Camina, no dejes de caminar
Es el deporte más sano, productivo, para todas las edades, menos peligroso, y que mientras lo haces puedes pensar, rezar, contemplar el paisaje, conversar con otros. Sí, el caminar fortalece tus huesos y músculos, te da más flexibilidad, oxigena tu mente. Pero en tu vida igual. Caminar y caminar, gozar del trayecto, puesto los ojos en la meta, pero sin obsesionarte por llegar. Algunas veces no se llega, pero eres feliz disfrutando del camino, con todas las vicisitudes, triunfos y fracasos, esfuerzos y cansancios, obstáculos y éxitos.
La vida es una aventura que vale la pena ser vivida. Es cuestión de tener una razón para vivir, un porqué, y un ideal a seguir, algo que supere tu vida, tus egoísmos y caprichos, que sea grande, trascendente, y que además sea viable, que tenga repercusión en la vida.
Teniendo claro esto, es cuestión de ponerse a caminar, empezando por el primer paso, sin saltarse etapas, "paso a paso", con paciencia, pisando firme, sin correr, salvo en situaciones de urgencia, que caminando te cansas menos, tienes menos riesgo de tropezar y caer. Vas más seguro. Se corre a ratos, porque la situación lo amerita, pero el caminar es la clave. Así se hacía en la antigüedad, la gente era muy caminante, de ciudad en ciudad. Así hizo Jesús nuestro Señor, el gran caminante. Y se camina escogiendo la gente a tu lado. No todo el mundo puede ser tu amigo, tu compañero de viaje. Hay que saber escoger bien. Una mala influencia puede destruir tu vida. Un mal amigo puede arruinarte.
En el camino hay que pararse, revisar los mapas, ver si se va por el sendero correcto. También hay que descansar, coger fuerzas. El estrés puede convertirse en tu enemigo, porque si te agotas ya no piensas bien, no analizas las cosas. Si te dejar invadir por pensamientos negativos y pesimistas, eso te debilita. Qué bueno es meditar, rezar, elevar la mirada al Dios creador. Pedir iluminación, inspiración divina, hacer silencio, escuchar la voz de Dios en el fondo de tu alma. Como ayuda leer la Palabra de Dios, vivir la Eucaristía.
Orar con otras personas. Y seguir caminando mientras tengas vida, seguir adelante, sin excusas de vejez, de enfermedad, de cansancio, de haber fracasado. Se sigue caminando. La felicidad consiste en gozar del camino, saber que hay un propósito en la vida, tener compañeros de viaje, disfrutar del trabajo que se hace, saber que Dios te ama, y que tú amas.
Jesús, tú que eres el gran caminante, es más, tú que eres el Camino, llévanos al Padre.
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