Surge el debate sobre el uso de los celulares durante un espectáculo
- Michael Paulson y Michael Cooper
Los teléfonos inteligentes han llevado a las personas a no resistirse a tomar fotos y hacer grabaciones, que a menudo están prohibidas por las reglas o por la ley, incluso, distraen a artistas y espectadores y algunas veces son consideradas como un robo de propiedad intelectual.
Joshua Henry, estrella del nuevo musical Off Broadway “The Wrong Man”, había tratado repetidamente de hacer señas de desaprobación al hombre en las butacas sobre el escenario que usaba un smartphone para capturar su actuación, pero no se estaba dando a entender.
Para la tercera canción, Henry ya estaba harto. Así que extendió el brazo a los asientos, diestramente arrancó el teléfono de la mano del hombre, lo agitó con desaprobación y lo aventó debajo de una tarima, todo a mitad de canción sin brincar un solo compás. “Yo sabía que tenía que hacer algo”, explicó más tarde.
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Apenas unas noches antes, en Ohio, la renombrada violinista Anne-Sophie Mutter había dejado de tocar a la mitad de un concierto de Beethoven para pedir a una mujer en primera fila que dejara de grabarla en video. Luego de que la mujer se puso de pie para replicar, fue sacada del salón por el presidente de la Orquesta Sinfónica de Cincinnati, y se reanudó la música.
Ambos artistas fueron vitoreados —en persona, y más tarde en las redes sociales— por asumir una postura contra las crecientes filas de adictos a los teléfonos inteligentes que no pueden resistir tomar fotos y hacer grabaciones que a menudo están prohibidas por las reglas o por la ley, que distraen a artistas y espectadores y que pueden constituir una forma de robo de propiedad intelectual.
Pero estas confrontaciones propician ahora un nuevo debate sobre la etiqueta en la era digital. A nadie le gusta que un momento catártico quede interrumpido por un teléfono celular sonando. Sin embargo, tanto el teatro como la música clásica tienen bases de fans de mayor edad y desean atraer a públicos más jóvenes y más diversos, y algunos sugieren que poner énfasis en restricciones de conducta es una forma de elitismo desalentadora.
En la noche del mes pasado que Rihanna visitó Broadway para ver “Slave Play”, le texteó al dramaturgo, Jeremy O. Harris, durante la obra que no tiene intermedio. En lugar de reprenderla, él celebró el intercambio en Twitter, diciendo, “cuando mi ídolo me textea durante una obra que escribí, le respondo”.
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Como era de esperarse, su tolerancia al texteo de la cantante provocó una reacción negativa. Pero él no mostró remordimiento.
“No me interesa vigilar la relación de alguien con el disfrutar una obra, especialmente alguien que no es parte del público teatral habitual”, expresó en Twitter.
El ultimátum de Mutter, una de las principales violinistas del mundo, despertó críticas, y no sólo de la mujer que grababa.
Un detractor argumentó en Twitter que “las personas que se someten por completo a y hacen cumplir rituales anticuados y arcaicos en los conciertos que, para empezar, requieren cantidades descabelladas de capital cultural van a ser completamente irrelevantes en unos 15 años”.
Muchas confrontaciones de “artista vs. aparatos” se han vuelto material de leyendas.
Patti LuPone le arrebató un teléfono a un espectador en un show Off Broadway. Lin-Manuel Miranda rehusó saludar a Madonna tras bambalinas porque ella estuvo texteando durante “Hamilton”, y a principios de este año, en Puerto Rico, cambió la letra de manera improvisada a la canción “MyShot” para reprender a una mujer que tomaba video.
Los presentadores tratan de adaptarse y escribir nuevas reglas.
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Este otoño, el Lincoln Center en Nueva York tendrá cuatro conciertos libres de celulares, usando Yondr, un servicio en el que el público puede guardar sus dispositivos en bolsillos cerrados durante las funciones. El servicio informó que éste será el primer uso en la música clásica. (Tanto Madonna como Rihanna han usado Yondr para crear espacios libres de celulares en sus propios eventos).
Pero otros están tratando de acoger a los adictos a los celulares: algunas orquestas, como la de Philadelphia, han experimentado con permitir que la gente conserve sus teléfonos durante algunos conciertos y ofrecen una app para guiar a las persona a través de la música. La Orquesta Sinfónica de Boston también hace esto en conciertos selectos de “Casual Fridays”, en ciertas localidades designadas.
Y luego están las soluciones intermedias: cuando Bruce Springsteen estuvo en Broadway en el 2017 y el año pasado, la producción insertó un aviso en el programa impreso, instando a los fans acostumbrados a los conciertos de rock a no usar sus teléfonos durante el show, pero prometiendo que después de caer el telón el cantante permanecería en el escenario el tiempo suficiente para que la gente tomara fotografías. La Ópera Metropolitana de Nueva York ofrece recomendaciones similares en su sitio web: “Tip: tomen fotos del elenco en la ovación final”.
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