Puesto de salchichas perdura en Alemania Oriental
Cuando abrió el establecimiento de refrigerios de salchichas a las 4:30 horas, la esquina normalmente ajetreada, a apenas 350 metros del Muro, mostraba incluso más actividad. Celebridades, políticos y turistas llegan de visita con regularidad.
- Christopher F. Schuetze
- - Publicado: 29/1/2020 - 06:00 pm
BERLÍN — La noche en que cayó el Muro de Berlín, en noviembre de 1989, Kurt, el esposo de Waltraud Ziervogel, llegó a casa y exhortó a su esposa a que se le uniera en las celebraciones.
“Le dije, ‘¿estás loco?’ y me fui a dormir porque tenía el primer turno”, contó Ziervogel.
Cuando abrió su negocio de refrigerios de salchichas a las 4:30 horas, la esquina normalmente ajetreada, a apenas 350 metros del Muro, mostraba incluso más actividad.
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“Era como una gran fiesta. Todo el mundo estaba despierto, feliz y festejando y muchos querían comprar una salchicha, pero yo no tenía permitido tomar dinero Occidental”, dijo.
Tres décadas, decenas de miles de salchichas de puerco y montones de salsa catsup con sabor a curry después, Konnopke’s, el puesto de salchichas situado bajo un paso elevado del metro en el corazón de Prenzlauer Berg que inició su vida en 1930 sigue ahí, un monumento al Berlín de clase obrera que prácticamente ha quedado excluido de la zona, donde los bares abiertos toda la noche han sido reemplazados por bancos, tiendas de cocinas de lujo y restaurantes veganos.
Ziervogel, quien tenía 53 años cuando cayó el Muro, se vio obligada a adaptarse.
Su cadena de suministro se colapsó de la noche a la mañana; había nuevos impuestos y nuevas regulaciones municipales. En el 2010, funcionarios intentaron hacer que cambiara de ubicación.
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Tras una larga pelea con las autoridades municipales, logró obtener permiso para reconstruir por completo su puesto en el 2010 y lo reabrió a principios del año siguiente. En el vecindario, sólo un puñado de negocios minoristas han sobrevivido las últimas tres décadas.
Konnopke’s, que se sitúa sobre un camellón de 15 metros en la intersección de tres avenidas importantes, sigue siendo el corazón del vecindario. Celebridades, políticos y turistas llegan de visita con regularidad.
Max Konnopke, el padre de Ziervogel, inició el negocio en 1930. Ziervogel se hizo cargo formalmente en 1976, cuando su padre se jubiló.
El reto principal llegó en 1990 con la reunificación de Alemania Oriental y Occidental. Nuevos clientes esperaban propuestas diferentes. Konnopke’s empezó a vender papas a la francesa. La salchicha estilo currywurst, que solía servirse con un pan y una taza de caldo caliente, ahora es cortada en trozos y servida sobre un plato de papel. Y ahora hay currywursts veganas.
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“Frau Ziervogel peleó como un toro para conservar este lugar”, dijo Dieter Kohl, un cliente habitual desde antes de la caída del Muro.
No es el único berlinés de toda la vida que regresa una y otra vez. En la pared exterior del establecimiento cuelga una postal en blanco y negro de los 60. En la imagen, un niño pequeño eleva la vista para ver la tienda.
“Al menos una vez por semana hay alguien que nos dice: ‘yo soy ese niño’”, contó Dagmar Konnopke, la hija de Ziervogel.
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