Supermercados prueban la ‘hora feliz’ para reducir el desperdicio de alimentos
Los alimentos que pronto ya no se podrán vender son puestos en oferta en cada una de las 900 tiendas S-market de Finlandia.
- David Segal
- - Actualizado: 16/10/2019 - 12:06 pm
HELSINKI, Finlandia — La “hora feliz” en el supermercado S-market del barrio de clase trabajadora de Vallila tiene lugar lejos de los pasillos de licores y no es precisamente una convivencia social. Nadie está allí para beber y pasar un buen rato. Buscan un gran descuento en un trozo de carne de cerdo.
O en cualquiera de cientos de artículos que están a horas de su fecha de caducidad de la medianoche.
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Los alimentos que pronto ya no se podrán vender son puestos en oferta en cada una de las 900 tiendas S-market de Finlandia, así que los precios ya reducidos un 30 por ciento son rebajados un 60 por ciento exactamente a las 21:00 horas. Es parte de una campaña de dos años para reducir el desperdicio de comida que los ejecutivos de la compañía de este país con fama de bebedor decidieron llamar “hora feliz” para atraer a sus clientes frecuentes, como cualquier bar respetable.
“Me tienen muy enganchado”, comentó Kasimir Karkkainen, de 27 años, mientras revisaba la sección de carnes en el S-market de Vallila. Eran las 21:15 y había tomado un paquete de costillitas de cerdo y un kilo de lomo de cerdo.
El costo total después del descuento: el equivalente a 4.63 dólares.
Cerca de un tercio de los alimentos producidos y empacados para el consumo humano se pierde o desperdicia, reporta la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura. Esa cantidad equivale a 1.3 mil millones de toneladas al año, con un valor de casi 680 mil millones de dólares. Esas cifras representan más que una desastrosa y mala distribución entre lo que se necesita y lo que se quiere, dado que el 10 por ciento de los habitantes del planeta sufre desnutrición. Todo ese exceso de comida contribuye al cambio climático, dicen los científicos.
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Entre el 8 y 10 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero está relacionado con alimentos perdidos durante las etapas de cosecha y producción o desperdiciados por los consumidores, encontró un informe reciente. La comida que se pudre en rellenos sanitarios emite metano, un gas casi 25 veces más dañino que el dióxido de carbono. Y para cosechar y transportar esos alimentos desperdiciados se necesitan miles de millones de hectáreas de tierra de cultivo, billones de litros de agua y enormes cantidades de combustibles fósiles.
Reducir el desperdicio de alimentos es uno de los pocos hábitos personales con que los consumidores pueden ayudar al planeta. Sin embargo, a muchas personas no les preocupan los desperdicios de comida.
“Se enfatiza mucho el tema de la energía”, señaló Paul Behrens, profesor en la Universidad de Leiden en los Países Bajos. “Pero el cambio climático es tanto un asunto de la tierra y de los alimentos como cualquier otra cosa”.
Reducir los desperdicios es un reto porque vender tantos alimentos como sea posible es una parte arraigada de las culturas de “todo lo que puedas comer”.
“¿Quién gana si se reduce el desperdicio de alimentos?”, cuestionó Toine Timmermans, director de la Fundación Unidos Contra el Desperdicio de Alimentos, organización holandesa sin fines de lucro.
Cada vez más supermercados, restaurantes y startups, muchas basadas en Europa, intentan responder a esa pregunta.
Algunos de los esfuerzos más prometedores son las apps que conectan a vendedores y compradores de alimentos. Una de las más populares es Too Good to Go, empresa con sede en Copenhague, con 13 millones de usuarios y contratos con 25 mil restaurantes y pastelerías en 11 países. Los consumidores pagan alrededor de un tercio del precio etiquetado de los artículos, que va en su mayoría al minorista, menos un pequeño porcentaje que se paga a la aplicación.
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En Dinamarca, el rescate de alimentos se ha convertido en un movimiento cultural, con su propia madrina intelectual: Selina Juul, diseñadora que emigró de Rusia a los 13 años.
“Cuando emigramos, nunca antes había visto tanta comida. Estaba en shock. Luego volví a quedar en shock cuando vi cuánta comida desperdiciaba la gente”.
En el 2008, a los 28 años, organizó en Facebook un grupo llamado Stop Wasting Food (Dejen de desperdiciar comida). En sólo unas semanas, era entrevistada en la radio. Al poco tiempo, llamó la atención de Anders Jensen, director de compras de REMA 1000, la mayor cadena de supermercados de Dinamarca.
Luego de una reunión entre Juul y Jensen en Copenhague, REMA 1000 eliminó de sus tiendas los descuentos por compras en volumen.
“Causó revuelo en los medios porque era la primera vez que un minorista decía: ‘está bien vender menos’”, señaló Jensen.
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