Análisis
China y la discapacidad
- Elodia Muñoz
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La sociedad China está aún lejos de sentirse concienciada, las personas con discapacidad siguen siendo aún en muchos casos ciudadanos invisibles.
Peatones cruzan la calle en el Distrito Central de Negocios, en Pekín (China). Foto: EFE
Los jóvenes en particular desprecian la historia, puede ser producto de la metodología que se impone: fechas, acontecimientos y nombres aparejados de lugares que el estudiante debe memorizar, dejando la interpretación de lado, fomentan en el joven hastío por la disciplina.
La historia es fascinante, nos ubica en ese momento y nos aporta definir el comportamiento futuro de una nación frente a convenios que solo vienen a depredarnos el territorio.
Recientemente, el presidente de la República de Panamá, Juan Carlos Varela, realizó en Beijing el primer encuentro histórico con su homólogo de la República Popular China, Xi Jinping, en el que ambos presenciaron la firma de unos veinticinco instrumentos de cooperación; los mandatarios puntualizaron que estos convenios reafirman el establecimiento de las relaciones diplomáticas entre ambos países y marcan el inicio de una nueva era en la historia de más de 160 años de intercambios binacionales, por los cuales Panamá y China promoverán la capacidad de producción y la cooperación en áreas de interés común, especialmente: construcción y operación de infraestructura, industria de servicios, incluida la navegación de buques; zonas industriales y de cooperación económica; fabricación; agricultura y procesamiento de alimentos, entre otros.
Ahora bien, se preguntarán ¿cuál es la relación de China y el tema de la discapacidad?
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Inicié una investigación sobre la situación de las personas con discapacidad en este gigante asiático, los resultados son interesantes, pues una nación que se perfila en Latinoamérica y el Caribe como la panacea, que viene a resolvernos los problemas principalmente financieros, no es más que cuentos chinos, puesto que si aquí llueve, allá no escampa.
La sociedad china ha mirado tradicionalmente las malformaciones con recelo.
En un país en el que las autoridades calculan que un 6% de la población —cerca de 85 millones de personas, más que toda la población de Alemania—, padece algún tipo de discapacidad, hasta los años 90 se denominaba a estas personas "canfei": malformados e inútiles.
Un defecto físico se percibía como reflejo de una tacha moral o un castigo divino por alguna maldad suya o de su familia. "Se les percibía como una carga. Una familia con un miembro discapacitado era vista como gente maldita".
La sociedad China está aún lejos de sentirse concienciada, las personas con discapacidad siguen siendo aún en muchos casos ciudadanos invisibles.
En metrópolis como Pekín o Shanghái es fácil encontrar estaciones de metro sin acceso para ellos.
Los carriles especiales para ciegos pueden terminar fácilmente contra una valla o una baliza.
Las multas a las empresas son difíciles de cobrar en la práctica, nada lejos de la realidad panameña.
En China, las necesidades son muchas y los fondos, los justos.
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Desde hace tres años, por recomendación de las autoridades locales, han dejado de aceptar nuevos casos.
Para China, el tratamiento a los discapacitados, simplemente, no es posible, pues el Estado no se puede hacer cargo de todo el cuidado de niños abandonados y discapacitados.
Hay asuntos sociales que el Gobierno no tiene la energía o la capacidad de hacer.
Estoy segura de que los chinos –con su proverbial pragmatismo–, en el marco de este convenio de cooperación con Panamá, por setenta años, no verá apuntalarse un progreso para la población con discapacidad, continuaremos como hasta hoy día, viviendo en el siglo XVI, por supuesto salvando las distancias.
El papel aguanta todo. Aunque se diga que los negocios son beneficiosos para ambos países, la realidad es que los chinos vienen a cobrar.
Punto.
A estas alturas, los panameños no deberíamos ser tan cándidos y pensar que cualquier pueblo (y aquí no hablo de los chinos en particular) donde imperan la pobreza, miseria e indigencia va a venir de buena gente a ayudarnos, eso es exigir peras al olmo.
Comunicadora social.
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