Arroz, medidas necesarias pero delicadas
- Ing. Helmut De Puy
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- Ciudadano Construyendo futuro
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La reciente decisión del gobierno de poner fin al control de precio del arroz de primera ha suscitado diversas reacciones, tanto en el ámbito económico como en el social.
En mi opinión, esta medida era inevitable, considerando el contexto en el que se encontraba el mercado y las distorsiones que se habían generado en los últimos años. Sin embargo, aunque entiendo la lógica detrás de la decisión, es fundamental que esta medida sea implementada con cuidado para evitar consecuencias negativas tanto para los consumidores como productores.
El control de precios y los subsidios asociados tenían, en su momento, la intención de proteger tanto a los consumidores como a los productores nacionales. No obstante, el escenario ha cambiado significativamente. El arroz de primera, producto sobre el cual se aplicaba el control de precios, prácticamente ha desaparecido del mercado, representando solo un 7.29% del inventario nacional. El resto del arroz disponible en el mercado es el especial con una calidad superior, pero que se vende a precios considerablemente más altos.
Esta situación no estaba logrando el impacto positivo que se esperaba. Más bien el control de precios no beneficiaba a los consumidores como se pretendía y los recursos públicos se destinaban a un subsidio que no cumplía su propósito original.
El fin de esta política podría ser visto como un paso necesario para corregir las distorsiones del mercado. Sin embargo, lo que me preocupa es la transición. La eliminación del control de precios puede dejar a muchos consumidores sin la protección que antes tenían, y a los productores enfrentándose a un mercado que, si bien más libre, también es más incierto y competitivo. Si bien el gobierno ha anunciado medidas para mitigar el impacto, como la construcción de nuevos molinos y la intensificación de la vigilancia en las ferias del IMA, queda por ver si estas serán suficientes para garantizar que el arroz de calidad y a precio justo llegue a todos los hogares panameños.
Además, no debemos olvidar que la industria del arroz es un sector que genera miles de empleos directos e indirectos en el país. La transición hacia un mercado sin controles podría afectar la estabilidad de estos empleos si no se maneja con cuidado. Los pequeños productores, en particular, podrían verse en desventaja frente a los grandes actores del mercado, lo que podría aumentar la concentración de poder en manos de unos pocos y reducir la competencia, en detrimento de los consumidores.
En conclusión, aunque la eliminación del control de precio del arroz de primera era una medida necesaria ante la realidad actual del mercado, es crucial que el gobierno implemente de manera efectiva las medidas complementarias anunciadas. Es imperativo que se asegure de que los consumidores no sean los grandes perdedores de esta transición, y que los pequeños productores puedan adaptarse a esta nueva realidad. Solo así podremos garantizar que el fin de esta política no se traduzca en un retroceso para la economía de los hogares panameños y para la sostenibilidad del sector arrocero.
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