Ser artista es un empleo peligroso en Afganistán
- Farah Nayeri
“El arte contemporáneo no es bien visto”, dijo Guilda Chahverdi, la curadora de origen iraní de “Kharmohra”. “Es visto como algo que socava la religión, la moralidad y la dignidad de la tradición afgana”.
![La artista Kubra Khademi en un performance en Kabul, Afganistán, en el 2015, en el que fue insultada por varones. Foto / Naim Karimi.](https://www.panamaamerica.com.pa/sites/default/files/imagenes/2020/02/06/ref_08_afghan_2-0.jpg)
La artista Kubra Khademi en un performance en Kabul, Afganistán, en el 2015, en el que fue insultada por varones. Foto / Naim Karimi.
La tarde del 26 de febrero del 2015, la artista Kubra Khademi se colocó un traje de armadura metálica y salió a la calle. La armadura, que ella había improvisado con partes en el taller de un herrero local, tenía pechos protuberantes y un amplio trasero. Era la pieza central de un performance callejero.
Sólo que ésta no era una calle cualquiera: se trataba de una avenida muy transitada en Kabul, la capital de Afganistán. Khademi caminó en un performance silencioso de ocho minutos. Para cuando terminó, se había detenido el tráfico y se había formado una turba de hombres amenazantes.
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“Me insultaron y se burlaron de mí, diciéndome, ‘está loca, es una extranjera, perdió la razón, es una prostituta’”, recordó la artista desde París, donde ahora radica.
Khademi dijo que su performance reflejó la realidad cotidiana de las mujeres en Afganistán, quienes enfrentan acoso sexual y agresiones en todas partes —en casa, en el trabajo y en la calle.
Recordó haber sufrido abuso sexual a los 5 años de edad, y anhelar, siendo una niña, una armadura protectora.
El traje metálico de Khademi y un video de su performance figuran entre las alrededor de 60 obras de arte en exhibición en “Kharmohra: Arte Bajo Fuego en Afganistán”, que se realiza en el museo Mucem, en Marsella, Francia, hasta el 1 de marzo.
La exposición incluye pinturas, dibujos, fotografías, instalaciones y videos de 11 artistas afganos, que en su mayoría aún viven en su patria. Esa patria ahora ha sufrido unas cuatro décadas de conflicto.
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“El arte contemporáneo no es bien visto en Afganistán”, dijo Guilda Chahverdi, la curadora de origen iraní de “Kharmohra”. “Es visto como algo que socava la religión, la moralidad y la dignidad de la tradición afgana”.
Para quienes permanecen allí, particularmente las mujeres, la vida puede ser una lucha perpetua. Una fotografía de Farzana Wahidy, “Matrimonio, Kabul” (2008), muestra a una recién casada en una cama junto a su flamante esposo, viendo fijamente a la cámara con mirada triste.
El otro tema de la exhibición es la violencia letal que ha golpeado a Afganistán.
El ataque encabezado por el talibán en el restaurante Taverne du Liban en Kabul, en enero del 2014 —que cobró 21 vidas— es el tema de un performance del artista Kaveh Ayreek.
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Dos días después del ataque coordinado, se unió a una marcha conmemorativa por la paz. Durante la procesión, cayó tres veces al suelo, actuando los momentos finales de las víctimas, mientras que un miembro de su compañía teatral trazaba el contorno de su cuerpo en el pavimento.
(El performance es recordado en la exhibición a través de fotografías y siluetas dibujadas en el piso de la galería).
Las facciones en disputa en Afganistán podrán estar “ocupadas destruyendo”, señaló Khademi, “pero nosotros estamos escribiendo esta historia de manera muy pacífica”.
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