Panamá
Al Sur del oriente
- Alonso Correa
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Aquí el oleaje corre perpendicular a la costa, donde las turbias y opacas aguas del mar se mezclan con las frías riadas de los deltas.
Aquí el oleaje corre perpendicular a la costa, donde las turbias y opacas aguas del mar se mezclan con las frías riadas de los deltas.
Así como los peces que deambulan curiosos en las orillas, las mariposas, abejas y libélulas se convierten en transeúntes de los jardines de flores decembrinas que rodean la estancia.
"Cantón es una tierra bendecida", nos dice Patricia, cuyo nombre real es Primavera Dorada; y es que la cantidad de casualidades, coincidencias y milagros que se acumulan en los 2200 años de historia de este puerto da de que pensar.
Las pequeñas canoas de tierra flotan plácidas sobre los lagos y ríos del sitio. Las cordilleras terminan en profundos valles que se colman de blancos ríos de nubes con el frío mañanero, recorriendo las gritas y ensanches como la espuma del mar.
Cantón está dominado por tres elementos: la brillante lumbre de un Sol dorado, las montañas forradas de árboles tropicales y el agua, siendo este último, tal vez, el responsable de la idiosincrasia cantonesa, curiosa para los ojos occidentales. Esta provincia del trópico oriental, se asienta, según la cultura popular, sobre tierras mágicas. Cuenta la leyenda que después de una devastadora hambruna, de esas cuyo recuerdo resuena a lo largo de los siglos; cinco genios descendieron del cielo cabalgando sobre cinco cabras porque, conmovidos por el sufrimiento del pueblo, decidieron tomar las riendas de su destino y otorgarles granos mágicos y enseñarles la agricultura, finalizando así el castigo popular.
China se transforma, se metamorfosea en una pieza más de los millones de fábulas e historias que la componen y que en esta tierra reposan. El Reino del medio es un jarrón, una vasija de porcelana colmada de supersticiones. El cuatro, por ejemplo, ese número entre el tres y el cinco que para nosotros es tan natural, allá se trata con cautela y lejanía, porque su pronunciación, "sì", recuerda a la de la palabra 'muerte', "sï", y así como este piso es obviado en muchos edificios, la sociedad china trabaja, funciona y se maneja sobre los cuentos de sus ancestros. Sus consejos trepan por los hilillos de humo del incienso y se repiten en su manera de ver la vida, en la manera en la que tratan al Camino.
La agobiante hospitalidad, la incesante atención, la necesidad de satisfacer hasta la más mínima molestia puede llegar a empalagar, chocando con la costumbre de darle la batuta de su tiempo a los invitados a nuestras tierras, pero aquí es una necesidad, una obligación, el manejar al extranjero como un diplomático aunque no sea más que un articulista.
Dejamos Cantón temprano en la madrugada, supongo que para no entristecer a los que nos hospedaron.
Pero nos llevamos más de lo que las maletas pueden cargar, el recuerdo de una tierra dividida por los ríos y los puertos, unida por puentes y barcos. Cantón se convirtió en la madriguera de muchas fantasías de prosperidad y bastantes decepciones introspectivas. Resuenan las comparaciones y se caen por el peso de la realidad, la gerencia de dos plataformas similares, llevadas a dos destinos distintos.
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