Análisis
Alza del costo de la luz eléctrica: nos oponemos o morimos
- Silvio Guerra Morales
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...en campaña política se había dicho que no se gravaría, en su gobierno, al pueblo panameño con impuestos y menos con tarifas impagables para los panameños en el costo del servicio de la luz eléctrica. Ahora resulta que ha sido todo lo contrario.
![](https://www.panamaamerica.com.pa/sites/default/files/imagenes/2018/07/12/protesta_aumento_luz_opt_0.jpg)
El discurso de los políticos enquistados en el poder sigue siendo falsario.
Falsario en sus promesas y cumplidos; falsario en expectativas de progreso y desarrollo; falsario en cintillos plagados de mentiras que anuncian falsa prosperidad individual y social.
Como que América Latina estuviese condenada por la mentira de sus políticos a sufrir.
Sufrir por los impuestos extorsivos; sufrir por el alza del costo de la corriente eléctrica; sufrir sin agua potable en sus casas; sufrir sin medicamentos ni salud; sufrir sin casas y sufrir hambre.
Todo el pueblo panameño, una vez más, se muestra sorprendido con la reciente noticia de un incremento de casi 8% del costo de la energía eléctrica.
Las promesas dadas por el actual gobierno y su jerarca le habían dado algún tipo de tranquilidad al país, ya que en campaña política se había dicho que no se gravaría, en su gobierno, al pueblo panameño con impuestos y menos con tarifas impagables para los panameños en el costo del servicio de la luz eléctrica.
Ahora resulta que ha sido todo lo contrario.
Las empresas generadoras y comercializadoras de la energía eléctrica nos matan, nos matan de susto y de terror.
Nuestro bolsillo no aguanta más.
Todo está caro en este país. Absolutamente todo.
Panamá, sobre todo la comuna capital, se ha convertido en una ciudad donde cada día se hace casi imposible vivir.
El panameño, sobre todo el de a pie, ya no vive, sino que sobrevive. Los extranjeros que han venido a nuestro suelo en búsqueda de mejores días también lo dicen: ya no viven, sino que sobreviven.
No hay lugar al reposo, cada panameño y panameña, lo mismo que el que mora en nuestras tierras como extranjero o peregrino, sale a diario en búsqueda del "pan nuestro de cada día".
Nadie piensa en los pobres, nadie piensa en ellos. La dieta de nuestra gente sigue siendo pobre en nutrientes y proteínas.
No hay dinero para las carnes ni el pollo, cuando mucho para el huevo.
La producción agrícola en nuestro territorio se queja, cada día, de aranceles extorsivos, y con el agravante de que entran al país muchos productos en detrimento de la producción nacional.
El Gobierno no les presta mayor atención los problemas nacionales. Juega a naipes políticos y demagógicos.
Ahora el Ejecutivo dice que puede suspender el incremento en el costo de la energía eléctrica si la Asamblea aprueba en el presupuesto unos sesenta millones para encarar esa alza.
Y eso, ¿hasta cuándo será? Para que el próximo año nos vengan con el mismo cuento.
Tanta plata invertida en un parque eólico del cual ningún panameño puede decir que se ha visto beneficiado.
Expertos consultados en la materia, empresarios de mucho fuste, lo han dicho del siguiente modo: el alza en el precio del servicio de la energía eléctrica es una locura, cómo es posible que al final de cuentas sea el pueblo quien tenga que asumirlo y pagarlo.
Además de locura, agrego por mi parte, es una soberana injusticia. Injusticia que despelleja a nuestra gente.
Pues no hay que ser muy inteligente para conocer que en toda alza, no solo en el costo de la luz, sino también en otros rubros de la economía, quien al final del túnel se queda sin ver la luz es nuestro pueblo que, como he dicho, ya no vive, sino que sobrevive.
Pero esto también es muy delicado, pues puede conllevar a una unidad nacional sin parangones en nuestra historia de protestas.
Queda claro que el pueblo no está dispuesto a asumir ningún costo adicional, amén de ser excesivamente cara la luz en este país, y por ello hará lo que tenga que hacer, menos que nos traten de tontos útiles o esclavos que trabajan para incrementar las arcas privadas de los poderosos.
La cosa es sencilla: O nos oponemos al alza de la tarifa eléctrica o morimos de hambre.
Y ante esa disyuntiva, solo nos toca responder: ¡Nos oponemos! No hay otra vía, no hay otro camino.
La pelea es peleando. Ya basta de tanta explotación a nuestra gente, a nuestro pueblo.
Nuestra gente habrá de gritar y embravecida clamará por justicia social, justicia en los tribunales, justicia en las calles, justicia en todas partes.
Ya no aguantamos más. Unidos somos la inmensa mayoría.
Silenciosos, el poder de los malos se agiganta, se robustece.
Pero por los que no hablan nos corresponde hacerlo y hacerlo de la mejor manera: con el verbo enérgico, inclaudicable y correcto.
El verbo que denuncia y desnuda la maldad de los soberbios.
Abogado
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