Continente en llamas
- Jorge Puente Blanco
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La problemática es puramente moral, pero cuyo alcance es infinito, no queremos hacer mayores señalamientos para evitar indebida interpretación, basta con señalar la realidad.
Nuestro continente se encuentra envuelto en llamas, con bloqueos económicos, amenazas de distintas naturalezas, lo mismo al norte, centro o sur. Muchas fronteras amenazadas, con enorme tráfico de drogas, incluso con masiva migración humana, que también ocurre en el mediterráneo.
El desempleo, la pobreza extrema, el analfabetismo, la baja escolaridad, la necesidad de viviendas y en muchos casos sin las infraestructuras indispensables para la convivencia social.
La delincuencia y el delito en las calles, con las cárceles atiborradas, imposible de ignorar.
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Los políticos, salvo excepciones, con falsas promesas, colmados de adeptos en la corrupción imperante en naciones enteras.
Esta realidad se esconde, niega, ignora, por abulia o intereses propios de diversa naturaleza. No es ajena en muchos medios, intelectuales, o de variados y distintos matices.
En esta controversial sociedad en que convivimos, predomina una premisa, sálvese quien pueda, yo no.
Las iglesias constituyen una luz muy tenue frente a esta realidad. No pretendemos el alarmismo, sino una exposición que aspira a mover voluntades en la necesaria superación de lacras políticas, sociales, de diversa índole, superables, las cuales tienden a un final desastroso para todos.
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La problemática es puramente moral, pero cuyo alcance es infinito, no queremos hacer mayores señalamientos para evitar indebida interpretación, basta con señalar la realidad.
Tampoco pretendemos la profecía, escribimos con absoluta modestia, no hay más. Sin embargo, no es necesario hacer referencia a las sagradas escrituras para interpretar sin perjuicio mis palabras.
El continente América es el nuestro, sobre el cual debemos incidir, profundizando en estos señalamientos sin reservas, con las mejores intenciones, al nivel que nos pueda corresponder.
En todas las naciones han surgido verdaderos próceres o apóstoles, no los olvidemos, sin necesidad de mencionarlos en Panamá no estamos huérfanos, en cada pueblo pueden surgir aquellos.
El istmo mira hacia dos latitudes, y somos facilitados de infinidad de naves en ambas direcciones, somos una muestra universal no debemos perder este privilegio, pongámoslo en práctica, en la búsqueda de la paz y la convivencia, primero nosotros mismos, demos ejemplo, no es una labor imposible pero sí, permanente, sumamente satisfactoria y reconfortante.
Podemos alcanzar esa vitrina, el tiempo y nuestra geografía nos dio esa oportunidad, ganada también con sudor y sangre, al igual que el parto más hermoso, el de dar vida. Amén.
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