Cárceles productivas: un compromiso con la resocialización y la sostenibilidad
- Azihra Edith Valdés Madrid
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- Directora de Dipred
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En un sistema penitenciario tradicionalmente marcado por el hacinamiento y la falta de oportunidades, el Plan Nacional de Resocialización, liderado por la ministra Dinoska Montalvo, emerge como una luz de esperanza. Este programa ambicioso no solo promete transformar las cárceles de Panamá en espacios de aprendizaje y producción, sino que también busca generar un cambio profundo en la percepción y el manejo de la justicia social.
El enfoque del plan es innovador y multifacético. Bajo dos ejes principales, combina la formación técnica con actividades productivas. Esto significa que los privados de libertad no solo adquieren un oficio que les prepara para su reinserción, sino que también participan en proyectos que generan ingresos económicos. Este modelo tiene un impacto directo en su dignidad, al permitirles contribuir a la manutención de sus familias y construir un fondo de ahorro, mientras cumplen con su proceso de rehabilitación.
Un ejemplo notable de esta iniciativa es la restauración del histórico Palacio de Gobierno, un proyecto emblemático donde el 90% de la mano de obra provino de privados de libertad. Durante más de tres meses, estos hombres y mujeres demostraron que, con esfuerzo y orientación, pueden superar desafíos y alcanzar metas significativas. Para muchos, fue su primer contacto con trabajos como pintura, albañilería y electricidad, habilidades que adquirieron rápidamente, mostrando no solo su disposición, sino también el impacto positivo de las oportunidades de capacitación.
Sin embargo, este es solo el inicio. El plan contempla la creación de industrias de manufactura dentro de los centros penitenciarios, como el desarrollo de un centro industrial en La Nueva Joya enfocado en la industria textil y la ebanistería, y una panadería industrial en el Centro Femenino de Rehabilitación (CEFERE). Estas iniciativas no solo buscan autosostener el sistema penitenciario, que actualmente depende por completo del presupuesto estatal, sino también posicionar a Panamá como un referente en la gestión penitenciaria sostenible.
La visión de la ministra Montalvo es clara: transformar las cárceles en espacios de cambio, donde los internos puedan redescubrir su potencial y contribuir activamente a la sociedad. Este enfoque no solo beneficia a los privados de libertad, sino también al país en su conjunto, al reducir la reincidencia y aliviar la carga económica del sistema penitenciario.
Es importante destacar que el éxito de este plan no se basa únicamente en la infraestructura o las actividades productivas, sino en la creencia fundamental de que todas las personas merecen una segunda oportunidad. La ministra Montalvo ha demostrado con acciones que la rehabilitación es posible cuando se apuesta por la dignidad y el trabajo como herramientas de transformación.
Con iniciativas como estas, Panamá da un paso firme hacia un modelo penitenciario más humano y sostenible. No se trata solo de reeducar a los privados de libertad, sino de construir un sistema que convierta el castigo en oportunidad y el aislamiento en reintegración. Sin duda, este es un compromiso que merece el respaldo de toda la sociedad.
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