Desarrollo
Aprendiendo de turismo en Colombia
Nos correspondió visitar la hermana república a mediados de semana en un viaje relámpago para asistir a las exequias de una notablemente querida persona en Buga, poblado
Nos correspondió visitar la hermana república a mediados de semana en un viaje relámpago para asistir a las exequias de una notablemente querida persona en Buga, poblado del valle del Cauca, uno de los 32 departamentos colombianos y el tercero en población de la patria de Nariño, ubicado en el altozano pacífico colombiano, entre la cordillera occidental y central, considerada la segunda área más fértil de las américas, a la cola de las pampas argentinas.
El departamento del Valle del Cauca sirve de asiento a Buenaventura, el principal puerto de Colombia sobre el océano Pacífico y el único puerto polivalente de Colombia, que posee terminaciones especializadas en graneles, contenedores, líquidos, sólidos y otros. La ciudad de Buenaventura se ubica a orillas del océano Pacífico y se enlaza con más de 200 puertos marítimos alrededor del mundo, movilizando el 82% del comercio exterior en Colombia.
En un subir y bajar desde Tocumen, unos minutos más allá de una hora, se encuentra uno englobado por gente afable de cándidas costumbres, sin importar su origen social, posterior al aterrizaje en el aeropuerto municipal de Palmira que sirve a la ciudad de Cali, capital mundial de la salsa, adornada por decenas de escuelas del particular baile, donde locales y extraños egresan expertos en sus sensuales movimientos y más que uno, emparejado con una bella damisela valluna.
En el aeropuerto internacional Alfonso Bonilla Aragón soy interrogado por un minucioso oficial de Migración, bigotudo militar de pulcrísimo planchado uniforme y formal estampa quien, a pesar de mis matizadas canas que de seguro le inspiran respeto, resultado del agobio de la guerrilla y el narcotráfico que plagan a su patria, indaga fríamente el propósito de mi viaje. Al comunicarle sobre el sepelio, me ruega disculpas bendiciendo el alma del difunto, como si le conociese toda la vida. “Noble y elegante gesto”, me dije. ¡Hasta en eso sobresalen los colombianos!
Porque el amor entra por la boca, resulta harto apreciable resaltar las particularidades de la gastronomía regional donde señorea el champús, el mazato, el arroz atollado, el sancocho de gallina, el cholado, el chontaduro, la lulada, el pandebono, el mejor manjar blanco del mundo, el dulce de cortado, el pandeyuca, la manga, las marranitas, los aborrajados, la gelatina de pata y la arepa valluna, entre muchas otras delicias. De más cabe mencionar que durante mi estancia de sesenta y un horas no ingerí agua, consistiendo mi dieta liquida de jugos naturales de guanábana, mora, mango y otras exóticas variedades de frutos tropicales.
Desde el aeródromo, rodamos una hora sobre una flamante autopista a la ciudad señora de Guadalajara de Buga, rebasando abundantes plantaciones de caña de azúcar, algodón y maíz, pulidos con tecnología de punta, incluso los más modernos sistemas de riego del principal fabricante mundial con sede en Valley, Nebraska.
El portal de turismo de Buga destaca la trayectoria de Enrique Figueroa Fernández y sus aportes al arrojo de las más valiosas obras y parques municipales resaltando el Teatro Municipal, rememorando de la siguiente forma: “Arquitectura neoclásica ejecutada en el año 1929 por el arquitecto bugueño Don Enrique Figueroa, quien había venido de ejercer su profesión en la construcción del Canal de Panamá, dejando además particulares construcciones en el vecino país. Figueroa era además pintor y escultor y entre sus obras resaltan los bustos de Beethoven, Mozart y Liszt, que adornan el teatro con escenarios para el desarrollo de actividades artísticas, teatrales y musicales”. Fue Don Enrique abuelo paterno y padre de mi madrina y tía, Dorita Figueroa, cuya pródiga existencia resaltamos durante nuestra intervención como orador de fondo durante sus exequias con un lleno total, entre familiares, amistades y penitentes, en la Basílica del Señor de los Milagros.
La basílica (que significa “casa donde vive el rey”) de Buga, el próximo 2 de agosto celebra 107 años de fundación y consta de 4 millones de ladrillos y 12,000 arrobas de cal, hogar del Cristo Milagroso que enaltece a esta comunidad como un imán al turismo religioso, hechizando como abejas al panal, a 3 millones de peregrinos cada año, es decir, ¡un millón de visitantes anuales más de los que acoge la República de Panamá entera!
Curioso guión que nos lleva a postular que si en el Istmo llevásemos a cabo similares emprendimientos en turismo histórico, resaltando, por ejemplo, al Camino Real como un sendero turístico único en el mundo, joya del mayor trasbordo del oro en la historia universal, dedicando una simbólica suma a su rediseño colonial, lograríamos un incremento significativo en nuestro embrujo turístico, incrementando a la vez el número de visitantes hacia sus radiantes polos de Panamá Viejo y Portobelo.
Significativas luces nos brindan los desarrollos en nuestro hermano país, donde a pesar de sus particulares tribulaciones con el narcotráfico, la guerrilla y la violencia, logra trascendentes desarrollos turísticos que bien debiésemos emular, con la posibilidad, dada nuestra envidiable situación geográfica, de superarlas con creces.
Para comentar debes registrarte y completar los datos generales.