Terapeutas entienden mejor las causas de las autolesiones
Las imágenes de sangre, quemaduras, cortes y cicatrices pueden volverse, paradójicamente, consoladoras. En el aislamiento, en medio de la zozobra emocional, la autolesión es un amigo secreto.
- Benedict Carey
- - Publicado: 27/11/2019 - 03:00 pm
Las sensaciones surgieron desde adentro, como veneno a través de una jeringa: una mezcla de tristeza, ansiedad y vergüenza que abrumaría a cualquiera, particularmente a una adolescente.
“Tenía un palito de paleta y le afilé la punta y me rasguñé con él”, dijo Joan, una estudiante de preparatoria de la ciudad de Nueva York; pidió que no se mencionara su apellido.
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Sintió alivio cuando la nube de angustia se disolvió, y empezó a cortarse regularmente.
Alrededor de 1 de cada 5 adolescentes reportan haberse lesionado a sí mismos por lo menos una vez para aliviar el dolor emocional, de acuerdo con una revisión de tres docenas de sondeos realizados en casi una docena de países, incluyendo Estados Unidos, Canadá y Gran Bretaña. Los estudios sugieren que, con el tiempo, la autolesión habitual pronostica un mayor riesgo de suicidio en muchos individuos.
Pero hay pocos centros de investigación para la autolesión, y aún menos clínicas especializadas. Cuando los jóvenes que se lesionan buscan ayuda, se les recibe con alarma, falta de entendimiento y reacciones exageradas. Una aparente epidemia del comportamiento ha puesto al descubierto una debilidad de la atención psiquiátrica: debido a que la autolesión se considera un “síntoma” y no un diagnóstico como la depresión, se han puesto a prueba tratamientos de manera irregular y los terapeutas tienen poca evidencia en la cual basarse.
Los investigadores han comenzado a conjuntar los motivos, la biología subyacente y los detonantes sociales. La historia hasta ahora da a los padres —decenas de millones en todo el mundo— una idea de qué está en juego. Y permite la evaluación de tratamientos personalizados: en un ensayo clínico publicado recientemente, investigadores en Nueva York descubrieron que la autolesión se puede reducir con una forma especializada de terapia conversacional.
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“Solía ser que este tipo de comportamiento se limitaba a las personas con discapacidades muy graves, personas con un historial de abuso sexual, con una gran alienación corporal”, dijo Barent Walsh, un psicólogo en Massachusetts. “Luego, de repente, se infiltró a la población en general”.
La percepción errónea más común sobre la autolesión es que se trata de un intento de suicidio: un padre descubre a un adolescente que se está cortando, y el ver sangre lo ciega. “Mucha gente piensa eso, pero, en realidad, uno se corta por diferentes motivos”, dijo Blue, de 16 años, otra estudiante de la zona de Nueva York.
Pocas personas que se autolesionan una vez se detienen ahí, dijo Janis Whitlock, experta en la Universidad de Cornell, en Ithaca, Nueva York.
“Unas 3 de cada 4 continúan haciéndolo, y la frecuencia tiende a subir y bajar, a medida que la gente entra y sale de varias etapas”, dijo. Para aproximadamente el 20 por ciento de las personas que lo hacen, este patrón se convierte en una adicción total, tan poderosa como un hábito de opiáceos.
Las personas que se vuelven dependientes de la autolesión llegan a atesorarla como su único consuelo confiable, dicen los terapeutas. Las imágenes de sangre, quemaduras, cortes y cicatrices pueden volverse, paradójicamente, consoladoras. En el aislamiento, en medio de la zozobra emocional, la autolesión es un amigo secreto.
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El tratamiento que parece ser más efectivo es una terapia conversacional especializada, creada originalmente para personas con un diagnóstico de trastorno de personalidad limítrofe, que son altamente suicidas.
A través de sesiones de terapia individual y grupal, por lo menos una vez a la semana durante dos meses o más, las personas que se autolesionan aprenden una serie de habilidades para sobrellevar momentos de desgracia. La terapia se llama terapia dialéctica conductual, o T.D.C.
Otro tipo de terapia verbal estandarizada, llamada terapia cognitivo conductual, o T.C.C., también puede adaptarse para ayudar a las personas que se autolesionan habitualmente.
“Hay una esperanza real si dejas que la persona que está pasando por esto tenga algo de control, si la escuchas y si sientes curiosidad por su comportamiento en lugar de miedo”, dijo Nancy Dupill, de 32 años, una consejera en Massachusetts.
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