Planta de carbón abandonada es convertida en un museo contemporáneo
La noche de la inauguración, la antigua banda transportadora de carbón se puso en marcha en la oscuridad, transportando astillas de madera por el edificio hasta una nueva máquina de pirólisis (descomposición química de materia orgánica) en el sótano, luego la electricidad generada encendió las luces del edificio.
- Louisa Elderton
- - Publicado: 18/10/2019 - 06:00 pm
LUCKENWALDE, Alemania — Las plantas eléctricas en desuso resultan ser excelentes museos. La galería Tate Modern de Londres es quizá la más famosa, pero de Toronto a Shanghai, y de Estambul a Sydney, estos motores de la era industrial han sido rehabilitados como templos de la cultura.
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A 50 kilómetros al sur de Berlín se encuentra el E-Werk Luckenwalde, un nuevo centro de arte contemporáneo en una antigua planta de carbón. Fue inaugurado el 14 de septiembre. Además de tener tres galerías, genera electricidad in situ mediante un proceso llamado pirólisis de biomasa, en el que se calientan astillas de madera a temperaturas de más de 450 grados centígrados, y luego se enfrían en un reactor. La electricidad se está vendiendo en la red nacional, y las ganancias se destinarán al centro.
Pablo Wendel, que ayudó a respaldar el proyecto junto con su compañera, Helen Turner, dijo que esperaba que produjera suficiente energía para el edificio y para hasta 200 casas.
“Estos días hablamos mucho de sustentabilidad”, dijo Wendel, “pero si no lo pensamos a mayor escala —a escala social, creativa y artística, y a escala visual y estética— tendremos problemas”.
La noche de la inauguración empezó con una obra de Wendel. La antigua banda transportadora de carbón se puso en marcha en la oscuridad, transportando astillas de madera por el edificio hasta una nueva máquina de pirólisis en el sótano. La electricidad generada encendió las luces del edificio.
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“Es una buena metáfora para todo el proyecto,” dijo Wendel, “mostrar cómo los lugares se pueden transformar en una obra de arte”.
La apertura del E-Werk se da en un momento en que los lazos financieros entre los museos europeos y los productores de energía están cada vez más bajo la lupa. El Museo Británico y las galerías Tate de Londres han sido blanco de activistas por los patrocinios del gigante petrolero BP; el año pasado, el Museo Van Gogh de Ámsterdam puso fin a una colaboración con la compañía petrolera Shell. Otros, como los museos del Prado y Thyssen-Bornemisza de Madrid, han promovido asociaciones con Acciona, un conglomerado de energías renovables. Pero E-Werk es el primero en producir electricidad internamente.
La antigua planta de carbón fue fundada en 1913, convirtiéndose en parte de la infraestructura estatal de la comunista Alemania del Este en 1949. Bernd Schmidl, su gerente de producción de 1976 a 1994, dijo: “sin esta fábrica, no habría habido ningún progreso técnico en la zona”.
Después de la caída del Muro de Berlín, la planta fue adquirida por una compañía eléctrica de Alemania Occidental que más tarde se declaró en quiebra. Se ha conservado gran parte del edificio: pisos cerámicos originales, enormes puertas verdes y un vitral de una mano empuñando relámpagos.
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En el segundo y tercer piso hay estudios que los artistas pueden rentar en tres o cuatro euros por metro cuadrado.
Wendel dijo que la idea del E-Werk surgió cuando vivía en Stuttgart y se le ocurrió producir obras de arte que generaran su propia electricidad.
“La gente de Luckenwalde está muy orgullosa de que la vieja estructura de la planta sobreviva”, dijo Schmidl. “Es un ejemplo positivo de lo que puede pasar cuando la gente toma la iniciativa”.
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