"¡Alevántate muchacho, que llegó la madrugaa!"
- Jaime Figueroa Navarro
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"… Los pollitos tienen hambre, las gallinas tienen sed." Desconozco, a ciencia cierta, cuántos de nuestros hijos y nietos han escuchado este cantado del Panamá de antaño, de allá "onde uno" cuando Panamá despertaba temprano al son del kikiriqui de los gallitos y el aroma a leña y café, mientras ahora parecen ensimismados en sus tabletas y celulares cual indolentes zombis, frutos de ciudades, cárceles de concreto y tranques del siglo XXI, donde se ha quebrantado el contacto humano y las bonachonas costumbres, sueños y creatividad, acciones vigorosas que separan a las masas de los forjadores de empeños que cambian por siempre el ser y el estar de los pueblos prósperos.
Panamá cuenta con todo, exhilarante verdor tropical, ventajosa posición geográfica, desarrollo superior, aunque no igual para todos, envidiable enjambre de humanidad, siempre al acecho de potencias que de alguna forma u otra desprendieron nuestro hado del resto de la región. Y ahora portamos pantalones largos, desde hace un ratito y nos ha llegado el momento de definir nuestro despegue o letargo.
Revuelvo la mirada. Singapur, con una población similar a la nuestra, envidiable ciudad estado en Asia, multicultural y multirracial, basando su rápido desarrollo en el comercio internacional y la globalización económica, resultando en el PIB (producto interno bruto) más elevado del mundo, cuenta a su cabeza con 50 billonarios. Panamá cuenta con el potencial, con creces, a superar aquellos resultados.
Solo hace falta visión, adoptando los parámetros de allá, la tasa de propiedad de vivienda de 88%, una de las esperanzas de vida más largas del planeta y los niveles de corrupción más bajos del mundo.
Mientras el mundo sobresalta ante los retos de las nuevas reglas del juego, peligroso ajetrear de un presidente gringo que ha cambiado el panorama del comercio mundial, Panamá debiese maximizar la potencialidad de su desarrollo agresivamente, como lo hizo Singapur.
Mientras noticieros nos escupen el posible interés de multinacionales con "posibilidades" de crear emprendimientos locales para forjar una jugada de jaque mate al radical cambio que se cierne, aquí quedamos esperando que caiga el maná del cielo.
Recomendamos, es más, somos de la opinión que el gobierno debe liderar una iniciativa para visitar y presentar fogosamente la valía de nuestra propuesta, no solo a las mencionadas multinacionales, sino al racimo de empresas líderes a nivel mundial para que sus inversiones y establecimiento aquí resulten en beneficios para todos. Ello requiere un enlace con mentes sabias, conocedoras del quehacer y costumbres de otros lares para asegurar el éxito de nuestra misión.
Hay que tocar las puertas allá dando finalmente a conocer nuestras virtudes, porque las gozamos, solo que no creemos en ellas por una inexplicable indiferencia y la ausencia de pasión por la excelencia.
Estamos ante una hecatombe que puede definir nuestro futuro, solo hace falta extirpar ese liliputiense actuar y pensar en grande, ¡de una vez por todas, PENSAR EN GRANDE! ¿Qué significaría para Copa Airlines, como ejemplo, el establecimiento de Amazon, no solo con centro regional sino como custodio de billones de dólares en mercancía en sus bodegas locales, para suplir el mercado estadounidense? Sí, Copa cuenta con una división de carga, pero tal vez tendría que duplicar el tamaño de su flota solamente para cumplir con los gargantuos requisitos de esa empresa.
Y por ahí nos vamos, mano a mano con potencias y multinacionales, eso sí, de tú a tú, el vocabulario del acontecer mundial ya no acepta el llamado de atención de un vicepresidente de Estados Unidos, o de cualquier otra potencia, a un jefe de Estado por no estar ensacado en una reunión, mucho menos demandar el agradecimiento al anfitrión como prerrequisito diplomático, porque a Panamá se le respeta, no porque somos bonitos sino porque somos la codicia de todos los poderosos, si no no nos voltearán a ver.
A ver si tomamos la batuta esta vez. Ha llegado la hora de pensar en grande. ¡Manos a la obra Panamá!
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