara así?
Claro que no.
Bien.
¿Por qué permites este trato sin quejarte?
Yo lo amo y él dice que el hombre manda
¡Qué inocente eres!
Escucha esto: ningún hombre, ni siquiera tu papá, tiene derecho a golpearte, abusarte o maltratarte, eso lo castiga la ley.
Gracias a Dios te libraron a tiempo de él.
Pero, yo lo amo
No lo amas, le tienes miedo, ahora mismo vas a denunciar el maltrato para que lo metan preso y vuelvas a ser la mujer feliz que eras antes.
Y formarás parte de la lista de las mujeres valientes que denunciaron elmaltrato.
Ya no serás más quebrada, Cristal.
Bernardina Moore
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