Aprende a soportar con ánimo lo que venga (I Parte)
- Redacción/
En esta vida hay que aprender a soportar con el mayor equilibrio interior posible los sufrimientos físicos y morales, las situaciones conflictivas y negativas, sabiendo que nos acompañarán siempre y para eso hay que tener paciencia. “Mejor que el fuerte es el paciente, y el que sabe dominarse vale más que el que conquista una ciudad”, Prov. 16,32. La paciencia es un fruto del Espíritu Santo (Gal 5,22) y es necesaria para luchar con perseverancia e ir venciendo poco a poco nuestros defectos, soportar con comprensión y fortaleza los errores y debilidades de los que conviven con nosotros y las contrariedades propias de esta vida.
Si tenemos una profunda fe en el Señor, en quien nos sostenemos, somos y existimos, llegaremos a “gloriarnos hasta en las tribulaciones, sabedores de que la tribulación produce la paciencia, la paciencia, una virtud probada; y la virtud probada, la esperanza”, (Rom 5,3-4). Hay que tener paciencia con todos y en especial con uno mismo, pues nuestras imperfecciones son muchas y hay que luchar para ir venciéndolas y empezar de nuevo cada vez que caemos, siguiendo el camino de la superación.
La impaciencia nos convierte en títeres de las circunstancias y nos lleva a cometer torpezas como faltas de caridad, ofensas graves a otros y hasta llegar a la violencia física. Esto está en contra de la voluntad de Dios. “!Qué superioridad permanecer en pie sin doblarse en medio de tantas ruinas de los hombres, sin quedar derribado como los que no tienen esperanza en Dios y alegrarse, en cambio, y aprovechar la ocasión que se nos ofrece [….] y así dar pruebas de nuestra fe con gran fortaleza siguiendo el camino estrecho que lleva a Cristo a través de la paciencia en los trabajos!”. (San Cipriano).
[sigue el próximo sábado].
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