Anécdotas
Agustina, una campesina del Lago Gatún
- Stanley Heckadon-Moreno (Antropólogo)
En 1980, Panamá daba sus pasos iniciales en manejar sus ríos claves afectados por la deforestación, la erosión y sedimentación. Tarea a cargo de la Dirección de
En 1980, Panamá daba sus pasos iniciales en manejar sus ríos claves afectados por la deforestación, la erosión y sedimentación. Tarea a cargo de la Dirección de Recursos Naturales Renovables (Renare), Ministerio de Desarrollo Agropecuario. Su jefe, Irving Díaz, me solicita estudiar los campesinos de la cuenca Canal, es decir, los del Chagres, de quienes poco se sabía.
Recorrí el alto Chagres, lago Alhajuela y los ríos Pequení y Boquerón. Mis baquianos, Pedro Rojas e Ildefonso Rosales, veteranos guardaparques de Renare. Luego pasé a Lago Gatún. En 1910, al represarse el Chagres, e inundarse 450 kilómetros cuadrados de selvas, surge el mayor lago artificial del mundo, Gatún. Bajo sus aguas quedaron 50 caseríos. Los desplazados de los poblados del Chagres y la Línea del Ferrocarril de Panamá fundaron nuevos sitios a orillas del lago, entre ellos La Represa.
En enero de 1981, sostuve larga conversa con una campesina de La Represa. Tenía 12 hijos y aparentaba más de sus 51 años. Hablamos de las faenas de la mujer, lo duro de enviar los hijos a estudiar a los pueblos, de su vida cuando habían selvas para la agricultura de roza y de Renare. Estos son pasajes de la vida de Agustina Polo.
“Tengo seis hijos en casa y seis por fuera. Los muchachos, después que acaban sexto grado se van a buscá trabajo, pero no en la agricultura. Las muchachas, a trabajá en casas de familia, como empleadas. Muy pocos muchachos pueden seguí la secundaria. De los 12 hijos míos ninguno ha podío, porque tenemos una vida muy pobre. No pude mandalos a secundaria que queda en Chorrera. La juventú se va y quedamos los viejos y los niños. Mi papá era un agricultor colombiano que vino a trabajá en el periodo del banano en lago Gatún, después se quedó como agricultor”.
“Las mujeres sembramos arroz y maíz. Desbalsamos cuando el monte no se quema bien y hay que hacé pilas de madera pa’ quemar de nuevo. Esto es pa’ cuando llueve o el terreno no tiene lastre, que no tiene hojarasca, la tierra esta pelá y los palos están pelunchos. Las mujeres ni derriban ni socuelan, pero sí traen leña del monte. Pa’ la casa se guardan dos hanegas de arroz por año. Una casa de dos adultos y tres niños. Una hanega son 120 puños de tres manotás cada puño. Un puño da como ocho libras de arroz en cáscara y como cinco libras pila’o. Dos hanegas son 240 puños, que son 1,200 libras de arroz pila’o. El arroz se cocina por la mañana. Se hacen dos libras, con pesca’o frito del lago, adobao o sopa de pescao. En la cena se cocinan como 4 libras de arroz. Un quintal de arroz no aguanta la quincena, al mes se van poco más de dos quintales.”
“En casa la cría de gallinas es de nosotras las mujeres. El hombre manda las cosas del monte. El varón manda el arroz y el maíz. Las gallinas son pa’ el uso de la casa, pa’ cuanto estamos cortos de plata, pa’ comprá necesidades: aceite, sal, azúcar, jabón, querosín. Entonces cogemos una gallina y la vendemos, pa’ llevá un hijo al dotor. Yo puedo cogé una gallina y vendela sin consultarlo con él. La cría es mía y ahí el hombre no tiene que decir na’. Uno, mujer, es la que manda la cría de gallinas. Los chiquillos cuidan las gallinas. La cría de puercos es de ambos. El hombre trae el alimento y la mujer les da cuido. Ambos deciden la venta del puerco. Algunas mujeres hacen cocadas, carimañolas. Ahora no hay plata. Antes había una lancha, La Clifford, hacía dos viajes a Colón por semana, por Gatún y uno a Panamá, por Gamboa, llevando producto. Hoy día casi no sale na’. Hoy no tenemos qué vendé. Lo que tenemos sembra’o es pa’ la casa. No es como antes que en cada casa había diez y quince quintales de arroz pila’o pa’ vendé en Colón. Hoy na más se saca pa’ comer.”
“En las fincas por aquí no pegan bien las naranjas, ni el café. No se acostumbra sembrar cacao. Por aquí los palos de naranja se mueren después de dos o tres años. Los aguacates también, por enfermedá. El coco crece bien, el guineo y plátano también, pero la gente na’ más los siembra pa’ consumo de la casa”.
“Las mujeres estamos preocupás porque no hay trabajo en la ciudá, ni pa’ los hombres, ni pa’ las mujeres. En el pueblo no hay comida. Porque los de Renare tienen a nuestros hombres para’os en sus trabajos de monte. Yo pensé ir a Paraíso a pregunta’le a los Renare por qué tiene para’os a nuestros hombres”.
Agustina tendrá hoy más de ochenta años. Deseaba recordarla en este centenario del Canal.
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