Epicentro
Sobre el aislamiento del analfabetismo electrónico
Nuestro largo viaje nos llevaba a ser escala para ingreso a Estados Unidos. A nuestro arribo, la indiferencia plena de la vida tecnológica se desplegaba ante nosotros. Nadie que nos orientara; solo una pantalla fría de cristal, exigía a los viajeros escanear sus pasaportes y acosaba con preguntas apremiantes en lo que constituye una entrevista previa para ingreso en esa nación.
- Arnulfo Arias O.
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- - Publicado: 23/3/2021 - 12:00 am
Pantalla de reconocimiento facial usada en los aeropuertos. Una pantalla fría de cristal, inmutable ante torpezas, inclemente a los errores, exigía a los viajeros escanear sus pasaportes. Foto: EFE. Ilustrativa.
Se estima que en América Latina se recogen, en promedio, unas 32 millones de las 758 millones de personas que en el mundo sufren hoy esa capacidad disminuida de no poder leer. Personas para las que la era electrónica ha pronunciado la sentencia inapelable de aislamiento civil.
Hoy en día, la propia complejidad de la tecnología se hace abrumadora, inclusive para aquellos que saben ya leer; supongámonos, entonces, privados de esa habilidad esencial de la lectura en medio de esta vida rápida, que a cada instante exige claves, contraseñas y preguntas de seguridad. Una era tecnológica que las generaciones de papel, de radio y de televisión encuentran infranqueable, muchas veces.
Por eso vemos que a menudo las personas más adultas deben recurrir a la paciencia de las generaciones tecnológicas de hoy, versadas en las artes de los cientos de aparatos y dispositivos que al hacer la vida fáciles a algunos, parecen complicarlos para otros, indispuestos de manera irremediable a la tecnología actual.
Recuerdo un grato viaje para disertar ante la tribu Yakima, que hoy prospera cultural y económicamente en el Estado de Washington. Entre los invitados, parte de mi comitiva, nos honraban algunas autoridades de la Comarca Ngäbe, muchos de los cuales experimentaban por primera vez un viaje fuera de fronteras, fuera de comarca; todos ellos sabios en los años, experiencia y en conocimientos vastos de la vida.
Nuestro largo viaje nos llevaba a ser escala para ingreso a Estados Unidos a través del aeropuerto internacional de O’Hare, en Chicago. A nuestro arribo, la indiferencia plena de la vida tecnológica se desplegaba ante nosotros.
Nadie que nos orientara; solo una pantalla fría de cristal, inmutable ante torpezas, inclemente a los errores, exigía a los viajeros escanear sus pasaportes y acosaba con preguntas apremiantes en lo que constituye una entrevista previa para ingreso en esa nación.
La comitiva, sin decirlo, se sentía inquieta y sorprendida de tener que consumir y digerir información rápidamente, analizar preguntas, y someterse en su primer viaje al extranjero a ese tipo de interrogatorio ante una máquina que les exigía destrezas computacionales totalmente nuevas para ellos.
Hoy, cientos de miles de personas, especialmente aquellos que son hijos de la edad del radio y la televisión, sufren inclemencias propias de esta edad, de estos tiempos cibernéticos que han venido ya para quedarse y hasta para hacerse más y más complejos.
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Igual destino sufre todo aquel que, a su temprana edad, no se inicia ya en la capacitación tan necesaria para prosperar en este mundo y quedan condenados a una especie de analfabetismo electrónico, tan nocivo como el otro.
Abogado.
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