Consumo de informacion de ayer y hoy
- Guillermo Walker Franco
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- Periodista de Opinión y Docente
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En la antigüedad, cuando aún no existían la radio, la TV ni la prensa escrita, hubo personas que se dedicaban a llevar las noticias de un lado a otro, eran los llamados vendedores de noticias, que así se ganaban la vida.
El negocio de las noticias no solo dependía de la rapidez con que se pudiesen llevar las mismas, sino en la manera en que las informaban. Si dicha información era del agrado de los interesados, se daba buena paga, pero si no se satisfacían las expectativas de los compradores, aquellos pedían hasta pagar con sus vidas.
El vender noticias pues, era un negocio muy lucrativo pero igual de peligroso. En ocasiones, hasta los vendedores se mataban por llevar las primicias y hasta las inventaban para lograr sus propósitos.
Hoy, los medios de comunicación pueden servir para el bien o para el mal, para informar o para desinformar, para la cultura como para la incultura, para la buena formación del niño y del adolescente o para su extravío, también para la liberación del hombre como para su alienación.
Dentro de este marco, en nuestra sociedad la sociedad panameña, nos encontramos con algunas radioemisoras y sus propios comunicadores sociales, que utilizan las ondas hertzianas para la emisión de programas carentes de originalidad y huérfanos de creatividad y objetividad, pero eso sí, saturados de chabacanerías que rayan en obscenidades que en lugar de aportar mensajes educativos y edificantes que incite a la práctica de virtudes a nuestra juventud, que tanto lo requiere, se abocan a atizar el morbo del radioyente, crear la diatriba satírica e injuriosa y el libelo insultante, que les hace ganar la antipatía del consumidor de información y les mantiene en un bajo "rating" de su audiencia.
En ese proceso de informar pues, hay un observador concreto de carne y hueso que es el consumidor de noticias, semejante al león de ferias al que los niños tiran trozos de frutas a sus fauces, pero que este tiene el cuidado de no atragantarse; en tanto el consumidor de noticias, de información, si se atraganta, quedándose imbuido en un mundo de sonidos, signos y señales, atragantado de información.
Entre quien comunica y entre quien percibe, está el mensaje, un mensaje manipulado por los grandes consorcios sobre todo los que controlan la TV.
La aparición de la TV, ha hecho de la radio y de la prensa, medios avasalladores de la conciencia humana, Por ejemplo, los magazines y revistas de gran circulación, acuden más y más a la TV para aumentar su tiraje, su circulación y su venta (Cosmopollitan, Billboard, etc.). Igual sucede con el escritor con éxito en las librerías si sale en TV, o bien el político que en busca de adeptos y adictos prefiere los foros y debates en TV que las apariciones en público.
Vivimos en la sociedad del ocio. El hombre trabaja 1/3 parte de su tiempo de vida. Carlos Marx soñaba que aquella tercera parte de descanso sería dedicada a su formación ideológica y cultural, pero no contó con que los medios de comunicación absorberían al trabajador a un televisor, al magazine deportivo o a ver la victoria de los Yankees de Nueva York 8-6 sobre los Guardianes de Cleveland.
En definitiva, a pesar de que el Estado nos programa una cultura desde la preescolar hasta la superior; vivimos 2/3 partes del tiempo bajo una educación informal permanente a través de los medios de comunicación. Nuestra cultura, nuestra ideología y moral, nos la dan los mensajes de los medios.
Con sarcasmo diríamos qué, así como las quemas (rozas en buen panameño) y tala empobrecen los suelos, así la publicidad es la tala de los valores y la quema de la conciencia, del espíritu crítico y de la libertad del hombre.
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