Etapas
Comportamiento comparativo de la juventud y la vejez
- Paulino Romero C/Pedagogo, escritor, diplomático.
En el estadio de la vida social --en todos los aspectos-- las manifestaciones y obras de la juventud comparativamente con las del hombre maduro, viejo o anciano, siempre han merecido especial atención y han motivado prolijos estudios sobre el comportamiento humano, relativos a estas edades cronológicas de la vida del hombre. Seguidamente, trataremos de resumir algunas características y manifestaciones propias de la juventud, en contraste con las del hombre provecto, el hombre viejo, propiamente dicho.
LA JUVENTUD SE EMPEÑA EN SUPERAR LOS LÍMITES QUE SE LE OPONEN; PERO AL TRATAR DE DISTANCIARSE TERMINANTEMENTE FRENTE A LO PREEXISTENTE, SIN QUERERLO TRAZA, JUSTO, AQUELLAS FRONTERAS QUE SE REVELAN EN SUS OBRAS.
Sabemos que cada época de la creación y del espíritu se caracteriza por maneras de ver y por formas peculiares, por su relación con el mundo y por su diseño. Así, la juventud se prodiga en la entrega y en la expectativa ilimitada, con base en una limitada experiencia; en la irrupción impetuosa se asegura de sus posibilidades. En todo se busca a sí misma, en todas partes hace valer sus pretensiones. La juventud se empeña en superar los límites que se le oponen; pero al tratar de distanciarse terminantemente frente a lo preexistente, sin quererlo traza, justo, aquellas fronteras que se revelan en sus obras. La juventud ansía descubrirse en el mundo; el viejo, en cambio, reflexiona sobre el mundo que alberga dentro de sí. Múltiples experiencias le han enseñado a no esperar demasiado, a reconocer lo insuficiente y lo inaccesible, a buscar el conocimiento y la sabiduría en actos de abnegación. El viejo sabe cuán lejano de permanecer con frecuencia aquello que es lo más próximo. Mientras que la juventud dice más de lo que sabe, el viejo sabe mucho más de lo que dice y confía mucho de lo esencial a un silencio elocuente.
Si el espíritu juvenil se enfrenta apasionadamente al mundo y a sí mismo, el hombre de edad avanzada actualiza el espíritu de las pasiones. Encuentros, situaciones, proyectos: todos ellos determinan y afectan a la juventud en su captación inmediata; el viejo, en cambio, percibe en ellos un elemento de conciliación, conserva las distancias y la visión de conjunto, traza paralelos, reconoce en lo uno y lo otro y en todo lo comparable: él experimenta en el movimiento el reposo; en el sosiego, la agitación; en lo evidente, lo abismático.
Mientras que la juventud se sumerge en el futuro lejano, la vejez reflexiona en forma cada vez más completa sobre los orígenes. Si el espíritu juvenil se busca a sí mismo en todo, en la naturaleza, en el tú, en cada movimiento, el espíritu senescente se sabe conservado en todo. Lo que para el joven aún significa expectativa y promesa, para el viejo ya es recuerdo; y el recuerdo le traza también el camino al futuro. Mientras que el joven necesita representarse por anticipado la vejez, el anciano reconoce de manera cada vez más cabal qué es lo que le salió al encuentro en la juventud.
LA JUVENTUD ANSÍA DESCUBRIRSE EN EL MUNDO; EL VIEJO, EN CAMBIO, REFLEXIONA SOBRE EL MUNDO QUE ALBERGA DENTRO DE SÍ.
El hombre viejo se ha formado ideas amplias acerca de la existencia; tanto lo perecedero como lo perdurable se le presentan en múltiples formas, sus opiniones se fundan en experiencias grávidas de contradicciones, así se lo imagina todo en una espesa red de relaciones, en la interacción de numerosos factores, en un conjunto de épocas de la vida y del espíritu. El joven descubre mucho, sin reconocerlo; el viejo percibe en forma familiar aspectos todavía no descubiertos, y es que las experiencias de épocas maduran la visión de cuanto de ausente oculta el presente. La juventud escribe su propia historia aun cuando se halle en conflicto con los demás; el viejo goza del privilegio y, al mismo tiempo, soporta también la carga de presentar la historia de los otros cuando sintetiza la suya propia.
Urge documentar la tesis relativa al clima estimativo en que desenvuelve la vida de la juventud panameña de hoy respecto al ejemplo dado por ese enjambre de hombres maduros, viejos y ancianos a través de un buen planificado proceso educativo. La educación, en ese sentido, hace a la juventud deseosa y capaz de realizar los propósitos ideales. “Deseosa”, por la voluntad; “capaz”, por la habilidad. A todos hay que dar voluntad y habilidad para realizar valores ideales.
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