Epicentro
Al acercarse el Mes de la Patria
...qué habría sido de nuestra República en su propio inicio sin hombres tan conciliadores como José Agustín Arango y Eusebio A. Morales quienes, viniendo ambos de bases políticas opuestas, pudieron superar heridas frescas de la Guerra de Mil Días y unificar nuestra nación en su gesta separatista de 1903
- Arnulfo Arias /[email protected]/
- - Publicado: 06/11/2017 - 12:00 am
Al acercarse el mes en el que se conmemora nuestra nación, recordemos lo que decía Guillermo Andreve, uno de sus connotados hijos: “La patria nació antes que la República”. Pueblos hubo, y muchos, sin república, pero ninguno hubo sin patria. Porque la República es simplemente una forma de gobierno que se expresa en una norma y se escribe con palabras; pero la patria es el sentimiento que lleva uno consigo siempre y que solo se construye dentro de uno mismo.
En estos tiempos de oscuridad patriótica, en los que son varios los sectores que nos llaman al disentimiento y no al debate; al odio y no a la comprensión; a la discordia y no al entendimiento; queremos recordarles que la historia ha de juzgarlos, pero no como individuos cuyos nombres son honrados en algún momento, sino como partícipes sin nombre, diluidos en el mar de letras de un impreso que algún día, no muy lejano, será solo el periódico de ayer. A los que aún realizan que este gran pequeño Istmo, en el que todavía cabemos, es el lugar donde nacieron y al que también han de entregarse en su envoltura física algún día, todavía los guía el convencimiento de que una casa dividida no puede subsistir. Los pecados contra Dios, que sea Dios y la conciencia individual quienes los juzguen y condenen; y las violaciones a la ley humana, que sea también solo la ley humana y, objetivamente, la que encuentre forma de enmendarlas. Porque la ley del hombre es la única que el hombre puede dar. Así, no se tratará, como hacen muchos, de mezclar moral con la razón y razón con la moral; la típica receta para hornear a fuego lento, en uno mismo, un exquisito plato de discordia que solo se hace apetecible para aquel que lo consume. Solo al llegar a esta realización individual podremos encontrar camino despejado hacia la patria, que se forja dentro de uno mismo, pero que se expresa como una nación.
A menudo me pregunto qué habría sido de nuestra República en su propio inicio sin hombres tan conciliadores como José Agustín Arango y Eusebio A. Morales, quienes, viniendo ambos de bases políticas opuestas, pudieron superar heridas frescas de la Guerra de Mil Días y unificar nuestra nación en su gesta separatista de 1903. Ciento catorce años han pasado ya desde esa magnífica lección de patria y de unidad sin que aún la hayamos podido comprender porque hombres que no nacieron siquiera bajo esta bandera, la cual estaba aún gestándose, tenían más arraigado que nosotros mismos su sentido de nación.
Abogado
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