Anécdotas
Ciprián y la agricultura de roza en lago Gatún
- Stanley Heckadon-Moreno (opinion@epasa.com)
En 1981 conocí en el caserío de La Represa al viejo campesino Ciprián Gómez. Conocía el lago Gatún como pocos. Su mente guardaba un mapa detallado del
En 1981 conocí en el caserío de La Represa al viejo campesino Ciprián Gómez. Conocía el lago Gatún como pocos. Su mente guardaba un mapa detallado del lago, en invierno y verano, las bocas de los ríos y quebradas que son sus afluentes, sus bahías y ensenadas, cerros lejanos y cercanos y los caseríos de las orillas y de tierra adentro. No recordaba en qué año nació, pero con orgullo dijo que fue en “Gorgona el Viejo”. Antiguo poblado del Chagres (el nuevo Gorgona está en Chame), el río de la comunicación interoceánica, desaparecido al construirse el canal, más por su fama amerita recordarlo.
A medio camino entre ambos mares, Gorgona fue por tres siglos paradero de los bogas que subían y bajaban carga y pasajeros por el Chagres. Seis millas aguas arriba estaba Cruces, inicio del camino a Panamá y a la mar del Sur. Incontables tesoros de las colonias del pacífico pasaron aguas abajo, rumbo a Portobelo. Por aquí pasaron bandas piratas cuyos mapas lo mencionan. Miles pernoctaron aquí durante el oro de California. Gorgona fue muy estratégico al construirse el Ferrocarril de Panamá, 1850-1855. En 1882, al iniciar los franceses las obras del canal aquí montaron sus grandes talleres agrandados aún más por los americanos de 1904 a 1913. Casi toda la maquinaria pesada moderna que construyó el canal aquí recibió mantenimiento y reparaciones. Estos inmensos talleres fueron quizás la mayor escuela técnica del mundo. En 1913 se desmantela y traslada a Balboa. En 1912 tenía el poblado 3,400 almas, mayormente obreros. Miles de campesinos vivían por los caseríos del municipio de Gorgona. Al establecerse la zona, se extingue la alcaldía y, al represarse el Chagres y surgir el lago Gatún, Gorgona desaparece.
Francisco Morales, agrimensor oficial describe, en la Memoria de Hacienda y Tesoro, las selvas del lago Gatún en 1918. Tuvo problemas en conseguir macheteros para abrir trochas, los campesinos no deseaban jornalear, la exuberante naturaleza les ofrecía mucha caza y pesca, suelos fértiles donde con media cuartilla de arroz cosechaban para todo el año. Abundaban maderas como el guabito, gasparillo, malvecino, algarrobo, palo maría, espavé, cedro, caoba, mora, guabo, cacique, guayacán, roble, bateo, huesito blanco y amarillo, zorro y macano. Entre las plantas medicinales, la zarzaparrilla, la raicilla y la caraña hedionda. Había vastos taguales.
Ciprián me contó dos capítulos de su vida campesina. En el pasado cuando había montes para cultivos de roza y quema y él era un campesino independiente. En el presente, al acabarse las selvas y pasó a ser peón en un proyecto de reforestación estatal con marañón a orillas del Gatún.
“Cuando había monte, yo tumbaba dos hectáreas por año, con piones. La socuela de una hectárea se llevaba 8 a 10 piones, asegún el monte. Había montes claros y uno socolaba la hectárea en 7 o 8 días. Pero si el monte estaba muy enredao, embocao, eran 10 días. Hay montes espesos, bejucosos, pedregosos y uno no puede adelantá. Hay montes sin piedra, madera suave que un hombre con machete se va lejos en un día. Yo rayaba mi monte con piquitas por lo redondo. Cuando lo tenía rayao comenzaba la socuela. A la derriba no iba solo, muy peligroso, buscaba piones. Haciendo derriba se van 12 piones. Se iban menos que en la socuela porque los palos están distantes y los palos grandes desbaratan a los chiquitos y se camina más”.
“Cuando había montaña sembraba el arroz y el maíz intercalao entre el arroz, en surcos sembraos largo, pa’ que no atropellara el arroz. Cuando hacíamos la limpia, le metíamos la yuca, plátano en el mismo siembro. Cuando cortábamos el arroz, limpiábamos la paja y sembrábamos frijol. Cuando era montaña gruesa comenzábamos la socuela en diciembre pa’ dale tiempo secara el monte. Socolábamos, en diciembre, por debajo. En enero derribábamos y a fines de marzo quemábamos. Se le daba un mes pa’ secá, que las hojas se pusieran negras. En el monte se sembraba el arroz, maíz, yuca, plátano y frijol. El ñampí, el otoe, se sembraban aparte, solo. Cerca de la casa se sembraba algo de plátano y frutales, esto es en la finquita”.
“Hoy la agricultura está en crisis, no hay terrenos pa’ trabajá. Hay personas que no tienen ni un palo de yuca, no tienen na. Han entrado a trabajá a Renare, cosa que no satisface porque tenemos que trabajá con Renare de lunes a viernes y que puede usté hacé un sábado por su monte, na. Lo que más duele es la falta de arroz que es lo que más estamos acostumbraos. Aquí los chiquillos desde que amanece gritan arroz, a mediodía quieren arroz, por la tarde arroz. Si es la yuca, la quieren comé no mucho, pero el arroz es el hombre del grito, de la necesidá”.
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