Autopsia de la oligocracia
Los ciudadanos creen que el sistema democrático ha sido devaluado por los políticos corruptos y oportunistas que, cada cinco años, asaltan a los partidos con posibilidades de ganar y les compran la organización o corrompen a sus dirigentes para adueñarse del poder.
La pérdida de fe en los partidos políticos y de credibilidad en el liderazgo, la indignación ante la corrupción, la manipulación de los medios controlados por el poder, la persecución de las críticas o rebeldías de sus aliados, lo que ha hecho es alejar a la clase política gobernante de los ciudadanos. El deterioro de la democracia interna de los partidos políticos ha alcanzado niveles insoportables, fraudes electorales, candidaturas impuestas desde la cúpula, y liderazgos falsos al servicio de la clase económicamente dominantes.
Otra de las lacras de la partidocracia u oligocracia es el método del ?miedo?, instrumento de dominio y mecanismo utilizado para doblegar y presionar por un apoyo incorrecto y no deseado. Martin Luther King decía ?Nadie se nos montará encima, si no doblamos la espalda?.
La democracia de partido vive momentos de rechazo por el desprestigio de los políticos y las mafias en el poder que esgrimen el miedo, la inseguridad, la persecución, un recurso de efectos infalibles que obliga a los ciudadanos y a la militancia a aceptar restricciones a sus derechos de elegir con libertad o ser elegidos sin temor a las represalias del poder corrupto.
Nadie quiere que gobiernen los piratas para que sepulten la utopía. La utopía es posible pero toma tiempo.
Mi generación fue protagonista de las elecciones primarias en nuestro partido y luego como ley para todos. Las primarias se convirtieron en un paso adelante para la democracia de partido, pero como no es la panacea, la clase política corrupta se opone a hacerla transparente, diáfana y auténticamente participativa, alejada del miedo, del fraude electoral y el clientelismo.
Las primarias que se avecinan no deben ser sólo un mecanismo para acudir a las urnas partidarias con un espíritu electoralista y clientelista en función de rebaño desconcertado, adormecido, aletargado, humillado y atemorizado por las represalias del poder usurpado y absoluto.
Mi generación y no otra, le entregó a la militancia las primarias como un mecanismo para que las bases hagan auditoría a sus malos dirigentes y los derroten o los olviden.
El partido de "chequera", clientelista, electoralista y antidemocrático debe ser juzgado en cada contienda para corregir los entuertos.
Cuando se impone el criterio de que "no hay peor pecado que no seguir al abanderado", las bases responden, finalmente, con una sentencia irónica "unidad, unidad ... tú por aquí y yo por allá".
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