Costa Rica y Panamá frente al COVID-19
Hoy los ticos cosechan los frutos de lo que sus gobernantes sembraron por décadas. Nosotros, lo que los nuestros sembraron mal: una salud desigual para todos, que no resultó muy bien frente al Covid-19.
Hoy los ticos cosechan los frutos de lo que sus gobernantes sembraron por décadas. Nosotros, lo que los nuestros sembraron mal: una salud desigual para todos, que no resultó muy bien frente al Covid-19.
Si los políticos hubieran hecho mejor las cosas en el pasado, tal vez tuviéramos menos daños por el COVID-19 que en Costa Rica. Foto: AP.
Al 15 de mayo, Costa Rica tenía 843 y Panamá 9,268 infectados de COVID-19; respectivamente, 10 y 266 muertos; aunque 542 y 6,080 recuperados y un total de pruebas de 18,655 y 47,768 cada uno.
Panamá frente a Costa Rica tiene 8,425 más infectados, 256 más muertos y casi 11 veces más infectados.
Solo supera a los ticos en pruebas hechas.
Costa Rica es el país 108 más infectado y Panamá es el 47, de 215 países de la lista de Worldometers.info.
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Son países vecinos con una población casi idéntica, pero muy diferentes en materia de salud.
Panamá tiene como lema: “Pro Mundi y Beneficio” y Costa Rica es un país menos abierto.
Esta condición de mejor país en salud pública preventiva, después del COVID-19, la hará número 1 en la región en turismo, superando a Panamá, además que entró en la OCDE el 15/5/20 y podría superar a Chile en el ranking WEF 2020, como #1 de Latinoamérica.
Con su canal interoceánico, sus vastos puertos, su ferrocarril transístmico, sus zonas libres y francas, sus aeropuertos, su centro bancario y muchos otros aderezos económicos y financieros positivos, queda confirmado ahora que Panamá tiene muy poco para ser parte de Centroamérica.
Esas cifras del COVID-19 lo prueban.
Es más bien un espacio especial como el de "Schengen" (sin fronteras), tiene todo lo que el COVID-19 necesita para hacer daño.
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No obstante, Costa Rica tiene un gran mérito que Panamá ha descuidado por muchas décadas: "una salud pública preventiva eficiente".
Desde los años setenta del siglo pasado, los ticos trabajan en un sistema de medicina preventiva al estilo nórdico.
Los presidentes Figueres y Oduber iniciaron ese proceso, acercándose a la medicina sueca social demócrata.
Desde luego, Figueres y Oduber eran figuras importantes de la Internacional Socialista junto a los social demócratas, Palm y Brand, quienes ayudaron a Costa Rica a darle una forma filosófica a su política de salud preventiva y no curativa.
Para entonces, en Panamá iniciábamos un cambio revolucionario en nuestras instituciones.
A partir de allí se perdió un cierto tiempo (1968-1981), mientras nos reorganizábamos, Costa Rica adelantaba sus bases democráticamente hacía la medicina pública preventiva.
Durante esa época 1968-81, Panamá vivía bajo un régimen de orientación nacionalista con una simpatía hacía el modelo cubano -(social autocrático)-, pero teniendo dentro de su territorio un fuerte colonial americano.
Una contradicción abrumadora, que impedía tomar decisiones claras, tal como lo hacían en San José en materia de salud y democracia.
Torrijos H. decidió fundir la Caja de Seguro Social (CSS) y la salud nacional, a través del lema: “Salud igual para todos”.
Pero la medicina se mantuvo más curativa que preventiva, e incluso podríamos decir que la medicina privada curativa creció por encima de todo, la gente no estaba preparada para la salud autocrática, a diferencia de los ticos, que estaban aprendiendo la lección día a día.
La filosofía superó a la "Realpolitik" donde los vecinos, porque emplearon el método democrático.
Esa filosofía tica la han mantenido todos sus presidentes, como una herencia nacional soberana, que todos respetan sin que interfiera ideología o política.
Hoy hace ya medio siglo que Costa Rica no ha descansado para convertir la “salud pública preventiva” de los ticos, en el lema nacional de su país, mientras nosotros seguimos tratando de resolver el entuerto entre la CSS y Salud.
Y lo que se viene no es halagador.
Hoy ellos cosechan los frutos de lo que sus gobernantes sembraron por décadas, mientras nosotros cosechamos lo que los nuestros sembraron mal: una salud desigual para todos, que no resultó muy bien frente al Covid-19, cincuenta años más tardes.
Aprendamos a ser más democráticos.
Eso tal vez es lo que nos explican las cifras de aquí arriba, a pesar que los profesionales panameños actuales, han hecho un extraordinario trabajo en todos los sentidos, así que si los políticos hubieran hecho mejor las cosas en el pasado, tal vez tuviéramos menos daños por el COVID-19 que en Costa Rica.
Los ticos no gastan mucho en armas, helicópteros, escoltas, seguridad, radares, aviones, ametralladoras, pero sí gastan mucho en salud pública preventiva. Como lo hacen en Alemania, Finlandia, Irlanda y Suecia, aquí también nosotros debemos hacer un alto en el camino, ocupándonos mejor de la salud pública preventiva de los panameños.
Aquellos que elaboran el Presupuesto de la Nación van a tener que re-diseñarlo, por los vientos que están soplando.
La salud pública preventiva debe estar por encima de los otros gastos nacionales.
Llegó la hora de hacerlo.
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