Un artista documenta una década de devastación en Irak
La influencia de esas décadas sobre artistas iraquíes, estadounidenses y otros es el enfoque de una exhibición que incluye más de 250 obras de arte en MoMA PS1 en Nueva York, hasta el 1 de marzo, llamada “Theater of Operations: The Gulf Wars 1991-2011”.
- Neil MacFarquhar
- - Publicado: 19/1/2020 - 09:00 am
LONDRES — Más o menos un año después de que fuerzas de Estados Unidos tomaron Bagdad, un hombre iraquí abordó al arista Dia al-Azzawi en un café en Amán, Jordania, y ofreció venderle varias pinturas poco comunes.
Azzawi, que ayudó a montar colecciones para diversos museos iraquíes en los 60 y 70, sabía que dos de las obras habían sido saqueadas del Museo de Arte Moderno de Bagdad.
Años después, a Azzawi aún le parece inconcebible que los iraquíes saquearan diversos museos nacionales en el 2003 ante la mirada de las tropas estadounidenses que habían derrocado a Saddam Hussein.
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“Toda las personas que fueron a robar y destruir todo, lo hicieron sin darse cuenta de que nada de esto le pertenecía al Gobierno ni a Saddam, les pertenecía a ellas”, declaró en una entrevista en su estudio en Londres.
Para él, esa destrucción sin sentido, agravada por combatientes del Estado Islámico que después arremetieron con mazos contra antiguas estatuas irreemplazables, cristalizó cómo los largos años de dictadura, guerra y severas sanciones de Occidente habían deshilvanado a la sociedad iraquí.
La influencia de esas décadas sobre artistas iraquíes, estadounidenses y otros es el enfoque de una exhibición que incluye más de 250 obras de arte en MoMA PS1 en Nueva York, hasta el 1 de marzo, llamada “Theater of Operations: The Gulf Wars 1991-2011”.
Gran parte de los cuadros y las esculturas de Azzawi se enfoca en el impacto de la guerra, y él prestó a la exhibición 11 de sus propias obras, más 28 piezas de su colección de arte moderno iraquí.
Sus obras pueden ser abiertamente políticas —lienzos extensos y crudos que envuelven al espectador en la tragedia de la violencia. Piezas más sutiles y abstractas que combinan colores vivos, alfabeto árabe y fragmentos de antigüedades o poesía también transmiten un mensaje.
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Azzawi nació en 1939 en Bagdad, el tercero de 10 hermanos, y llegó a la edad adulta en medio de la agitación política de los 50. Para 1976, Azzawi sentía que Irak se estaba convirtiendo en un Estado totalitario. Se mudó a Londres y nunca volvió a vivir en Irak.
En 1982, mientras un Ejército israelí invasor controlaba Beirut, rebeldes falangistas cristianos masacraron a cientos de palestinos en los campamentos de refugiados de Sabra y Chatila.
Horrorizado, Azzawi creó su primera obra importante, dibujando un panorama masivo y envolvente de la masacre, ahora propiedad del Tate Modern.
En los 80, desarrolló un estilo característico, grandes pinturas abstractas en colores vivos que por lo común incluían elementos del alfabeto árabe o referencias a lo antiguo.
Luego, en 1991, durante la primera Guerra del Golfo, dejó de sentir gusto por el color. Las obras en blanco y negro fueron tanto una reacción emocional como una declaración antibélica. Azzawi empezó a crear dafatir, o cuadernos, por lo regular acordeones de papel largos y toscos, que combinan pintura o fragmentos de escultura con poemas.
A finales de los 90, Azzawi empezó a coleccionar arte iraquí que reflejaba el efecto debilitante de rigurosas sanciones internacionales tras la primera Guerra del Golfo.
Los dafatir son novedosos, haciendo eco del pasado de Bagdad como una fuente importante de manuscritos islámicos. Impulsados por Azzawi, evolucionaron hasta convertirse en un formato singularmente iraquí —desgastados, creativos y de concepto avanzado.
“Son realmente poderosos y originales porque no repiten lo que está sucediendo en otros lados”, señaló Zainab Bahrani, catedrática iraquí de Arte Antiguo de Cercano Oriente, en la Universidad de Columbia, en NY.
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En la secuela inmediata de la guerra de EE.UU. con Irak, el presidente George W. Bush hizo su tristemente célebre discurso de “Misión Cumplida”, aunque aún estaban por venir años de derramamiento de sangre y una ira destructiva.
En respuesta, a Azzawi le tomó varios años concluir “Misión de Destrucción”, una obra del tamaño de un anuncio espectacular que cubre una pared entera en el MoMA PS1.
En un extremo, soldados de EE.UU. se alzan con bayonetas y maquinaria destructiva. En el otro extremo, representando a los iraquíes, yace una mezcolanza caótica de extremidades amputadas y máscaras de muerte.
Azzawi lamenta el hecho de que, en vez de reconstruir Irak, la ocupación estadounidense fomentó nuevas divisiones sectarias sangrientas.
“Lo sucedido en Irak es una epopeya, es la destrucción completa de Irak, ya sea a manos de los iraquíes o de fuerzas extranjeras”, indicó. La exhibición del MoMA PS1 “es una oportunidad de mostrar a los artistas iraquíes y de expresar un tipo de protesta por lo que le sucedió a su país”.
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